Normativas estúpidas que hacen las cosas innecesariamente complicadas para las empresas. Hay tantas quejas sobre ello, que la Comisión Europea ha creado una página web especial para refutar casi setenta 'euromitos', normalmente procedentes de periódicos británicos. Hay muchos ejemplos.

¿Qué altura debe tener la escalera de un pintor? ¿Qué tamaño puede tener un huevo de chocolate "Kinder Sorpresa"? ¿Qué curvatura puede tener un plátano? ¿Realmente Bruselas tiene que regular todas estas cosas?

Si queremos un mercado libre interno, sí. Ramses Wessel, abogado en Tweten, lo considera irónico, pero ‘cuanto más libre queramos que sea un mercado, más normas se necesitan’. Sí, es una paradoja, en opinión de Hendrik Vos, politólogo en Gante, pero afirma que ‘existe un motivo por el que la UE regula lo que a primera vista parecen ser nimiedades’.

Veamos el ejemplo del huevo "Kinder Sorpresa", que tiene que cumplir unos requisitos muy específicos: el huevo interno debe tener un tamaño concreto y las dos mitades tienen que estar unidas con una pequeña bisagra. ¿Por qué? Vos responde: ‘Hace unos años, un bebé de uno de los Estados miembros se asfixió con el juguete de un huevo Kinder sorpresa. Algunos países pidieron que se prohibieran, mientras que otros se oponían a la prohibición. Así se genera un problema en el mercado único europeo’.

Los detractores están buscándole tres pies al gato

Todos los productos deben cumplir las mismas condiciones, de lo contrario se crea competencia desleal. En la agricultura en concreto, las condiciones son muy estrictas. En el caso de cada producto, se describe cómo debe cultivarse, desde cómo se extiende el estiércol hasta lo que constituye un buen pepino (no demasiado curvado).

Pim van Ballekom, exdirector del gabinete de Frits Bolkestein, que trató durante años con este tipo de normas, admite que al principio puede que parezcan estúpidas, pero que realmente son necesarias para luchar contra el proteccionismo de los Estados miembros. Por ejemplo, los requisitos de Bruselas sobre las válvulas de seguridad en las calderas. Van Ballekom comenta: ‘Al principio pensé: qué tontería. Pero sin estas normas, los países pueden llegar a bloquear sus mercados. Y entonces Italia exige que sólo se pueden vender calderas con válvulas italianas’. Las normativas mantienen abierto el mercado y según Nico Groenendijk, profesor de gobernanza económica europea, en última instancia benefician al consumidor.

Bernard Steunenberg, experto en administración pública, añade: ‘Como es natural, surgen ciertas directivas o disposiciones extrañas, pero son excepciones. Los detractores son excesivamente quisquillosos’. Que existen demasiadas normativas no es en absoluto un mito: por ejemplo, el número de decisiones europeas en los últimos treinta años ha pasado de 1.300 a más de 17.000, y el número de directivas activas se ha triplicado. Pero que la mayoría de esas decisiones sean inútiles, es un argumento infundado.

Leer el "euromito" anterior: "Bruselas no hace todas las leyes".