costes mortales a contabilizar en la producción industrial
La salud ha ganado un largo pulso a la industria y a los sindicatos en Italia. En plena crisis, ha recibido un golpe quizás letal uno de los grandes centros industriales del sur del país. El complejo siderúrgico Ilva, en Taranto (región de Apulia), quedó en parte bajo secuestro judicial por un “desastre ambiental” que se asocia a centenares de muertes. Casi 12.000 puestos de trabajo están en peligro en una región ya muy castigada por el desempleo.
La brusca paralización de la actividad de los altos hornos y de otras instalaciones muy contaminantes, decidida el jueves por la juez instructora Patrizia Todisco, provocó de inmediato la movilización de miles de trabajadores de Ilva que se declararon en huelga indefinida. Taranto quedó paralizada. Ayer, las principales carreteras de acceso a la ciudad seguían bloqueadas por los piquetes de manifestantes.
Muy lejanas parecen esas imágenes triunfalistas que ayer repetía la cadena RAI News, aquel noticiario en blanco y negro de Luce –equivalente a nuestro No-Do–, de octubre de 1964, cuando Aldo Moro inauguró el primer alto horno en Taranto. “Es una realización
imponente –decía el locutor–. Parece una ciudad de ciencia ficción”.
Casi medio siglo después, la tensión entre industria y salud se ha resuelto a favor de la segunda. El trabajo y la riqueza no justifican ya una polución mortífera. La señal de alarma la dieron los ecologistas ya a principios de los setenta del siglo pasado.
Dos pruebas periciales judiciales, una química y otra epidemiológica, llevaron a la juez Todisco a emitir una orden de extrema dureza y a decretar el arresto domiciliario de ocho dirigentes y ex responsables de Ilva, entre ellos el dueño, Emilio Riva, y suhijo Nicola. Las emisiones de dioxinas y otras sustancias muy tóxicas se asocian a 386 muertes –por cáncer y dolencias cardiovasculares– en los últimos 13 años.
“Quien gestionó y gestiona Ilva ha continuado en la actividad contaminante con consciencia y voluntad, por la lógica del beneficio, pisoteando las más elementales normas de seguridad”, escribió la magistrada en su auto. “La importante dispersión de sustancias nocivas en el ambiente urbanizado ha causado y continúa causando no sólo un grave peligro para la salud pública sino un gravísimo daño que se ha concretado en hechos de enfermedad y muerte”, agregó Todisco, e insistió en el deber de “tutelar bienes de rango constitucional como la salud y la vida humana, que no admiten contemporizaciones o compromisos de ningún tipo”. Según la juez, debía actuarse para obligar al grupo Riva “a no anteponer la lógica del beneficio”.
La preocupación del Gobierno de Roma es evidente, por el grave conflicto social. Por eso aprobó a toda prisa una ayuda de 336 millones de euros para el saneamiento ambiental de la zona. El Ejecutivo pidió que se vuelva a examinar en breve la situación. La vista se celebrará el 3 de agosto.
Pese a la competencia asiática, Italia continúa siendo un importante fabricante de acero, el segundo de Europa después de Alemania. En el 2011 se produjeron 28 millones de toneladas, un 5% más que en el 2010. Italia ocupa el primer puesto continental en el reciclado de material ferroso. Los sindicatos expresaron su inquietud por que la decisión de Taranto afecte a las siderurgias de Génova y Nove Ligure.
El senador Maurizio Gasparri (centroderecha) se lamentó de que China haga “competencia desleal a todo el mundo y contamine todo el planeta”, mientras en Italia una juez secuestra la siderurgia de Taranto. Los ecologistas, en cambio, aplaudieron la decisión y recordaron que la polución mata entre dos y tres personas en la ciudad cada mes.
28-VII-12, E. Val, lavanguardia