amenaza de años de cárcel para la crítica política y civil de las Pussy Riot
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la venganza de Putin:
6 meses más de cárcel para las Pussy Riot
Ni la presión internacional, ni las peticiones de clemencia de famosas estrellas de la música, ni las protestas de la oposición al Kremlin, ni siquiera las palabras de Putin en las que pedía indulgencia, parecen servir para que las tres jóvenes rockeras de Pussy Riot salgan bien paradas del escandaloso juicio al que se enfrentan en Moscú. El fiscal del Estado pidió ayer para ellas tres años de cárcel; menos del máximo de siete al que podrían ser condenadas, pero muchísimo para quienes opinan que la justicia, la Iglesia ortodoxa y el Kremlin se están ensañando con ellas.
Se llaman Nadezhda Tolokónnikova (22 años), María Aliójina (24) y Ekaterina Samutsévich (29), pero desde el pasado mes de marzo todo el mundo las conoce como las tres de Pussy Riot, un grupo de música punk que nació el año pasado y cuyas deslenguadas canciones pretendían ser protesta contra el machismo y contra la democracia dirigida del presidente ruso, Vladímir Putin.
El 21 de febrero del 2012 cinco mujeres entraron en la catedral de Cristo Salvador, el mayor templo ortodoxo ruso. Cubiertas con pasamontañas de llamativos colores, se precipitaron hasta el presbiterio, donde está prohibido entrar, y, frente al altar, improvisaron una “oración punk” llamada Santa Madre de Dios, echa a Putin. Un vídeo con la breve actuación se filtró en internet...
Esto sucedió en plena ola de protestas contra Putin y en vísperas de las elecciones presidenciales del 4 de marzo, que el actual jefe del Kremlin ganó de forma clara. Las jóvenes rockeras, que pidieron perdón a los creyentes la semana pasada al inicio del juicio, justificaron su acción como una protesta política: querían demostrar su disconformidad con el apoyo político que dio a Putin el patriarca de Moscú y cabeza de la Iglesia ortodoxa, Kiril I.
En marzo, tres de las cinco fueron arrestadas y acusadas de vandalismo con intención de incitar al odio religioso, cuya máxima pena en el Código Penal ruso está fijada en siete años de prisión. Nikifórov rebajó ayer esa pena hasta los tres años.
Para el fiscal, “sus acciones demuestran claramente odio religioso y enemistad. Provocaron daño a los creyentes. Dada la gravedad del crimen, el castigo requerido debe ser una privación real de libertad”.
El abogado defensor, Mark Feiguin, rechazó la acusación. Para el letrado, el caso de vandalismo no se sostiene en el Código Penal, pues no se ejerció violencia, no se produjeron daños ni se profirieron amenazas.
Esta idea es la que ha dividido a la sociedad rusa durante estos cinco meses de polémica. Defensores de los derechos humanos, importantes abogados rusos, la oposición a Putin e incluso las propias acusadas creen que la acusación es desproporcionada.
La semana pasada, Nadezhda Tolokónnikova, reconoció ante el tribunal haber cometido un error “al llevar nuestro género musical a la iglesia”. Las tres de Pussy Riot han solicitado que se las juzgue de conformidad con el Código Administrativo. Están de acuerdo con este argumento un alto representante de los altos tribunales del país, Mijaíl Barschevski, o el presidente del Consejo de la Abogacía de Moscú, Henri Reznik, según recoge la agencia Ria Nóvosti. Ayer ambos dijeron que a la Fiscalía no le asistía derecho a pedir tres años de prisión. Según Reznik, se trata más de una falta administrativa, tipificada como insulto a los sentimientos religiosos o profanación de objetos religiosos.
El protodiácono Andréi Kuráiev, profesor de la Academia Espiritual de Moscú y un popular bloguero, piensa que merecería la pena enviar a las jóvenes a realizar trabajos para la comunidad, o un curso de buenos modales.
El apoyo de grandes estrellas internacionales del pop-rock tampoco ha ablandado a la Fiscalía. En meses anteriores, el británico Sting o los rockeros estadounidenses de Red Hot Chilli Peppers aprovecharon sus giras en Rusia para pedir la libertad para Pussy Riot. La última en mostrarles su apoyo ha sido Madonna, que ayer actuó en Moscú.
Sorprendió la semana pasada que el mismo Putin pidiera indulgencia para las tres acusadas. “No creo que se las deba juzgar de forma muy severa”, dijo a los periodistas en Londres.
La oposición acusa a Putin de tener siempre la última palabra en las principales decisiones del país y de tener bajo su batuta al poder judicial. Pero los abogados de las tres rockeras punk no son optimistas. Tras las palabras de Putin, el viernes pasado el juez rechazó a la mayor parte de sus testigos. “Putin engañó a todos otra vez”, dijo en Twitter Nikolái Polozov, uno de los abogados de la defensa. Esta cree que el mensaje de Putin iba dirigido a calmar el enfado de Occidente, pero que no iba a tener influencia en el resultado final.
8-VIII-12, G. Aragonés, lavanguardia
Desde una prisión en el norte de Karelia, el exoligarca Mijaíl Jodorkovski, que fue juzgado en la misma sala que las tres de Pussy Riot, ha comparado el juicio con “los inquisidores de la Edad Media”. En un comunicado en su web, pidió indulgencia para ellas. “Los
errores de radicalismo pueden ser perdonados por la juventud. Hago un llamamiento a todas las personas buenas para que envíen palabras de esperanza a las chicas”.
8-VIII-12, G. Aragonés, lavanguardia
No son tres las mujeres a las que estos días se juzga en Moscú por su comportamiento ante lo más sagrado. Mientras a las tres integrantes del grupo punk Pussy Riot se las juzga en el Tribunal Jamovnícheski del centro de Moscú, a una cuarta la juzgan en la calle los guardianes de la moral y la ortodoxia. Se llama Madonna y ayer llenó el Estadio Olímpico de Moscú con un concierto en el que pidió la libertad para Pussy Riot.
Esta vez a Madonna no le han hecho falta grandes esfuerzos para que sus dos conciertos en Rusia, ayer en Moscú y mañana jueves en San Petersburgo, estén rodeados de polémica. Apoyar a sus jóvenes colegas rusas y que llovieran críticas contra ella ha sido todo uno. Nada extraño dados los antecedentes y la posición de la iglesia ortodoxa hacia los espectáculos de la diva.
Varias asociaciones religiosas pidieron ayer que se prohibieran sus conciertos. Tomar posición por las tres acusadas “significa interferir en los asuntos internos de nuestro país y ejercer presión sobre el tribunal”, señaló el grupo monárquico Unión de los Portadores de Estandartes.
Un portavoz de la Unión de las Hermandades Ortodoxas, Yuri Aguéshev, justificó la petición porque “esta cantante se burla de nuestras leyes, de nuestras tradiciones, de nuestra cultura”.
Antes de su actuación, Madonna dijo que sería “una tragedia” que las tres jóvenes fueran a la cárcel. “Yo estoy contra la censura y en toda mi carrera he promovido la libertad de expresión, la libertad de palabra, y por supuesto pienso que lo que les está sucediendo es injusto”.
La animosidad de los creyentes ortodoxos más radicales contra Madonna no se debe a su apoyo a Pussy Riot. Es la propia figura de Madonna, el icono de lo que representa, lo que ellos rechazan.
De hecho, otras estrellas internacionales han mostrado su apoyo a las rockeras de Pussy Riot cuando han venido en meses anteriores a Rusia, pero ninguna ha recibido críticas semejantes de las organizaciones religiosas. Para Kiril Frólov, de la Asociación de Expertos Ortodoxos, los conciertos de Madonna son “una blasfemia”. Él asegura que la cantante “intenta profanar la cruz”.
Ayer, activistas ortodoxos se presentaron en las colas para entrar al concierto de Moscú con cruces. Y decenas de miembros de Catedral Popular y del Sindicato de Ciudadanos de Rusia formaron una cadena humana en la avenida Nevski del centro de San Petersburgo como protesta por los conciertos de la cantante. “Los conciertos de Madonna son propaganda de las perversiones sexuales, promueven el suicidio, la violencia y el odio religioso”, acusaba ayer Anatoli Artiuj, que dirige en la ciudad del Neva el movimiento Catedral Popular.
El concierto de ayer en Moscú estuvo vigilado por 400 agentes, entre policía y seguridad privada. No es esta la primera vez que la cantante estadounidense levanta ampollas en la Iglesia ortodoxa rusa. Hace seis años, durante su gira Confessions on a Dance Floor, los creyentes rusos se vieron sorprendidos por una escena en la que simulaba su propia crucifixión.
En el año 2009, el único concierto de Madonna en Rusia se celebró en San Petersburgo. En una carta dirigida a la cantante, los comunistas de la ciudad le pedían “actuar modestamente y cantar canciones revolucionarias”. Y le aconsejaban “vestir con recato, cantar melódicamente y tener en cuenta las leyes de la moralidad”.
8-VIII-12, G. Aragonés, lavanguardia