lanzamiento de ositos de peluche pro Derechos Humanos sobre Bielorrusia

Ni las sanciones occidentales, ni los disturbios opositores. Lo que avergonzó al último dictador de Europa, el bielorruso Alexandr Lukashenko, fue el lanzamiento de cientos de ositos de peluche desde una avioneta con propaganda antigubernamental. "Como buen dictador, cualquier grieta en la defensa nacional es una vergüenza para Lukashenko, aunque sean unos ositos de peluche", asegura a Efe Stanislav Shushkévich, primer dirigente de la Bielorrusia independiente. Ante la imposibilidad de celebrar manifestaciones de apoyo a los presos políticos en su país o de publicar artículos en los que se expongan las arbitrariedades del KGB bielorruso (servicios secretos), la oposición decidió echar mano de su ingenio. El pasado 4 de julio varios activistas montaron en la vecina Lituania en una avioneta sueca, cruzaron el espacio aéreo bielorruso y lanzaron centenares de ositos de peluche con paracaídas y pequeñas pancartas en defensa de la libertad. "Libertad de expresión, ya", "Apoyamos la lucha de los bielorrusos por la libertad de expresión", rezaban algunas de las pancartas que tomaron tierra en el noroeste del país. Las autoridades negaron durante semanas el incidente, pero cuando las imágenes aparecieron en los medios de comunicación internacionales el propio presidente bielorruso, Lukashenko, acabó por reconocer, iracundo, la incursión. "¿Por qué no fueron interceptados? ¿Les dio pena? ¿Cómo se puede explicar la provocación de una aeroplano que no sólo cruzó la frontera, sino que además sobrevoló territorio bielorruso con total impunidad?", dijo recientemente. "La invasión de los ositos de peluche", "Lukashenko le declara la guerra a los ositos de peluche", titularon algunos diarios occidentales, comentarios que irritaron sobremanera al líder bielorruso, que no tardó en lanzar una purga entre los altos mandos de las fuerzas de seguridad. Lukashenko destituyó al jefe del comité estatal de vigilancia fronteriza y al comandante en jefe de la Fuerza Aérea por "incumplimiento de sus funciones de garantizar la seguridad nacional" y dio una reprimenda al ministro de Defensa y al jefe del KGB. Según las agencias, en el avión viajaban dos miembros de la compañía de relaciones públicas sueca Studio Total y varios opositores, disidentes y activistas de los derechos humanos bielorrusos que se han exiliado en el país báltico. El líder bielorruso, que está en el poder desde 1994 y es considerado el último dictador de Europa, exigió tras el incidente con los ositos "el reforzamiento del sistema de seguridad nacional para garantizar una adecuada reacción ante cualquier desafío o amenaza, venga de donde venga". Shushkévich no considera que la reacción del dictador esté fuera de lugar, ya que recuerda que una de las claves de la supervivencia de Lukashenko durante casi dos décadas es su papel como garante de la defensa antiaérea rusa ante la expansión de la OTAN. "Rusia paga a Bielorrusia para que defienda ese flanco de una posible amenaza aliada. Por eso, que ni radares ni misiles pudieran interceptar una avioneta es un golpe bajo para Lukashenko", recalca. Además, Minsk expulsó al embajador sueco, aduciendo que colaboró en el lanzamiento de los ositos de peluche, lo que provocó esta semana una crisis diplomática con la Unión Europea, que amenazó el viernes con imponer nuevas sanciones contra el régimen. La jefa de la diplomacia europea Catherine "Ashton puede hacer unas declaraciones muy correctas, pero aún no ha entendido que Lukashenko no es un político al estilo de Berlusconi. Lukashenko no es un dirigente civilizado, es un dictador", apunta. Studio Total ha negado que hubiera ni siquiera comunicado a las autoridades suecas sus planes y su director, Per Cromwell, ha calificado a Lukashenko de "paranoico, como lo son la mayoría de dictadores". "Es incapaz de creer que una pequeña compañía de relaciones públicas fuera capaz de hacer una cosa igual sin colaborar con un Gobierno", señaló a la prensa. Lukashenko ha acusado en numerosas ocasiones a los países europeos, en particular a Polonia, Alemania y los bálticos, de financiar e instruir a la oposición democrática bielorrusa para dar un golpe de estado. "Lukashenko está obsesionado. Ve enemigos por todas partes. Se enfadó porque lanzaron ositos en vez de euros, cuando Bielorrusia está muy necesitada de asistencia financiera", comenta Anatoli Lebedkó, dirigente opositor. Por si fuera poco, el KGB, el arma represora del régimen, ha recibido la orden expresa de detener a los posibles cómplices de la compañía sueca en suelo bielorruso. Según Amnistía Internacional, dos fotógrafas ya han recibido fuertes multas y un bloguero, Antón Suriapin, podría ser condenado a siete años de cárcel sólo por colgar fotos de los ositos de peluche en internet.

12-VIII-12, I. Ortega, efe, elconfidencial

Una incursión aérea en la que se lanzaron más de ochocientos osos de peluche en paracaídas sobre los alrededores de Minsk ha costado el puesto a dos altos cargos militares de Bielorrusia, el jefe del Comité de la Frontera Estatal, general Igor Rachkovsky, y el jefe de las Fuerzas Aéreas y la Defensa Antiaérea, general Dmitri Pajmelkin. El presidente, Alexandr Lukashenko, ha destituido a los dos altos cargos “por el inadecuado cumplimiento de las obligaciones de servicio en el mantenimiento de la seguridad nacional de la República de Bielorrusia”, según informó el martes Belta, la agencia oficial de ese país.

El incidente por el que Lukashenko ha purgado y abroncado a la cúpula militar ocurrió el 4 de junio, cuando una avioneta ligera sueca que volaba a baja altura penetró al amanecer en el espacio aéreo bielorruso y lanzó los osos paracaidistas sobre la localidad de Ivenets y las afueras de la capital. Los peluches, equipados con letreros a favor de las libertades y la democracia, desafiaron al régimen de Lukashenko, en el poder desde 1994, justo un día después del gran desfile y la exhibición aérea con la que el régimen conmemoraba el día de la Independencia.

La avioneta, fletada por la empresa de relaciones públicas sueca Studio Total, se adentró en Bielorrusia procedente de Lituania, para regresar por donde había venido tras lanzar su carga subversiva. Hasta la semana pasada, los medios de comunicación bielorrusos negaron este incidente que evoca la odisea del alemán Mathias Rust, que aterrizó en la plaza Roja de Moscú tras burlar las defensas aéreas de la Unión Soviética en mayo de 1987.

Después de que los osos hubieran sido reiteradamente fotografiados y filmados y el servicio de fronteras lituano confirmara la violación del espacio aéreo, Lukashenko acabó por admitir el suceso, y, en una reunión con la cúpula militar, increpó iracundo: “¿Por qué los jefes no interceptaron ese vuelo? ¿Acaso sintieron compasión? ¿Es negligencia de personas concretas o un error en el sistema de vigilancia de la frontera estatal en el espacio aéreo?”.

En relación con el suceso fueron encarcelados dos ciudadanos bielorrusos sospechosos de colaborar con la expedición sueca, aunque no se ha hecho pública la acusación oficial. Se trata de Antón Suryapin, un estudiante de periodismo que divulgó imágenes de los ositos en Internet, y Serguéi Bashrímov, un agente inmobiliario de Minsk. Ambos permanecen en un calabozo del Servicio de Seguridad del Estado de Minsk y pueden ser condenados a siete años de cárcel.

Además de los dos militares destituidos, el ministro de Defensa, Yuri Zhadobin, y el jefe del Estado Mayor, Petr Tijonovski, han recibido una advertencia por fallos en el servicio. Por su parte, el secretario de Estado del Consejo de Seguridad, Leonid Maltsev y el jefe del Comité de Seguridad del Estado, el general Vadim Zaítsev, han sido objeto de una amonestación severa.

Lukashenko es el principal aliado militar de Rusia y la defensa antiaérea de los confines occidentales de Bielorrusia es tarea común de los dos países. Moscú ha efectuado grandes inversiones en el sistema de defensa antiaérea en las fronteras con la OTAN, por lo que es de suponer que en Rusia la incursión de la avioneta sueca y la invasión de los peluches han causado tanta o más irritación que en Bielorrusia.

1-VIII-12, P. Bonet, elpais

El caso del lanzamiento de ositos de peluche con mensajes de oposición al régimen de Lukashenko sobre Minsk ha aumentado las tensiones ya existentes entre Suecia y Bielorrusia. El Gobierno bielorruso ha anunciado este mediodía la expulsión del embajador sueco de su país, hecho que ha tenido una inmediata respuesta por parte de Suecia. Estocolmo ha advertido que rechazará la llegada del nuevo embajador bielorruso, nombrado hace apenas unas semanas, y retirará el permiso a dos diplomáticos bielorrusos presentes en su país.

"He recibido con profunda preocupación las novedades procedentes de Minsk y Estocolmo de la decisión de las autoridades bielorrusas de expulsar al embajador de Suecia Stefan Eriksson", ha señalado la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, en un comunicado para después advertir de al régimen de Lukashenko: "La cuestión será sometida al comité político y de seguridad en Bruselas y tomará las medidas apropiadas". "'La Unión Europea y Suecia --recordó-- están comprometidas en favor de la modernización de Bielorrusia y de la difusión de los valores europeos, en particular de la democracia, los derechos del hombre y del Estado de derecho".

Suecia ha señalado que Stefan Eriksson, su embajador en Minsk desde 2008, está siendo expulsado por su defensa de los derechos humanos después de haberse entrevistado en varias ocasiones con la oposición bielorrusa. El país exsoviético está presidido por Alexandr Lukashenko, considerado el último dictador de Europa, desde 1994 y está sometida a las sanciones de la UE por su represión a la oposición.

El ministro de Asuntos Exteriores sueco, Carl Bildt, ha precisado, en un comunicado, que la expulsión de su embajador por el Gobierno bielorruso "es un grave atentado contra las normas que rigen las relaciones entre estados". Además, a través de su cuenta de Twitter, ha calificado de "escandalosa" la expulsión y ha asegurado que el hecho "muestra la naturaleza del régimen".

Bielorrusia, por su parte, ha acusado a Eriksson de buscar la destrucción de las relaciones bilaterales y ha argumentado que el diplomático sueco no ha sido expulsado sino que "su acreditación no ha sido renovada".

El agravamiento de las relaciones entre ambos países sucede apenas un mes después del lanzamiento, el pasado 4 de julio, de más de mil ositos de peluche con mensajes de oposición a Lukashenko, desde una avioneta sueca que entró en territorio bielorruso. El suceso provocó la destitución de dos altos cargos militares, el jefe del Comité de la Frontera Estatal, general Igor Rachkovsky, y el jefe de las Fuerzas Aéreas y la Defensa Antiaérea, general Dmitri Pajmelkin. Ambos fueron acusados por el presidente de incumplir "las obligaciones de servicio en el mantenimiento de la seguridad nacional".

3-VIII-12, agcs, elpais