"Excelencia: ¿deportiva sí, educativa no?", Carles Armengol

Los éxitos deportivos han revelado la eficacia de determinados sistemas formativos como los CAR (Centros de Alto Rendimiento) o la famosa Masía del Barça. ¿Nos atreveríamos a algo similar en favor de las ciencias o de las letras?

En las evaluaciones educativas internacionales, España destaca no sólo por unos resultados generales mediocres (una media de puntuaciones tirando a baja), sino, sobre todo, por una carencia de alumnado excelente en las materias evaluadas. Este dato no se pone bastante de relevo y parece no preocupar en exceso. Obsesionado por la equidad, el pensamiento pedagógico dominante recela de la excelencia y ésta desaparece de los objetivos educativos. Todo sistema educativo tiene que aspirar a las dos calidades: equidad y excelencia. La equidad es un valor, pero una equidad sin excelencia es un fraude. La equidad en la mediocridad o en la indigencia deja de tener el más mínimo valor.

Las actuales políticas para la equidad educativa quizás son insuficientes (a pesar de que nuestro sistema escolar lo es bastante, de equitativo), pero las políticas por la excelencia son inexistentes y, además, no parece preocuparnos demasiado. Ahora, si se trata de deporte, parece que nos vaya la vida y el futuro del país en la consecución de las preciadas medallas olímpicas, o en ganar un mundial...

9-IX-12, Carles Armengol, lavanguardia