la primavera ciudadana sigue en la calle del invierno ruso

Fuerte, pero estancada. La oposición de la calle, la que no tiene representación en las instituciones, organizó ayer su sexta manifestación multitudinaria contra el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en menos de un año. Enormes globos de colores, sobre los que alguien había pintado pasamontañas, pedían libertad para las tres rockeras de Pussy Riot, condenadas el mes pasado a dos años de cárcel por su “oración punk” contra Putin. El espíritu reivindicativo y festivo se llenó de nuevos chistes y pullas contra el jefe del Kremlin, al que alguien llamaba “hombre pájaro” por haber acompañado hace una semana a una bandada de garzas pilotando un ala delta. Pero desde las tribunas y los megáfonos apenas se escucharon nuevas ideas. El fin del poder vertical de Putin y la celebración de nuevas elecciones siguen siendo las principales reivindicaciones.

Según la Policía fueron unas 14.000 personas las que se reunieron en la plaza Pushkin, en el centro de Moscú, para marchar por los bulevares de la capital rusa hasta la avenida Sajarov. Fuentes de los organizadores de la protesta, bautizada como “Marcha de los Millones”, aseguran que los manifestantes podrían alcanzar los 20.000, aunque a algunos líderes opositores se les llenase la boca con 100.000.

Las esperanzas de cambio que nacieron el pasado mes de diciembre, tras las elecciones parlamentarias y las primeras manifestaciones masivas contra el fraude electoral, donde la oposición llegó a reunir a unas 120.000 personas, se fueron disolviendo tras la victoria de Vladímir Putin en las elecciones presidenciales de marzo. Putin ya fue presidente de Rusia entre 2000 y 2008, y luego estuvo cuatro años como primer ministro. Junto a los desilusionados también han abandonado la protesta quienes piden a los organizadores un mensaje concreto, algo que aglutine y que vaya más allá del simple “¡Putin fuera!”

Voina_392Entre estos últimos se encuentra el multimillonario Mijaíl Prójorov, candidato a las elecciones presidenciales de marzo. Prójorov participó en las anteriores protestas como ciudadano de a pie, pero en esta ocasión decidió no asistir ante la falta de un programa coherente. El líder del partido liberal Yábloko, Grigori Yavlinski, también pidió a sus seguidores no participar.

En realidad la misma configuración de esta oposición dificulta un mensaje común, o incluso la designación de un liderazgo único. La misma marcha de ayer explica gráficamente quiénes son. Junto a la plaza Pushkin, los manifestantes se dividieron en tres columnas, una para las izquierdas, otra para los nacionalistas y la tercera para los liberales y otras posiciones centradas.

Pero a todas estas ideologías les une una misma cosa: el rechazo al sistema creado por Putin desde que llegara al poder hace doce años. Esa idea les mantiene fuertes y les permite reunir en la calle a varias decenas de miles de personas para mantener su pulso con el poder. “Debemos venir a las manifestaciones para ganar libertad para nosotros y para nuestros hijos, para defender nuestra
dignidad. Nadie nos liberará, sino nosotros mismos”, dijo a la multitud el abogado y bloguero Alexéi Navalni, el más carismático de los líderes de la oposición, la única figura nueva que ha surgido de las protestas.

En los eslóganes políticos de ayer aparecieron por vez primera las Pussy Riot, el grupo de rock punk que se ha hecho famoso en todo el mundo tras su detención en marzo, después de que pidieran el fin de Putin en la catedral de Cristo Salvador de Moscú. La liberación de las tres condenadas fue ayer otra de las reivindicaciones de la marcha.

Desde que Putin tomó posesión como presidente, en mayo, el Parlamento ruso ha aprobado una serie de reformas legislativas que la oposición asegura van dirigidas contra las voces discrepantes. Una de esas decisiones ha aumentado considerablemente las multas por participar en manifestaciones no autorizadas o por practicar cualquier tipo de violencia durante un mitin. La decisión se tomó en junio, después de que la manifestación del 6 de mayo terminara violentamente.

En la marcha de ayer también participó Guennadi Gudkov, uno de los pocos diputados que ha tomado parte en las protestas anti Putin. El viernes la Duma le despojó de su escaño de diputado. Su expulsión se debe a las sospechas de que ha mantenido actividades comerciales incompatibles con su cargo, algo por lo que se le están investigando, pero por lo que no existe todavía ninguna resolución judicial.

16-IX-12, G. Aragonés, lavanguardia