"Julio Iglesias, federal", Enric Juliana

Soraya Sáenz de Santamaría, inteligente, habló ayer en tono mesurado, en vez de amenazar con la anulación de las próximas elecciones catalanas, delirio puesto en circulación en Madrid. "Si las elecciones se plantean como un plebiscito, podrían ser ilegales". Tal amenaza es un disparate de colosales dimensiones, difícilmente imputable al equipo de la Presidencia del Gobierno. Gasolina para la Marca España. Mensajes de este tipo hacen daño en el exterior y contribuyen a la internacionalización de la cuestión catalana, a estas horas presente en los principales medios de comunicación extranjeros.

La algarabía de Madrid ha engrandecido el Onze de Setembre ante los observadores internacionales. Catalunya es hoy un dossier europeo. Y como alguien amenace en serio con impedir a los electores catalanes ejercer sus derechos democráticos, me temo que la carpeta acabará llegando a la mesa del Directorio. Comentario de un influyente corresponsal inglés en España, el pasado miércoles en la sede de la Generalitat en Madrid: "Estamos ante una gran historia, que va a tener mucho recorrido". En Londres, cuando conocieron la propuesta del Scottish National Party de convocar en el 2014 un referéndum sobre la independencia del viejo reino se tomaron primero el té de las cinco y después llamaron al primer ministro escocés, Alex Salmond, para empezar a discutir las condiciones de la consulta. En vez de embestir, acotaron. En vez de inflamar más de la cuenta el debate público, intentaron convertir la cuestión en un consuetudinario asunto british: ante todo, el procedimiento. La flema como atractivo turístico.

No son tontos los ingleses. He viajado este verano a Escocia y he regresado con tres conclusiones: la pugna se resolverá bajo el manto del Reino Unido y de Su Majestad la Reina; no hay un exceso de tremendismo por las dos partes, pese a la fuerte y dramática resonancia histórica de las tensiones anglo-escocesas; la profusión de banderas azules con la cruz de San Andrés en blanco, desde Edimburgo hasta arriba de todo de las Highlands, forma parte de una oferta político-turística: Escocia, un lugar distinto. Escocia, un lugar interesante. (Escocia es un país extraordinariamente bello).

España funciona de otra manera. El principal centro de reclutamiento del soberanismo catalán se halla en estos momentos en la algarabía de Madrid. Lo escribo por tercera vez: si mañana se volviese a celebrar la manifestación del Onze de Setembre, aún habría más gente. Lo sorprendente es que ni siquiera se dan cuenta de ello.

Lo cual no quiere decir que no haya movimientos inteligentes. Después de haber pronunciado la palabra algarabía -contribución no menor al éxito de la manifestación-, Mariano Rajoy ha decidido tomar el té de las cinco, consciente de que, en el corto plazo, la peor parte se la puede llevar el PSOE. Si el PSC queda laminado, las posibilidades de recuperación del socialismo español serán todavía más arduas. Dicho de otra manera, en estos días de septiembre puede haber saltado por los aires el mapa sociológico del centroizquierda español.

Ello explicaría la súbita reaparición de la palabra federalismo en muchos artículos de opinión. ¡Milagro! Hasta Julio Iglesias se ha declarado partidario del federalismo -un sano y bronceado federalismo- en una entrevista en el diario El Mundo. Y Felipe González, el más listo de todos, ha descubierto las virtudes del federalismo asimétrico. Habrá que enviar un ramo de rosas rojas a Pasqual Maragall, del que tanto se rieron.

22-IX-12, Enric Juliana, lavanguardia