Putin ofrece recompensa por las Pussy Riot que consiguieron huir
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El drama de Pussy Riot se ha convertido en un culebrón político muy útil para el Kremlin. Mientras la oposición y sus multitudinarias protestas pierden fuerza, el país se distrae con iniciativas como la del movimiento juvenil Nashi, creado y alimentado desde el poder, que ha puesto precio a la cabeza de dos pussy riot a las que todavía busca la policía.
Nashi (que en ruso quiere decir los nuestros) ofrece una recompensa de 50.000 rublos (unos 1.250 euros) a la persona que ofrezca información sobre el paradero de las integrantes del grupo de rock punk Pussy Riot, que se hicieron famosas en el mundo entero tras su oración punk contra el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Uno de los líderes de Nashi, Konstantín Goloskokov, explicó este miércoles en una emisora de radio de Moscú que su grupo está recaudando dinero en internet para aumentar “el fondo del premio”. Según él, su actuación es una forma de apoyar a la justicia: “Es injusto que varias integrantes de Pussy Riot estén en prisión mientras que otras no lo están”.
Tres miembros de Pussy Riot se encuentran actualmente en prisión cumpliendo una pena de dos años de cárcel que les impuso en agosto un tribunal de Moscú por un delito de “vandalismo motivado por odio religioso”. El 21 de febrero cinco mujeres entraron en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, el principal templo ortodoxo de Rusia, y en el púlpito improvisaron una oración punk en la que pedían: “Santa Madre de Dios, echa a Putin”.
Dos semanas después se celebraban elecciones presidenciales. Querían, según declararon las jóvenes durante el juicio, protestar por el apoyo que había dado a Putin el jefe de la Iglesia ortodoxa, el patriarca Kiril. Nadezhda Tolokónnikova (de 22 años), María Aliójina (de 24) y Yekaterina Samutsévich (29) fueron detenidas en marzo. Pero la policía busca a otras dos mujeres, hoy en paradero desconocido.
A finales de agosto el grupo anunció a través de Twitter que ambas habían “logrado salir de Rusia”. Ni la policía ni el grupo han revelado los nombres de las dos rockeras, y la historia, con sus rumores y especulaciones, sirve ahora para meterse en la lucha política rusa.
Expertos y politólogos creen que los grupos próximos al Kremlin están utilizando la serie de Pussy Riot para desacreditar o para dejar en un segundo plano de la actualidad a la oposición, que este año ha organizado las mayores protestas contra Putin. La última manifestación en Moscú, el 15 de septiembre, reunió a varias decenas de miles de personas. La última historia en torno a Pussy Riot la reveló ayer el diario Nezavísimaya Gazeta. La rama rusa de la orden de los Caballeros Templarios ofrece una medalla a quien descubra al organizador de la oración punk. Según el conocido abogado Ígor Trunov, que lidera la orden, el cerebro de las rockeras se encuentra en Estados Unidos, y estaría utilizando al oligarca Borís Berezovski, enemigo declarado del Kremlin exiliado en Londres, como intermediario. El caso Pussy Riot se ha convertido en un tema demasiado delicado en Rusia y ha dividido a la sociedad sobre en creyentes y no creyentes, y sobre el papel que debe tener la religión y, en concreto, la Iglesia ortodoxa. Esta semana los cuatro grupos de la Duma han apoyado un proyecto de ley para “defender los sentimientos religiosos de los ciudadanos”. La nueva norma castigaría la profanación de lugares y objetos de culto.
Esta cuestión influye también en otros ámbitos de la vida. La multinacional sueca de muebles Ikea ha retirado una fotografía de su páginaweb en la que varios modelos llevaban pasamontañas como los que utilizan Pussy Riot en sus actuaciones. La compañía ha explicado que su actividad nada tiene que ver ni con la política ni con la religión, y que no puede permitir que se utilicen sus anuncios.
28-IX-12, G. Aragonés, lavanguardia