las comparaciones... son instructivas

Es un ejercicio democrático saludable ya que permite contrastar programas y da la oportunidad a los candidatos de castigar los flancos más débiles de su adversario, como ha pasado en más de una ocasión desde el primer debate televisado que tuvo lugar entre Kennedy y Nixon en 1960. Las diferentes democracias han ido incorporando casi como una norma esta nueva situación hasta situar en una muy mala posición ante la opinión pública a los que se han negado a ello. En España hubo que esperar a 1993 para que hubiera un cara a cara televisado, y lo protagonizaron Felipe González y José María Aznar, y hasta la fecha sólo han tenido lugar cinco (de 12 elecciones, ha habido 6 debates, y sólo "a 2", ndr). En Catalunya, casi ni eso: Pujol, Maragall y Montilla se negaron sistemáticamente a protagonizar ningún debate a dos en televisión, y tan sólo aceptaron en el 2003 los entonces aspirante Maragall y Mas a protagonizar uno...

(Países Bajos, IX-2012:) Los candidatos han celebrado siete debates televisados en apenas tres semanas...

Los debates, ritual ineludible de toda campaña electoral en Estados Unidos, raramente deciden la elección. Pero influyen. Y representan una ocasión única de observar a los candidatos sin guion ni red. Sometidos a las preguntas del moderador y a las réplicas del rival. Sin teleprompter ni discursos escritos, ni la posibilidad de controlar los tiempos y la escena que ofrecen las ruedas de prensa.

En el clásico Cómo se fabrica un presidente, 1960, Theodore White dedicó un capítulo al primer debate presidencial televisado de la historia, entre John F. Kennedy y Richard Nixon. Si algún debate ha sido decisivo, fue aquel. Los sudores y la sombra de las cinco de la tarde (la incipiente barba) del entonces vicepresidente contrastaban con el dinamismo y la soltura del joven senador...

En esencia, nada ha cambiado desde 1960. Esta noche -tres de la madrugada del jueves en España-, en la Universidad de Denver (Colorado), el presidente Barack Obama y Mitt Romney, su rival republicano, se enfrentarán en el primero de tres debates antes de las elecciones del 6 de noviembre...

No hay favorito esta noche. Obama es el presidente, conoce al detalle las políticas que se debatirán y su discurso es coherente y articulado. Pero Mitt Romney tiene más fresca la experiencia a la hora de debatir: los debates de las primarias republicanas sumaron 50 horas. Otra ventaja: en 1960, Theodore White ya entendió que un debate entre un aspirante y un gobernante permite al aspirante, por el solo hecho de compartir escena con el gobernante, elevarse, adquirir un aura presidencial.

"Hasta que las cámaras enfocaron al senador y al vicepresidente -escribió White-, Kennedy había sido el muchacho sometido al asalto y al ataque del vicepresidente por inmaduro, joven e inexperto. Ahora, obviamente, estaba en pie de igualdad con el vicepresidente"...

Se trata de colocarse en la mejor posición para proclamarse vencedor tras el debate (¡el candidato ha superado las expectativas!) o atenuar los efectos de una posible derrota (todo ha salido según esperábamos...). Porque Obama y Romney saben que tan importante es su rendimiento durante el debate como la interpretación que le den los cronistas, los tertulianos, y ahora también las redes sociales...

4/3-X/12-IX-12, J Antich/X. Mas de Xaxàs/M. Bassets, lavanguardia