"No hay que ser tan bestia", Francesc-Marc Álvaro
El Gobierno alemán quiere prohibir de manera más explícita la práctica de sexo con animales. Según parece, el problema es “obligar” cualquier bestia a hacer cosas “contrarias a su especie”...
La noticia da que pensar. ¿Tan popular es la zoofilia en el país de la señora Merkel que hace falta una legislación específica sobre la materia? ¿En caso de que un animal mantenga relaciones íntimas con una persona mediante la seducción y no la fuerza, la nueva ley no se aplicaría? ¿Qué debemos entender como prácticas contrarias a su especie cuando sabemos tan poco, por ejemplo, de la vida sexual de los canguros o las anacondas? ¿Por qué son las autoridades de Agricultura las que hablan de la cuestión, cuando este ministerio siempre observa al pobre animal como producto comestible, lo cual conecta con la sexualidad, tal como sabemos gracias a Freud y otros sabios? ¿Esta nueva reglamentación incluirá los espectáculos donde un hombre y/o una mujer se lo monta con algún bicho para divertimento del público? Si la mano protectora del legislador ha pensado en el perro de la vecina, ¿por qué motivo no tendría que pensar en aquellas especies más reputadas del reino vegetal que –según dicen– también pueden intervenir en este tipo de recreos privados? En fin, las preguntas me agobian.
Que el país motor de la UE desde donde se dictan las políticas del día se dedique a estas cosas es algo verdaderamente sensacional. Eso quiere decir que, en Berlín, hay algún funcionario que dedica horas y horas a estudiar (y los alemanes cuando estudian algo son muy eficientes) la enorme casuística que se deriva de las relaciones sexuales entre animales y animales más o menos racionales. Es la civilización, señoras y señores. ¿Qué pagaríamos para poder acceder a estos informes? Los amigos de Wikileaks ya tardan en ofrecernos estos contenidos tan interesantes. Pronto, quizás, nuestros legisladores imitarán a sus homólogos alemanes. Aquí, tal como somos, seguro que mejoraríamos la ley. Siempre será más fácil eso que implantar medidas para evitar que cierren las empresas.
Está documentado que, en las sociedades agrarias, el contacto sexual entre personas y animales era una realidad habitual. Muchas veces, los jóvenes se iniciaban en los misterios de la vida íntima mediante el ensayo ritual que convertía a una hermosa gallina en la princesa más codiciada de la comarca. Antes de que los adolescentes utilizaran los chats y Facebook para descubrir de qué va esto, el corral doméstico ofrecía unas posibilidades nada despreciables.
30-XI-12, Francesc-Marc Álvaro, lavanguardia