España cañí -86: la partitocracia, impune esperpento de sí misma
La semana pasada se destapó en Lloret de Mar una historia que me tiene encandilado. La leí en El Punt Avui, donde la periodista Nuri Forns explicaba el caso de un concejal de Lloret que se presentó por el PSC en las elecciones municipales del 2011 y hasta hace un par de semanas no se ha sabido que es militante del PP. El concejal en cuestión se llama Josep Cortés. Un mes después de haber sido escogido abandonó el grupo socialista (que quedó con sólo tres concejales) y desde entonces va –digamos– por libre, en el grupo mixto. El sainete es espectacular. El PSC lo incluyó en su lista porque “les vino ‘recomendado’ desde el partido”. Cuando abandonó el grupo del PSC, los socialistas de Lloret pidieron a las altas jerarquías de la calle Nicaragua que lo suspendiesen de militancia o que lo expulsasen. Ahora saben que, si hubiesen intentado hacerles caso, no podrían haber hecho ni una cosa ni otra: porque no milita en el PSC, sino en el PP. Según explica Nuri Forns, una concejal del PSC de Lloret detalla: “Incluso en los plenos oigo cómo los concejales del PP dicen en voz baja a Cortés lo que tiene que votar”.
Desde que, en 1796, el norteamericano Samuel Miles se convirtió en el primer trilero político de la historia –cuando, en contra de lo que había prometido a sus electores, optó por el candidato republicano Thomas Jefferson en vez del federalista John Adams– la lista de contorsionistas de la cosa pública se ha hecho cada vez más larga. El caso de Lloret es un golazo por toda la escuadra. Me quito el sombrero. Que un partido consiga colocar a uno de sus militantes en las listas del partido rival conmina a ponerse en pie, aplaudir y gritar “¡Bravo!”. En aquellas elecciones, el PSC obtuvo cuatro concejales y el PP, dos. Con la huida de Cortés –y si, según dice la concejal socialista, vota lo que los del grupo popular le dicen que vote– ahora el PP tiene de facto tres concejales. Tres a tres: empate entre PSC y PP, y las elecciones dieron cuatro a un partido y dos al otro. En Nova Ràdio Lloret explican que Josep Cortés acusa ahora a Joan Bernat, primero de la lista del PSC a la alcaldía, “de no haberse informado a la hora de escoger a las personas que formaban parte de su candidatura”. Pues tiene toda la razón. No me cabe en la cabeza que un candidato pueda llevar en su lista personas a las que conoce tan poco que incluso ignora que militan en otro partido. Eso demuestra cómo va todo en política, y el hecho de que en este caso se trate de política municipal (eso de que en los municipios pequeños importan las personas más que las siglas) no es excusa. Si los mismos partidos ponen en sus listas a individuos que no saben quién son realmente –sólo porque les llegan “recomendados”–, ¿cómo quieren que la gente no esté hasta la coronilla de todos ellos?
18-XII-12, Quim Monzó, lavanguardia