por una Reforma de la Ley Electoral (a la irlandesa)

El alto grado de insatisfacción política de los catalanes - y su sensación de que "las elecciones no aseguran que las opiniones de los votantes estén bien representadas"-ha llevado a algunas fundaciones a buscar respuestas que mejoren la calidad democrática del sistema electoral e introduzcan una mayor cercanía entre líderes y ciudadanos.

Con este objetivo, la Fundació Catalunya Oberta encargó al profesor Agustí Bosch, de la Universitat Autònoma de Barcelona, un estudio comparativo sobre aquellos sistemas electorales "que tienden a mejorar la satisfacción con la democracia, la rendición de cuentas (de la clase política) y la comunicación con los candidatos".

El estudio ha indagado en la "influencia que ejerce en cada país uno u otro sistema electoral sobre la manera como sus ciudadanos perciben la política y los políticos". Y aunque el propio autor del trabajo reconoce que el sistema electoral no es "la piedra filosofal que explica por qué unos países tienen una gran confianza en su sistema político", sí parece "verosímil" que las características del modelo pueden contribuir a ello.

A partir de ahí, el estudio ha analizado "las actitudes de los ciudadanos hacia el sistema político" en diversos países, sobre la base de un programa internacional de encuestas postelectorales (el Comparative study of election systems),que abarca a 38 estados entre 1996 y 2005. A efectos del sistema electoral, esos países se dividen en tres categorías: países con un sistema electoral de "voto personalizado o referencial-transferible" y con circunscripciones uninominales o muy pequeñas (como Gran Bretaña, Canadá, Bielorrusia o Taiwán); países que combinan el voto a una lista en circunscripciones grandes yel voto personalizado en circunscripciones uninominales (como Alemania, México o Japón), y países cuyo sistema electoral contiene sólo el voto a una lista (como el caso de España, Israel o Chile).

Pues bien, los resultados apuntan que "celebrar elecciones con voto personalizado o preferencial transferible ayuda a aumentar los contactos entre ciudadanos y candidatos, la satisfacción con el funcionamiento de la democracia y la percepción por parte de los ciudadanos de la representatividad de las elecciones". Eso sí, el sistema electoral "no ejerce ninguna influencia significativa sobre la confianza o la limpieza de las elecciones, ni sobre el reconocimiento de los candidatos, ni sobre la confianza en la representatividad de los distintos partidos".

La aplicación práctica de estas conclusiones al caso de Catalunya - y su compatibilidad con la Constitución española y el Estatut-obliga a descartar los sistemas británico y australiano porque no son proporcionales. En cambio, el sistema de "voto único transferible" o sistema irlandés sí cumple los requerimientos legales que se dan en Catalunya y "contribuye como pocos" a acentuar la satisfacción de los ciudadanos con la democracia.

¿En qué consiste este sistema de voto? En esencia, la papeleta contiene "todos los candidatos a los escaños de la circunscripción y el votante ha de escribir un número 1 al lado del candidato que prefiere, un 2 al lado del candidato que prefiere en segundo lugar (es decir, el que preferiría si su favorito no pudiera ser escogido), y así hasta ordenar todos los candidatos de la papeleta".

Este orden de preferencias posibilita "la transferencia de votos", de modo que "cuando la primera preferencia de un votante no es aprovechable (porque el candidato no tiene ninguna posibilidad de resultar escogido o porque ya ha sido elegido), entonces el voto se transfiere automáticamente al candidato que aquel votante ha colocado en segunda preferencia" (véase ilustración adjunta).

Este sistema tiene otras consecuencias añadidas, pues "permite a los electores brindar pistas a los partidos sobre qué coaliciones postelectorales prefieren" (a partir de las segundas preferencias que expresan los votantes en sus papeletas) y posibilita "la aparición de candidatos independientes, ya que no existen listas de partidos". Además, este modelo obliga a dibujar circunscripciones de magnitud moderada (de entre tres y cinco escaños), lo que trasladado a Catalunya supondría en torno a 40 circunscripciones, "en general de base comarcal" (aunque algún caso exigiría la agregación de varias comarcas y algún otro, su subdivisión).

5-I-09, red, lavanguardia