la Pena de Muerte continúa en lento pero firme retroceso en el mundo

La aplicación de la pena de muerte en el mundo mantiene una ligera tendencia a la baja, según el informe anual de Amnistía Internacional (AI) relativo al 2012. Las cifras absolutas son prácticamente las mismas que en el 2011, con 682 ejecuciones confirmadas, dos más que el año anterior, en el mismo número de países, 21. Todo ello con la excepción ya habitual de China, de donde no se conocen datos “fiables” pero, señala AI, “la información disponible indica a todas luces que lleva a cabo más ejecuciones que el conjunto del resto del mundo”, en torno a las 2.000.

Hecha esta excepción, “en muchas partes del mundo las ejecuciones empiezan a ser cosa del pasado –afirma el secretario general de AI, Salil Shetty–. Sólo uno de cada diez países aplica la pena de muerte”. En el caso de China, el informe menciona, no obstante, un anunciado Plan Nacional sobre Derechos Humanos que estipula algunas garantías procesales cuando se contemple la condena a la pena capital.

Las buenas noticias proceden del África subsahariana, donde tres países se van a sumar a la abolición (Benín, Madagascar y Ghana) y en otros tres (Burkina Faso, Sierra Leona y Malaui) no se emitieron condenas, aunque en Gambia hubo nueve ejecuciones por primera vez en 30 años. Gambia, Japón (siete ejecuciones), India y Pakistán rompieron en el 2012 su tendencia positiva. Lo mismo que Bielorrusia, que fusiló a tres acusados de terrorismo que habían confesado bajo tortura. Si Bielorrusia es el único país europeo que aplica la pena máxima, otra república exsoviética, Letonia, la ha abolido. Lo mismo que el estado norteamericano de Connecticut (que además ha impuesto una ley de control de armas). “Aunque Estados Unidos fue el único país de América en el que hubo ejecuciones en el 2012 –dice el informe–, sólo se realizaron en nueve de sus estados”. Eso sí, en algunos casos se trataba de personas con discapacidad mental.

Pero nada es comparable a lo que ocurre en los países del golfo Pérsico. Del total de ejecuciones confirmadas (en muchos casos se estima que son más de las comunicadas), las tres cuartas partes se concentran en tres países: Irán, Iraq y Arabia Saudí. A ellos se puede añadir Yemen.

En Iraq se ejecutó a 129 personas en el 2012 (al menos 68 en el 2011), “a menudo en tandas, con hasta 34 en un solo día”, dice el informe, y la mayoría por delitos de terrorismo o asesinato. “Hay cientos de personas cuyas condenas ya se han ratificado y que podrían ser ejecutadas en cualquier momento”, subraya AI.

Pero si Iraq y Yemen son estados que apenas emergen de una situación de guerra, inestables y con instituciones disfuncionales, Irán y Arabia Saudí carecen de atenuantes. Enfrentados en el concierto geoestratégico de Oriente Medio, ambos tienen sin embargo en común la aplicación de la ley islámica, las condenas por delitos no considerados graves internacionalmente y la falta de garantías, como la ausencia de abogados, la incomunicación del reo y la condena de personas que eran menores en el momento de cometer el delito o el crimen.

Especialmente reseñable en el caso saudí es la condena de extranjeros, que suelen carecer de intérpretes: 27 en el 2012. Irán acusó a Arabia Saudí de “acto medieval” por la condena de tres de sus ciudadanos, violando las normas de asistencia consular. AI señala el caso estremecedor de un sudanés, decapitado con una espada, como es habitual, “seguido de lo que en Arabia Saudí se conoce como crucifixión: la cabeza cercenada se cose de nuevo al cuerpo, y este se cuelga de un poste en un lugar público”.

10-IV-13, red, lavanguardia