"Donde mueren los payasos", Luis Noriega

La primera versión de Donde mueren los payasos, que ahora publica Blackie Books, fue escrita en un mes, resultado de un juego entre el autor, Luis Noriega (Cali, 1972), y sus amigos escritores. “Cada uno tenía que escribir 1.700 palabras durante un mes. No era cuestión de calidad, sino de cantidad. Ya habíamos jugado antes, pero fue la primera vez que al terminar pensé que me había salido algo... redondo”.

La idea de escribir esta “farsa electoral en sesenta y nueve capítulos y un epílogo” surgió en el 2010. Por aquel entonces el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, estaba a punto de finalizar su segundo mandato (al que había accedido gracias a una reforma constitucional que permitió su reelección en el 2006) y a la espera del fallo del Tribunal Constitucional, que de aceptar el referéndum le ofrecería a Uribe un tercer mandato. “Pensé mucho en qué pasaría –como finalmente pasó– si el líder desaparecía. Pensé en la carrera de ratas que se pondría en marcha para ver quién se queda con el poder”, explica Noriega. “Pero lo que realmente me interesaba de esa carrera era la ambición de unos políticos sin programa, de una lucha que no entiende de ideologías, sino de ambiciones y sed de poder”.

Con su novela, Noriega ha construido una caricatura compleja y surrealista sobre la peor versión de la política contemporánea. El Líder de “un país corrupto e impotente cualquiera” se ha mantenido durante años en el poder gracias al Barómetro Permanente de Opinión (BPO), un efectivo –y amañado– sustitutivo de las elecciones periódicas, una herramienta que mide con precisión la intención de voto de todas las familias –con internet– y evita convocar elecciones si no hay grandes cambios. Hasta que el payaso Cucaracho, incitado por la revista Evacuación (“el circo del pueblo sin pan”), se presenta como candidato a la presidencia y se convierte, sin quererlo, en el autor del “otoño del patriarca”.

Tras un desafortunado encuentro público entre el payaso y el Líder en Palacio, cuyo vídeo se convierte en un éxito de visitas en la red, el mandato anuncia su fin y las ratas empiezan a salir de sus escondrijos: Telésforo Gabilondo, hermano retardado del ministro del Interior, Rodrigo Gabilondo, candidato del partido en el poder; J. J. Escobar, ex ministro de Hacienda, ahora líder de su propio partido; Valentín Fugit-Zu, maestro esotérico, y Marcela Reyes Renault, la arpía, que vuelve de una suerte de exilio como embajadora en Australia. Toda una jauría con sus entresijos internos que, aunque parezcan salidos de una imaginación trastocada y teñida de descarnado humor, guardan mucho más parecido con la realidad del que podría creerse.

Luis Noriega era profesor universitario de literatura y semiótica en Colombia hasta que, hace quince años, llegó a España para trabajar de obrero del mundo editorial (corrector, traductor, prelector de premios...). Esa es la razón de que conozca los entresijos de la industria literaria, lo que aprovecha para sumar a su libro una segunda farsa: la editorial. El último capítulo de cada una de las partes de la novela consiste en una conversación entre el autor –un pusilánime inexperto– y el editor, empecinado en cambiarle las ideas en pos de la gran verdad: “La infelicidad vende”, sumada a otras pequeñas verdades: “La mayoría, créeme, tiene mejores cosas que hacer que leer novelitas ‘irónicas’”. Esta segunda farsa completa la política, que a su vez incluye en su interior una serie de textos intercalados, testimonios de la historia del Psicópata, el único que puso en jaque al Líder.

5-IV-13, S. Siendones, lavanguardia