´Sin vergüenza´, Cristina Sánchez Miret

El piloto brasileño Guilherme Spinelli abandonó el Rally Dakar por voluntad propia. Este piloto -que fue noveno en la edición del 2011 y décimo en la del 2010- dejó a todo el mundo con la boca abierta. Vistos los tiempos que corren es, exactamente, un héroe. Se fue porque hizo trampas; pero nadie lo hubiera sabido si él mismo no hubiera dicho que lo dejaba por esta razón.

Mediante una carta comunicó su abandono por "asistencia ilegal". Un grupo de espectadores lo ayudaron proporcionándole una pieza cuando tuvo una avería, en la que al final sería su última etapa en esta carrera. Nadie lo había visto pero él -según sus mismas palabras- no podía aceptar acabar el Dakar habiendo hecho trampas. Para Spinelli -que no pudo contener las lágrimas- "la honestidad es su primera prioridad y su primera motivación".

Es cierto que no debería valer ganar a cualquier precio pero parece que este tipo de valores ya sólo aparecen en los personajes de película; y en este caso también están en recesión. No sólo lo digo por lo que hacen los concursantes de los diferentes realities que proliferan en los canales de televisión; o por la gente que falsea currículums; o dice mentiras; o hace todo tipo de tejemanejes para conseguir diversos tipos de fines. Lo señalo porque no puedo evitar comparar a este piloto brasileño con los políticos y otros ciudadanos con renombre -o cuando menos con nombre conocido- que se pasean estos días del juzgado a casa y de casa al juzgado.

Independientemente de si son o no culpables -eso lo dirán los jueces- me maravilla la poca vergüenza que parece que les hace su situación. No lo digo sólo por el comportamiento del ex presidente Camps durante las declaraciones de los testigos en su juicio. Me refiero en general a la fanfarronería con que se comportan la mayoría dentro y fuera de los mismos juzgados.

22-I-12, Cristina Sánchez Miret, lavanguardia