rusos apátridas en su país, Letonia

15 mayo 2013
presseurop

“Los rusos no abandonarán”. Conmemoración del Día de la Victoria en Riga, 9 de mayo de 2009.

“Los rusos no abandonarán”. Conmemoración del Día de la Victoria en Riga, 9 de mayo de 2009.

AFP

El estatus de la minoría rusófona, herencia de la independencia del país tras el fin de la URSS, sigue dividiendo a la sociedad. Tras el fracaso de un referéndum sobre el uso del idioma ruso, ahora se debate sobre la cuestión de la ciudadanía.

A Vladimir Linderman no se le puede acusar de no tener ideas ni entusiasmo. Él fue quien hace poco desató pasiones con su idea del referéndum para legalizar el ruso como segunda lengua oficial en Letonia. El fracaso del referéndum no sorprendió a nadie. Ahora, en el centro de sus preocupaciones se encuentran los que se denominan no ciudadanos.

Le gustaría que estos "extranjeros", en su mayoría personas de nacionalidad rusa, sin ciudadanía letona o de cualquier otra clase, puedan obtener automáticamente un pasaporte letón. [Letonia establece una diferencia entre ciudadanía y nacionalidad. La ciudadanía señala la pertenencia a un país, la nacionalidad se determina según un criterio étnico].

Mientras el Kremlin se lamenta por la situación calificada de deplorable de los rusófonos apátridas, la mayoría de los no ciudadanos tienden a no querer cambiar nada.

No haber nacido en la familia correcta

Marina Afanasenko, de 51 años, trabaja como barrendera. Entre los residuos, unos pedazos de carteles electorales recuerdan que Riga se prepara para las elecciones municipales [el 1 de junio]. Pero para Marina, estos trozos de papel son sólo basura. Porque esta mujer no puede votar.

"Mi marido y yo pensamos que las campañas electorales son como un enorme espectáculo televisivo. Cada noche, ante la televisión, observamos quién ha sido elegido, quién ha vuelto a unirse a la coalición. Pero hace ya 20 años que no tenemos ninguna influencia en este proceso", suspira Marina.

Pertenece a los 300.000 no ciudadanos. "Y todo porque no nací en la familia correcta", explica. Sus padres rusos emigraron a la Letonia ocupada por los soviéticos en 1947 y 1952. Cuando se restableció la independencia, sólo se reconoció como ciudadanos letones a los que lo fueran antes del 17 de junio de 1940, fecha de la ocupación soviética. Esta ley se aplica automáticamente a sus descendientes.

"Puedo entender que mis padres, que eran inmigrantes en este país, no pudieran obtener la ciudadanía, pero mis hijos y yo hemos nacido en Letonia. No somos responsables de lo que ocurriera antes de nuestro nacimiento", comenta la señora Afanasenko.

Para obtener la ciudadanía, es necesario aprobar un examen por escrito de lengua y de historia. Aunque Marina aprendiera letón, seguiría teniendo un problema. No podría admitir que la Unión Soviética ocupó Letonia. Es la respuesta correcta en la pregunta del examen de historia. "En realidad creo que no hubo ocupación. Letonia se adhirió voluntariamente a la Unión Soviética. ¿Por qué me obligan a mentir?", expone Afanasenko.

Un Parlamento para los no ciudadanos

Kristine es una joven rusófona de unos treinta años, de cabello oscuro. A diferencia de Marina, no le preocupa si realmente se produjo o no la ocupación. Sale de las oficinas letonas para obtener la naturalización, donde acaba de aprobar el examen de historia.

"Acabo de aprobar", comenta exultante la joven. De aquí a tres o cuatro meses, volverá aquí para cambiar su pasaporte violeta de apátrida por un pasaporte azul letón. Pero a Kristine no le preocupa el color del pasaporte. "Creo que en breve me marcharé a Gran Bretaña, porque como ciudadana letona ya no tendré ningún obstáculo". Responde perfectamente al perfil típico del no ciudadano que aprueba el examen en Letonia.

"Las solicitudes de naturalización aumentan cuando surgen ventajas relacionadas con la ciudadanía letona. Por ejemplo, en 2005 [un año después de la entrada en la UE], alrededor de 20.000 no ciudadanos solicitaron su naturalización. Tres años después, cuando la Comunidad de Estados Independientes y luego Rusia aseguraron a los no ciudadanos la exención de visados, el número de solicitudes descendió en gran medida", explica el jefe de la oficina letona para la naturalización. En los últimos años, apenas 2.000 personas han solicitado la naturalización al año.

Una de las nuevas ideas de los grupos de apoyo a los no ciudadanos son las elecciones alternativas. "El congreso para los no ciudadanos" tiene pensado organizar unas elecciones este año, cuando los letones elijan a sus representantes locales. La finalidad de este movimiento es crear un parlamento que se pueda ocupar de los derechos de los no ciudadanos.

"Cualquier habitante de la UE que viva en Letonia desde hace menos de un año puede votar e incluso ser elegido. Pero yo no puedo, aunque haya nacido aquí y haya residido en el país toda mi vida", afirma Vladimir Linderman.

Es difícil creer que este hombre de aire amable y que domina el letón es el que amenazara con inmolarse desde lo alto de la torre de la iglesia de San Pedro en 2001, cuando se celebró el proceso de los bolcheviques rusos en Letonia.

"He decidido solicitar la ciudadanía rusa", afirma. "Rusia ofrece jubilaciones a partir de 55 años, mientras que en Letonia hay que esperar a los 65 años", comenta Marina. Pero la pregunta entonces es si Rusia está dispuesta a acogerle.

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