los nuevos Jóvenes Turcos toman la calle contra el sultán Erdogan

#occupygezi, primavera turca en la plaza Taksim de Estambul (y en todas partes)

Bebidas contra el gas en Estambul. Foto: Fulya Atalay Residentes del entorno de la plaza Taksim de Estambul colocaron el sábado en sus ventanas refrigerios para los manifestantes (té, agua, leche, limones), no solo para combatir la sed, sino también para contrarrestar los efectos del gas lacrimógeno utilizado por la policía. La imagen que encabeza esta entrada, publicada en Demotix, fue captada por la fotógrafa Fulya Atalay. Más fotos suyas de las protestas de estos días, aquí, y más fotos de las manifestaciones en Turquía, aquí, aquí o aquí.

http://recortesdeorientemedio.com/2013/06/03/solidaridad-en-estambul/

Erdogan declaró a La Vanguardia en marzo de 1995, al año de llegar a la alcaldía de Estambul al frente de una candidatura islamista, que “Turquía está en la corriente del islam, nuestra identidad es el islam, nuestra filosofía es el islam”. Cuatro años después fue encarcelado por recitar un poema religioso en un mitin. La cárcel, donde pasó cuatro meses, fue su trampolín. Allí creó el Partido de la Justicia y el Desarrollo, con el que ganó las elecciones del 2002. Desde entonces ha sido reelegido dos veces, la última en el 2011. Aquel islamista moderado que en 1995 miraba a Europa con una sonrisa, es hoy un hombre que aspira a modelar la Turquía del siglo XXI y a ser tan importante en la historia turca como Mustafa Kemal, fundador de la república en 1923. A favor tiene el gran crecimiento económico de los últimos años, el sometimiento del ejército y el fin del terrorismo kurdo. En contra, sin embargo, tiene la esencia misma del kemalismo secular y el pulso social de una de las ciudades más vibrantes de Europa. La mezquita que quiere construir en la plaza Taksim impedirá la venta de alcohol en buena parte de la avenida Istiqlal, la médula del Estambul más abierto y cultural. Pero la cultura, el arte contemporáneo, no le interesan nada. Su empeño está en conseguir una clase media que viva en pisos públicos, modesta, con muchos hijos, educada pero no culturizada y, aún menos, con ideas propias. Para ello ha amordazado a la prensa –Turquía es el país del mundo con más periodistas encarcelados– y desconectado la red 3G para impedir que los activistas expliquen lo que pasa. Este bloqueo informativo –la televisión emite documentales de pingüinos durante las protestas nocturnas– ha de servirle para mantener el tipo en las municipales de este año y asegurar la aprobación de una nueva Constitución en el 2014. Erdogan quiere cambiar la república laica parlamentaria de Atatürk por una islamista y presidencialista, y él quiere ser, en el 2015, el primer presidente de esa nueva Turquía. Su idea es ocupar el poder hasta el 2025.

4-VI-13, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia

El pulso continúa. Los manifestantes turcos están decididos a dar una lección al Gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Una lección que no se olvide fácilmente. Y por ello ayer, por cuarto día consecutivo, volvieron las protestas antigubernamentales y los disturbios a Turquía mientras Erdogan mantenía su agenda y aterrizaba en Marruecos, primera escala de una gira por el Magreb...

La protesta de los activistas, que anoche volvieron a llenar la plaza Taksim de Estambul, tiene un claro signo social y cultural, además de político, pero nada tiene que ver con el movimiento kurdo. La principal queja es contra el autoritarismo de Erdogan, acusado de imponer una agenda islamista en una república laica...

El centro de Estambul volvió a estar tomado por las concentraciones. Diversas barricadas cortaban el tráfico en las principales vías que recorren las orillas del Bósforo. El barrio de Besiktas volvía a ser un hervidero.

Los cuatro días de protesta se han cobrado su primera víctima mortal, hay cientos de heridos y dos mil detenidos en ciudades de 67 provincias, lo que da una clara idea de la amplitud de la protesta. Además de en Estambul, ayer volvió a haber disturbios en Ankara, Esmirna, Antalya, Adana y Kocaeli.

La Bolsa de Estambul se desplomó. Perdió un 10,5%. La lira también cayó y su cotización con las principales divisas era la peor de los últimos 16 meses...

Los manifestantes son, en su mayoría, jóvenes de izquierda. También hay nacionalistas y secularistas, kemalistas de primera hora. No faltan tampoco los hijos de la burguesía laica de Estambul, que ven con mucha preocupación cómo las leyes de inspiración islamista afectan a su vida cotidiana. El Parlamento, por ejemplo, acaba de aprobar la prohibición de vender alcohol a partir de las diez de la noche.

Erdogan ha manifestado que sigue adelante con el plan de reformar Taksim, donde construirá una mezquita, un centro comercial y la réplica de un antiguo cuartel otomano. No está claro qué pasará con el parque Gezi. Su anunciada eliminación fue el detonante de las protestas.

Erdogan, con amplios apoyos políticos en Anatolia, se siente fuerte. No sólo ha ganado tres elecciones seguidas, sino que lo ha hecho cada vez con más votos. En las del 2011 rozó el 50%. Su popularidad descansa en el auge económico. El poder adquisitivo se ha triplicado en la última década. La corrupción que asoló a sus rivales políticos parece controlada bajo su mandato. “El hecho de que haya ganado tres elecciones seguidas, además de dos referéndums, indica cómo la gente ha aceptado al Partido de la Justicia y el Desarrollo”, resaltó Erdogan. Mientras, el presidente, Abdulah Gül, intentaba calmar los ánimos a la vez que apelaba al sentido común de Erdogan: “Democracia no sólo es ganar elecciones. Manifestaciones pacíficas son parte de ella. El mensaje de los que protestan ha sido recibido. Lo que sea necesario se llevará a cabo.”

Este llamamiento no frenó a los activistas. En el centro comercial de Ankara, en el barrio de Kizilay, ayer volvían los gases, las barricadas en llamas y los lanzamientos de piedras. Otras protestas pacíficas tuvieron como objetivo una cadena de televisión y un centro comercial. Aún así, uno de los jóvenes manifestantes resultó herido en la cabeza y se halla en un estado de muerte cerebral. Otro joven, Mehmet Ayvatas, 19 años, ha sido la primera víctima mortal. Falleció ayer de madrugada cuando intentaba levantar una barricada en el barrio de Ümraniye, en la parte asiática de Estambul. Un vehículo se abalanzó contra él y sus compañeros y se lo llevó por delante...

Hay un sonido que se repite estos días en Estambul, que se puede oír por doquier. Cientos de amas de casa recogidas en la seguridad de sus hogares, en barrios de toda clase y condición, se acercan a sus ventanas o balcones y utilizan un arma conceptual cargada de futuro: la cacerola.

Con cubiertos de metal –o mejor aún, de madera (para no dañarlo)– golpean el utensilio con ritmo. Y así respaldan las protestas. Otro método muy querido, una vez entrada la noche, es el de apagar y encender las luces de casa de forma intermitente. Otra forma de resistir.

Caceroladas e interrupciones de la luz son un fiel reflejo del apoyo popular con el que cuenta el movimiento de protesta de los indignados turcos. Como hacer sonar el claxon al paso de los manifestantes...

Pero la violencia no llegó por parte de los manifestantes hasta que el parque Gezi, el símbolo de las protestas, fue desalojado de nuevo con gases lacrimógenos y pura fuerza bruta la noche del viernes al sábado. Fue entonces cuando el movimiento se radicalizó.

En primer término, la movilización del parque Gezi era sobre todo la de un grupo de turcos blancos –es decir, de tradición laica, de buena educación y mejores familias– y convencidos pacifistas. Con ganas y tiempo para dedicarse a la causa del medio ambiente. El ecologismo gana rápidamente adeptos en Turquía, pero hasta ahora ha sido un movimiento minoritario. En todo caso, los iniciadores de la protesta han utilizado las redes sociales con soltura –en especial, Twitter– y han sabido, de forma espontánea y poco a poco, hacerse con un amplio apoyo social.

4-VI-13, R. Ginés, lavanguardia