ya 120..., siguen las autoinmolaciones prendiéndose fuego de tibetanos en demanda de libertades
El martes de la semana pasada, cerca del monasterio de Nyatso, en la provincia china de Sichuan, una monja tibetana se prendió fuego en protesta por la política de Pekín en las zonas con población tibetana. Su inmolación elevó a 120 el número de casos de este tipo desde el año 2009.
La histórica imagen del monje budista Quang Duc quemándose en Saigón el 11 de junio de 1963
Seguramente sin ser consciente de ello, esta monja se sacrificó el mismo día en que miles de budistas rendían homenaje en Vietnam a Thich Quang Duc. Un monje budista (bonzo) que cincuenta años atrás decidió prenderse fuego en protesta por la sistemática discriminación religiosa que sufrían los budistas del sur de Vietnam por parte del gobierno procatólico de Ngo Dinh Diem. Fue una acción que conmocionó al planeta entero y convirtió la inmolación en una forma de protesta política extrema, que aun pervive en la actualidad.
La imagen de aquel religioso envuelto en llamas, inmortalizada por el fotógrafo de Associated Press Malcom Browne, dio la vuelta al mundo el 11 de junio de 1963 y le valió un premio Pulitzer en 1964.
La fotografía tuvo más impacto del que hubiera tenido en otro país debido a que Vietnam atravesaba una época convulsa. Los vietnamitas acababan de echar a los franceses y el país se desgarraba entre un norte comunista y un sur apoyado por EE.UU.. Una situación que desembocó en la guerra de Vietnam.
El sacrificio de Thich Quang Duc, que tenía 66 años entonces, no fue un acto individual e improvisado, sino que estuvo rodeado de todo un ceremonial. Era un líder religioso en la comunidad budista del país. Llegó frente a la embajada de Camboya en Saigón (hoy Ciudad Ho Chi Minh) a bordo de un automóvil, que precedía una procesión de más de 300 monjes con pancartas exigiendo al gobierno del católico Ngo Dinh Diem igualdad religiosa. Thich Quang Duc descendió del coche. Uno de sus acompañantes dispuso una almohada en medio de la calle. Se sentó en ella, adoptando la posición del loto. Mientras, otro acompañante sacó un bidón de gasolina del maletero del vehículo y lo vació encima de su cuerpo. Momentos después, encendió una cerilla y la arrojó sobre Thic Quang Duc, que ni se inmutó. El fuego prendió, y las llamas envolvieron el cuerpo del religioso.
Durante aproximadamente diez largos minutos, una multitud de budistas rodeó el cuerpo del monje en llamas rezando y haciendo reverencias. Una muralla humana que impidió que bomberos y policías pudieran acceder a Thich Quang Duc para socorrerlo. Y, mientras tanto, un monje repetía a través de un megáfono, en vietnamita e inglés, que “un sacerdote budista se ha quemado hasta la muerte. Un sacerdote budista se ha convertido en un mártir”.
Su sacrificio se popularizó y fue seguido después por otros cinco monjes budistas, en octubre de 1963, y precipitó un golpe de Estado contra el primer presidente de Vietnam del Sur, el proestadounidense Ngo Dinh Diem, en noviembre de aquel año, así como su asesinato.
Con el paso de los años, este sacrificio extremo por parte de monjes budistas como forma de protesta política ha conllevado que este gesto reivindicativo sea conocido como suicidarse a lo bonzo y haya sido asumido también por personas laicas.
Uno de los casos de inmolación más conocidos en Europa es el del estudiante checoslovaco Jan Palach, que se prendió fuego el 16 de enero de 1969 en la plaza de San Wenceslao de Praga. Lo hizo para protestar por la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia, que puso fin a la primavera de Praga. Palach es recordado en su país como un héroe de la lucha contra el totalitarismo soviético y cuenta en Praga con una plaza a su nombre y varios monumentos conmemorativos.
17-VI-13, I. Ambrós, lavanguardia