democracia secuestrada en la Rusia de Putin

Aunque a nadie le quepan dudas de que al primer ministro ruso, Vladímir Putin, le va a costar poco ganar las elecciones presidenciales del 4 de marzo, la tarea se le está poniendo más sencilla si cabe. La exclusión ayer del único candidato de la oposición considerado independiente, el liberal Grigori Yavlinski, deja fuera de juego a quien en un momento dado podría aglutinar el voto de protesta y dar un susto al poder si Putin no ganase en la primera vuelta con más del 50%.

La Comisión Electoral Central eliminó a Yavlinski, fundador del partido liberal Yábloko, de la carrera electoral tras comprobar que al menos un cuarto de los dos millones de firmas que presentó para avalar su candidatura eran fotocopias o habían sido falseadas. La comisión tampoco aceptó los avales del gobernador de la región siberiana de Irkutsk, Dimitri Mézentsev.

Las estrictas reglas sobre las elecciones presidenciales rusas es uno de los caballos de batalla de la oposición. En la época del poder de Putin, las fuerzas políticas minoritarias, pero a la vez más críticas, se han visto arrinconadas por las normas para acceder a las elecciones o, simplemente, para registrar un partido político. En el 2004 Vladímir Putin, entonces presidente, dobló el número de firmas requeridas para el registro de los candidatos. En el 2007 se acortó el tiempo para conseguirlas, de tres a sólo un mes.

En el caso de las presidenciales, un candidato sin el apoyo de un partido con representación en la Duma tiene que recoger dos millones de avales. Los candidatos con grupo parlamentario no tienen que pasar este trámite.

Las protestas del mes pasado contra los resultados de las elecciones legislativas del 4 de diciembre han conseguido arrancar al presidente ruso, Dimitri Medvédev, promesas de reformas políticas. Ha prometido restaurar elecciones directas a gobernadores regionales y suavizar las normas para concurrir a las elecciones. Demasiado tarde, ha contestado la oposición.

Las manifestaciones del 10 y del 24 de diciembre en Moscú, en principio contra el fraude electoral, se convirtieron luego en las mayores muestras de rechazo a la democracia dirigida de Vladímir Putin. Lo nunca visto en Moscú desde los tiempos de la desintegración de la Unión Soviética.

Aprovechando ese impulso el movimiento contrario a Putin ha formado una Liga de Electores que incluye políticos, activistas de derechos humanos, representantes de la cultura y blogueros. Sus protestas bajo el lema "Por unas elecciones limpias" seguirán con una manifestación el próximo 4 de febrero, un mes antes de las elecciones presidenciales.

La eliminación de Yavlinski "deslegitima las elecciones. Lo ha ordenado directamente Putin", aseguró ayer Serguéi Mitrojin, presidente de Yábloko, el partido que fundara Yavlinski en 1993.

Los resultados electorales de Yábloko en las legislativas de diciembre no auguraban buenos resultados a su candidato. No llegó al 3% de los votos. Sin embargo, parecía previsible que esos números aumentaran teniendo en cuenta al resto de candidatos. Aunque formalmente opositores, un electorado descontento puede dar la espalda a líderes políticos como el socialdemócrata Serguéi Mirónov y el ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, que en el pasado han flirteado con el poder vertical de Putin.

También despierta rechazo el líder del Partido Comunista, Guennadi Ziugánov, por sus vínculos con la época de la URSS. Y la condición de oligarca pone demasiado peros al multimillonario Mijaíl Prójorov, el único a quien la Comisión Electoral ha aceptado los dos millones de firmas.

Yavlinski se ha apartado siempre de otros líderes opositores que en los años noventa tocaron el poder en los gobiernos del presidente Yeltsin, así que tampoco le pesa el rechazo de los rusos a esos años oscuros. Observadores y analistas apuntan que si el voto de protesta se concentrase en él, podría superar a Ziugánov, y poner nervioso al poder en una teórica segunda vuelta.

Las encuestas de opinión colocan a Putin justo en la frontera. El último informe del Centro de Estudios de la Opinión Pública (Vtsiom), conocido ayer, le otorgaba el 49% de los votos, menos que hace dos semanas (52%), pero más que a principios de año (48%). Otro estudio, el del centro independiente Levada, le otorga sólo el 37%. Sin embargo, sus sociólogos hacen una proyección real y eliminan el porcentaje de consultados que, aun contrarios a Putin, no irían a votar. Entonces, la victoria podría alcanzar el 60% y ser proclamado presidente en la primera vuelta.

Yavlinski es un economista de 59 años nacido en Lvov (actual Ucrania), conocido en Occidente fundamentalmente por ser uno de los autores del programa de los 500 días,un plan de transición de la URSS a la economía de mercado elaborado en los últimos tiempos de la perestroika.Fue dos veces candidato a la presidencia de Rusia, en los años 1996 y 2000.

28-I-12, G. Aragonés, lavanguardia