España cañí -129: entre Wert y la pedagogía pamplinas, una educación abominable

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...oí una voz chillona, que brotaba de unos altavoces. Salía de un stand de la Fundació FC Barcelona, que estaba al lado. Habían instalado un pequeño campo de fútbol, con porterías pequeñísimas. Jugaban niños. En la pared del fondo, una valla con la frase “FutbolNet, conoce los valores del Barça”. La voz hablaba de “valores” y de “solidaridad”, y de vez en cuando repetía las consignas: “El FutbolNet se divide en tres tiempos. Uno: se pactan las normas. Dos: se juega el partido. Tres: evaluamos el resultado”. Quedé descolocado. ¿Se pactan las normas? ¿Y luego se evalúa el partido? ¿Dónde? ¿En un bar, frente a unas cervezas, como en los terceros tiempos de los partidos de rugby, o en mismo lugar del acto, como en las viejas sesiones de cinefórum? Me pareció entender que en estos partidos de FutbolNet no hay árbitro sino un individuo que modera y argumenta con los niños. Un señor que también lo miraba me explicó que en cada equipo tiene que haber dos chicas como mínimo y que, para que los goles se contabilicen, una de las chicas tiene que haber marcado uno. Es decir que, si ninguna chica marca, los goles que marque un chico no sirven de nada. En cambio, si son chicas las que marcan los goles, no hace falta que ningún chico haya marcado uno. Justo entonces oí la frase definitiva: “Recordamos que no gana quien tiene más goles sino quien respeta los valores de la solidaridad. Recordamos que cuando se marca un gol ambos equipos lo celebran...”. Todos los que han acompañado a algún niño a partidos escolares de basket o de fútbol sala habrán visto escenas penosas de padres que animan a los niños con conminaciones a la violencia: “¡Venga, dale duro!”. Pero una cosa es luchar contra el ansia de sangre que muchos padres inculcan a sus hijos cuando juegan partidos escolares, y otra diferente obligarlos a celebrar los goles que les marca el equipo contrario. ¿A qué nivel de tontería hemos llegado?

25-IX-13, Quim Monzó, lavanguardia