España cañí -130: (Spanish) National Pornographic

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En esencia, todo lo que leerán a continuación bien podría resumirse a través de una simple viñeta: dos buitres de mirada famélica y con las alas extendidas en posición de ataque, tirando ambos en direcciones opuestas de un pequeño cadáver abandonado a su suerte sobre el terreno. Sobre el plumaje del primero, bien visible, el logo de Antena 3; sobre el del otro carroñero, el de Telecinco. Al fondo de la imagen, y como intentando mantenerse al margen de tan descarnada lucha, la emblemática figura de la Justicia, con su correspondiente venda en los ojos y, ya puestos, una pinza en la nariz.

Como imagino que todos ustedes sabrán, el martes por la noche se libró en nuestras cadenas uno de esos bochornosos duelos mediáticos que tanto le gustan a determinado tipo de audiencia adicta al morbo, aficionada a los juicios paralelos y propensa al linchamiento moral del prójimo. Mientras en Antena 3 los siempre vehementes Glòria Serra y Nacho Abad presentaban el especial titulado El crimen de Asunta, en Telecinco, la multifuncional Sandra Barneda hacía lo (im)propio al frente de El crimen de Santiago. El tratamiento del escabroso asesinato de la pequeña Asunta Basterra resultó en ambos casos tan gratuito como indigno, tanto en su sensacionalista forma como en su morboso fondo.

A ello contribuyeron sin duda sus respectivas mesas de expertos, un puñado de exaltados tertulianos en caída libre que no pararon de hacer conjeturas, de lanzar hipótesis, de emitir juicios de valor, de especular en vano y hasta de desautorizarse mutuamente en riguroso directo como si les fuera realmente el pan de sus propios hijos en ello. Ambas cadenas tiraron la casa por la ventana en lo que a conexiones de última hora, innecesarias entrevistas en exclusiva, infografías de baratillo, testimonios sorpresa y montajes de vídeo en ralentizadísimo bucle se refiere. Todo sea por la audiencia, que de la verdad ya se encargará la Justicia. Si la dejan trabajar tranquila, claro.

Si algo quedó claro al final es que, televisivamente hablando, el tratamiento presuntamente periodístico de este tipo de sucesos deja mucho que desear en un país tan aficionado al cotilleo a quemarropa, la maledicencia a fondo perdido y el plañiderismo de salón. En cualquier caso, que quede claro que como espectadores tenemos exactamente la tele que nos merecemos. Esa que, de puro obscena e impúdica, roza lo directamente pornográfico.

3-X-13, Fernando de Felipe, lavanguardia

niños asesinados: consumo de público espectador en la sociedad del espectáculo cutre, roñoso y cañí