la cleptocracia de los Obiang, unos riquísimos saqueadores de un pueblo paupérrimo

"Alto!” grita la policía en medio de la carretera. Un agente apunta con su arma, el otro enfoca dentro del coche con una linterna y pide el pasaporte. Apesta a alcohol. Al ver que es español, rápidamente examina que el visado esté en orden. “¿A dónde se dirige?”, pregunta sin mirar a los ojos. “Al hotel Sofitel Sipopo”. Alza la vista con desdén y antes de pedir dinero le digo que alguien del Gobierno me está esperando. Sonríe y devuelve el pasaporte. “Está bien. Te dejo marchar. Pero cuando regreses tráeme cerveza o te quitaré el pasaporte blanquita”.

Llegamos al hotel más lujoso del país, donde se celebra la fiesta de clausura de la cumbre Sullivan, organizada por la fundación estadounidense del mismo nombre, que lucha por la promoción de los derechos humanos en África. Total de botellas de champán servidas en una velada que no alcanza los doscientos invitados: más de 300. Cristal, Möet & Chandon Rosé, Bollinger...

–“¿Quién paga todo esto?” pregunto a un alto cargo económico. –”El jefe” El jefe es el presidente Obiang. Y el jefe quiere que Guinea Ecuatorial tenga una bonita imagen en el exterior. “El país ha pagado mucho, mucho dinero para que la cumbre de Sullivan se celebre en Malabo este año”, añade,

–”Millones y millones de dólares” dice, orgulloso de demostrar la buena gestión del Gobierno

Guinea Ecuatorial ha ingresado billones de dólares durante los últimos doce años. Un país con tan sólo 28.000 kilómetros cuadrados, inferior a la extensión de Galicia, y con menos de 800.000 habitantes –¡aunque no hay un censo exacto de población!– un 80% de los cuales viven en estado de pobreza, según Naciones Unidas.

  ¿Cómo el país más pobre del continente se ha situado entre uno de los cuatro más ricos del mundo en quince años? Guinea es el tercer productor de petróleo de África después de Nigeria y Angola. Las ganancias de la extracción del crudo han aupado el PIB por habitante de Guinea Ecuatorial en una media superior a los 27.000 euros anuales, por delante del Reino Unido.

Y este país afortunado tiene un dueño, un patrón, un padre: Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, presidente de la República desde 1979. El segundo presidente desde la independencia de España, oficializada tal día como hoy en 1968. Ya es el decano de los líderes de África, por delante del angoleño Dos Santos (por un mes) y de Mugabe. Años de desvelos que han reportado a Obiang una fortuna de más de 450 millones de euros, según Forbes.

En Guinea Ecuatorial domina la etnia fang, entre cuyos hábitos figura la poligamia. El propio presidente tiene cinco esposas oficiales y más de cuarenta hijos. Pugnas subterráneas, rencillas, intrigas... Hay una lucha de poder entre la familia de la primera dama, Constancia Obiang Mangue y la de la segunda, Celestina Lima, que se reparten el control del sector petrolífero.

Las dos esposas y sus hijos libran una guerra fría para heredar la silla presidencial. El favorito del pueblo, el resignado pueblo ecuatoguineano, y el delfín mejor situado es el primogénito del presidente, Teodoro Nguema Obiang Mangue, Teodorín, célebre por su ostentoso ritmo de vida y su Lamborghini plateado, que vuela pero sólo puede circular en dos carreteras del país porque el resto no están asfaltadas. Un contraste con las chabolas de madera y chapa de los barrios malabenses donde no hay agua corriente ni electricidad y donde vive la mayoría de los habitantes de la ciudad. Pobres pero “felices” (el poder duerme tranquilo y no ha necesitado una eficaz policía secreta).

  “El jefe cuida de nosotros y nos ha proporcionado lo que hemos necesitado. Nos ha dado casas, ha construido carreteras, puentes...”, explica un ecuatoguineano que vive en una aldea cerca de Malabo donde el primogénito de Obiang acababa de entregarles chapas metálicas para construir chabolas.

Teodorín y los suyos controlan la joya de la corona: Gepetrol, empresa nacional de petróleo que abarca toda la extracción y gestión de crudo. Su director general es Cándido Nsue Okomo, hermano de la primera dama. El organigrama de esta empresa se asemeja a un árbol genealógico de sobrinos, primos, etcétera.

Por otro lado, el primogénito de la segunda dama, Gabriel Obiang Lima, es el ministro de Minas, Indústria y Energía, con el privilegio de decidir las concesiones petroleras. Es el delfín favorito para las compañías estadounidenses y chinas que ya operan en el país.

La diversificación económica es la clave para el futuro de la economía ecuatoguineana, y mejorar la percepción exterior es indispensable para atraer la inversión extranjera. Para asear su imagen, Guinea Ecuatorial ha organizado recientemente la Copa África de Fútbol o la Cumbre de los Jefes de Estado Africanos, cuyos asistentes disfrutaron de la construcción a medida de cincuenta y dos villas de lujo, una para para cada líder, a más de un millón de euros cada una.

Prensa, radio y televisión están controladas por el Gobierno. Se corta el acceso a redes sociales como Facebook y se espía e interviene el teléfono a los periodistas. “No hables de Obiang cuando estés en un restaurante o en un bar. No hables ni de la familia ni del Gobierno por teléfono, te escuchan. Saben quién eres y qué estás haciendo aquí. Recuerda que Malabo es muy pequeño”, me avisa un funcionario.

Las autoridades atribuyen la mala imagen de Guinea Ecuatorial a personas que no conocen ni han visitado el país No es este el caso...

12-X-13, N. Pérez Guitart, lavanguardia