la soberanía nacional, el Estado, garantía de impunidad para los parásitos saqueadores
Hace años, la Unión Africana era apodada el club de los dictadores. La presencia entre sus miembros de varios de los peores sátrapas del mundo hizo cuajar el sobrenombre. Ayer se arriesgó a que le cuelguen otra etiqueta: club de fans de los dictadores. Una veintena de líderes africanos anunciaron en una cumbre extraordinaria en Etiopía que se opondrán a que los jefes de Estado en el cargo puedan ser juzgados por el Tribunal Penal Internacional. Y cerraron aún más sus filas: se creará un comité para pedir que se aplacen mientras estén en el poder los procesos judiciales contra Omar al Bashir, líder de Sudán, que no reconoce al tribunal, y contra el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, y su vicepresidente, William Ruto. Ambos están imputados por su supuesta participación en la violencia postelectoral de 2007-08, que provocó 1.300 muertos y cientos de miles de desplazados. Si no se acepta la moratoria de un año antes de un mes, advirtieron, la UA pedirá que se retrase el proceso, y Kenyatta y Ruto no se presentarán ante el tribunal.
El puñetazo en la mesa de ayer viene de un malestar de años. El primer ministro etíope lo llamó ayer “doble rasero” del TPI, pero otros menos sutiles –léase Al Bashir o el zimbabuos Mugabe– lo llaman directamente racismo o colonialismo judicial. Creado en el 2002, el tribunal de La Haya sólo ha tomado en consideración casos contra africanos. En total, 32 han sido imputados en ocho países y sólo uno, el criminal de guerra congoleño Tomas Lubanga, ha sido condenado. Desde África no ven por qué deben reconocer al TPI cuando no lo hacen EE.UU,, Rusia o China.
Pero la queja patina en otras pistas. El tribunal internacional, donde cinco de sus 18 jueces son africanos, solo actúa cuando el país donde han ocurrido crímenes contra la humanidad no tiene un sistema judicial capaz de –o dispuesto a– lidiar con la situación. Además, en varios casos han sido los propios gobernantes quienes han pedido la actuación contra líderes rebeldes y ahora, tras ver a un presidente en activo imputado, se oponen al TPI.
El Nobel de la Paz sudafricano Desmond Tutu clamó ayer en The New York Times contra quienes abogan por una retirada en bloque de los 34 de los 54 estados africanos que reconocen al TPI. “Los líderes que buscan esquivar los tribunales están realmente buscando una licencia para matar, mutilar y oprimir a su propio pueblo sin consecuencias”. El apoyo firme de Botsuana, Lesoto o Islas Mauricio, y más tímido de Nigeria, Sudáfrica o Ghana, desactivaron la espantada total, del agrado de Sudán, Uganda o Zimbabue. Tutu les mandó un recado: “Simplemente vilipendian la institución como racista o injusta, igual que Hermann Göring y sus colegas nazis vilipendiaron los tribunales de Nuremberg después de la II Guerra Mundial”.
13-X-13, X. Aldekoa, lavanguardia