los humoristas, siempre subversivos (también en el Egipto de Al Sisi)

Basem Yusef, el cómico egipcio que se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión cuando los islamistas trataron de callarle, no ha sobrevivido ni una semana en el nuevo Egipto gobernado por los militares.

La noche del viernes, sólo unos minutos antes de su emisión, el canal de televisión privado CBC anunció que suspendía el popular programa de sátira política de Yusef, después de que en su última emisión se mofara del jefe del ejército, el general Abdul Fatah al Sisi, hombre fuerte del país tras el golpe que derrocó a los islamistas en julio.

Muchos sienten que les han arrancado mucho más que su show favorito. Nacido tras la revuelta que derrocó a Mubarak, El Bernameg (en árabe, el programa) era un símbolo de la libertad de expresión conquistada, encarnaba el sueño de que Egipto podía ser al fin un país sin faraones intocables. Pero no, del general Sisi no se ríe nadie.

Yusef es el único cómico que se ha atrevido tanto con los islamistas como con el Ejército. Durante la presidencia de Mohamed Morsi fue el azote más implacable del islamismo y su burda manipulación de la religión. Los Hermanos Musulmanes le llevaron a la fiscalía por “insultos al islam y al presidente”.

La paradoja es que muchos de los que entonces blandían a Yusef como abanderado de la libertad amenazada por los barbudos han sido los primeros en pedir su cabeza cuando en su reaparición tras el golpe osó mofarse de Sisi. De hecho, más que de Sisi, se mofó de la adoración de la que es objeto. Bromeó con unas supuestas barritas de chocolate con su imagen y en un gag una telespectadora llamó para agradecer al general que la salvara de su malvado marido.

La emisión causó indignación en un país inmerso desde el golpe en un ambiente ultranacionalista, donde no hay espacio para la más mínima crítica al ejército y mucho menos a su líder, a quien muchos sueñan como presidente. Varios ciudadanos presentaron denuncias ante la Fiscalía. “No hay tolerancia ni por parte de los Hermanos Musulmanes ni por parte de aquellos que se llaman liberales. Todo el mundo busca un faraón a su medida”, dijo el cómico.

La propia cadena reaccionó con un comunicado ambiguo, en el que defendía la libertad de expresión pero condenaba “las burlas a los símbolos nacionales”. En su segundo programa, el que debía emitirse el viernes, Yusef se despachaba con CBC y sus equilibrios imposibles. No era la primera vez que el cómico mordía la mano que le da de comer: el año pasado se burló varias veces de que CBC era un nido de simpatizantes de Mubarak que ahora se las daban de revolucionarios y demócratas.

El comunicado de CBC acusa Yusef de vulnerar la línea editorial de la cadena y asegura que es una “cuestión interna”, pero la retirada de El programa ha sublevado a los egipcios. Incluso a algunos que defendieron el golpe. El excandidato presidencial Amro Musa, al frente de la comisión que redacta la nueva constitución, urgió a CBC a que “reconsidere su decisión, que daña a Egipto”. Y el presidente interino Adli al Mansur, blanco también de Yusef, emitió un comunicado para subrayar su “defensa de la libertad de expresión”. El ejército guarda silencio.

La versión oficial es que es una cuestión interna de la cadena, que el Ejército no ha ordenado el cese de Yusef. Es probable que así sea. Con los medios en manos de empresarios furibundamente antiislamistas y proejército –como CBC–, a Sisi no le ha hecho falta dar ningún puñetazo sobre la mesa.

Hisham Kasem, fundador del diario Al Masry al Youm, está convencido de que “no ha habido presiones del ejército”, así como de que Yusef volverá a las pantallas en breve. “La CBC pagará caro su error. Los medios están en manos de empresarios que no están cualificados para dirigirlos. No entienden lo que está ocurriendo en Egipto y no quieren entenderlo. Pero el país entero se ha alzado en armas para defender a Yusef. Y esto es una señal muy clara de a dónde se dirige este país: a más libertad de expresión”, sostiene.

¿Y el protagonista, Basem Yusef? El viernes cogió un avión hacia Abu Dabi. Quizá desde allí pueda reírse de Sisi.

3-XI-13, G. Saura, lavanguardia