con una crisis interna crónica, la Marca España se hunde en el exterior con Sacyr

Los Príncipes de Asturias, el secretario de Estado de Cooperación (i), el administrador de la ACP, Ricardo Quijano (3i), y el presidente de Sacyr. (EFE)La noticia que saltaba sobre Sacyr a comienzos de este nuevo año 2014, me recordó instantáneamente una conversación que mantuve hace poco sobre contratos y en la que salió un principio recogido en el derecho civil en materia contractual, el  “Pacta Sunt Servanda”. Este principio afirma que los pactos recogidos en los contratos se tienen que cumplir.

Llueve sobre mojado. Debemos retroceder al año 2009 y recordar que la adjudicación se hizo al consorcio Grupo Unidos Por el Canal (GUPC) debido a su bajo coste -que otros consorcios competidores calificaron de temerario- que rondaba los 3.200 Mn $, se quedaba por debajo del precio base establecido por la propia Autoridad del Canal de Panamá -3.400 Mn $- y era un millardo (1.000 Mn $) más barato que su grupo rival más cercano.

No extraña el fuerte castigo para Sacyr si analizamos las circunstancias concurrentes. Personalmente preveo que el castigo bursátil a Sacyr no ha terminado, y que dependerá de cuanto dure la incertidumbre en relación a esta cuestión.

Panamá hace muy bien en exigir que se cumpla lo pactado. Máxime en casos como este en que parece que las condiciones eran muy detalladas y claras en el clausulado, tanto del pliego de concurso, como del contrato firmado entre el consorcio ganador y el país centroamericano.

Hay varias derivadas a seguir. Las autoridades panameñas pueden ejecutar el aval técnico que les presto CESCE –compañía española de seguros de crédito a la exportación-, una empresa de capital mixto –y no privada señalo un portavoz de Sacyr en una entrevista telefónica en un programa de TV-  en la que el Estado tiene (tenemos) el  50,25% de su capital social. Todo abandono de la obra de las esclusas del canal se traducirá en una ejecución de dicho aval (por un monto de 600 Mn $), que pagaremos entre todos españoles. Adicionalmente el homónimo belga de CESCE también avala la parte del socio belga de Sacyr en el consorcio adjudicatario, Jan de Nul.

Los panameños preparan una ofensiva diplomática para lograr que su obra más estratégica –y clave para su crecimiento económico futuro- no se paralice. El presidente panameño Martinelli prepara una visita relámpago a España e Italia -puesto que otro de los socios del consorcio es la empresa italiana Impregilo- para exigir a las autoridades de ambos países que el consorcio cumpla lo pactado.

Las implicaciones futuras para Sacyr y para la marca España podrían ser negativas en cualquiera de los casos y sea cual sea el resultado de un hipotético arbitraje y negociación. Sacyr se quedaría huérfana de su proyecto exterior más emblemático y uno de los más importantes para su castigada cuenta de resultados. Sacyr se apuntó ya esos sobrecostes que exige ahora como ingresos –antes de ser aceptados como sobrecostes por Panamá-. Esto último lo hemos sabido  a requerimiento de explicaciones por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores a la compañía constructora.  

A partir de ahora los países que saquen a concurso licitaciones podrían tener en cuenta los errores de cálculo esgrimidos anteriormente por consorcios en los que participan empresas españolas, dejando fuera a estas de futuras nuevas adjudicaciones.

España necesita empresarios, gestores y técnicos serios que cumplan lo pactado y proyecten una idea sólida y solvente de lo que somos en el exterior.

Esperemos que, por el bien de España, la ministra de Fomento pueda encontrar la fórmula mágica que satisfaga y convenza al mismo tiempo a los panameños y evite un daño mayor a nuestros intereses. Las próximas tres semanas son claves.

3-I-14, Luis Cuadrillero, Analista financiero y €uropean Financial Advisor, fundspeople

Otra zancadilla a la imagen de la Marca España. Otro de los proyectos internacionales estrella con genuino acento español se termina viniendo abajo. Como ayer adelantó este diario, la constructora española Sacyr, líder de un consorcio internacional formado por Impregilo (Italia), Jan de Nul (Bélgica) y Cusa (Panamá), ha comunicado por carta a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) su decisión de renunciar a continuar con las obras de ampliación del Canal de Panamá, considerada una de las mayores obras de ingeniería civil del siglo XXI.

El motivo de la disputa tiene que ver con la reclamación por parte de Grupo Unido por el Canal de Panamá (GUPC), el consorcio liderado por Sacyr, del pago de 1.600 millones de dólares en concepto de sobrecostes, un modificado que representa un 50% sobre un proyecto inicial de 3.200 millones, precio al que se adjudicó la obra en 2009. La constructora española mantenía desde hace tiempo diferencias con ACP, al que había reclamado ya un total de 600 millones de dólares en un proceso de arbitraje que finalmente retiró.

Sacyr reclama 1.600 millones de dólares en concepto de sobrecoste para concluir la obra, que está ejecutada en un 67%

La carta de preaviso remitida por Sacyr ha causado un impacto internacional extraordinario, justo cuando la Marca España se juega su reputación en algunos de los más grandes contratos de ingeniería y obra civil que hay en marcha a lo largo de todo el mundo. El principal de todos tiene que ver con el AVE a La Meca, donde el consorcio hispano-saudí encabezado por Ineco, OHL y Talgo abandera el proyecto de 6.000 millones de euros ganado en 2011. Ni siquiera el éxito de esta adjudicación ha impedido que surjan algunos roces entre los propios socios españoles.

Otra de las grandes obras donde España ha concentrado sus intereses es el AVE a Brasil, un proyecto de 13.000 millones de euros donde la Marca España iba a estar representada por dos candidaturas, en contra de la opinión del Ministerio de Fomento, que luchó porque Talgo y CAF formaran parte de la misma oferta. Sólo el aplazamiento del concurso un año ha impedido que tuviera lugar esta situación, ineficiente a ojos de la ministra Ana Pastor, que no fue capaz de aglutinar un único frente que representara los intereses de las empresas españolas.

España tiene comprometida su imagen internacional en grandes proyectos, como el AVE a La Meca o el futuro AVE a Brasil

En lo referente a la alta velocidad, todos estos episodios se han sucedido poco tiempo después del trágico accidente ferroviario de Santiago de Compostela, en julio de 2013. Más allá de los tecnicismos, el siniestro fue recogido fuera de nuestras fronteras como un accidente de un tren de alta velocidad español, con el coste para la Marca España que representa, sobre todo por tratarse de un sector de alto valor añadido donde la tecnología española compite en precio con estándares similares al de países punteros como Alemania, Francia o Canadá.

En el caso del Canal de Panamá, tampoco hubo una única candidatura española. De hecho, otras constructoras que pujaron por la adjudicación, como el consorcio estadounidense del que formaban parte ACS o FCC, llegaron a calificar la oferta de Sacyr como temeraria, con una estructura de costes tan ajustada que no se podrían desarrollar los trabajos. El entonces presidente de la constructora española, el luego defenestrado Luis del Rivero, fue capaz de superar las críticas de sus rivales y convertir esta obra en una bandera de la Marca España.

Como en todos los proyectos de estas características, Sacyr ha sido capaz de movilizar hasta Panamá a cuantos ministros de Fomento han pasado por la cartera desde 2009. Incluso el Príncipe Felipe, en una reciente visita al país centroamericano, mostró su respaldo al trabajo de ampliación de la tercera esclusa pilotado por la constructora española. El pulso abierto ahora puede dar pie a un conflicto de mayor calado, pues la propia ACP ha tachado de intolerables “las presiones” recibidas bajo el amago de abandonar la obra.

A pesar del quebranto que pueda suponer en el calendario, Panamá no parece temer por la ejecución de la obra. Hace sólo un mes, el presidente panameño Ricardo Martinelli, recibió al número dos estadounidense, Joe Biden, con quien estuvo negociando sobre las futuras ampliaciones que tendrán que llevarse a cabo en el Canal. Teniendo en cuenta que EEUU es el primer país beneficiario del tráfico marítimo que circula por el país centroamericano, por delante de China y Chile, no es difícil imaginar que habrá otros interesados en ocupar el espacio que deje Sacyr.

2-I-14, A.Marco/C. Hernanz, elconfidencial