creciente importancia de la violación de mujeres como estrategia militar

"¿Cuál es la diferencia entre un hombre que ha perdido un ojo y una mujer que ha sido violada durante la guerra?". Es la pregunta que se plantea Imhamad Shuhaib, viceministro de Justicia de Libia para explicar a este diario que su país anunciara ayer una medida inédita en el mundo árabe: las mujeres violadas serán consideradas víctimas de guerra y, como tales, tendrán derecho a compensaciones y ayudas para recuperarse. "Es un paso imprescindible en el proceso de reconciliación", concluye Shuhaib, un abogado opositor que pasó 15 años en las cárceles de Gadafi.

En un país sumido en el caos, las autoridades han decidido escuchar a aquellas mujeres de todas las edades, militantes o no, que se manifestaron el año pasado para exigir justicia. En la antigua plaza Verde, ahora de los Mártires, de Trípoli o a la entrada del Congreso Nacional (parlamento) se apostaron para que los diputados oyeran el dolor de quienes habían sido violadas. "No violéis", en lugar de "No seáis violadas", rezaban algunas pancartas.

Como en tantos otros conflictos, el coronel Gadafi utilizó la violación de las mujeres de los rebeldes como arma de guerra para minar su moral. Así lo atestiguan los datos recogidos por el Tribunal Penal Internacional. Hay pruebas, grabaciones y testigos. Shuhaib calcula que pueden ser miles las afectadas, a pesar de que la guerra fue relativamente corta (de febrero a octubre del 2011) gracias al apoyo proporcionado a los rebeldes por una coalición internacional amparada por una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Algunas mujeres tuvieron un papel secundario en la guerra que acabó con la dictadura que Muamar el Gadafi había impuesto al país tras la revolución de 1969. Aportaron su granito de arena en un desierto masculino.

Si la violación es un delito que estigmatiza a la víctima en casi todo el mundo, marca aún más en los países árabes o islámicos. La legislación libia recoge la posibilidad del violador de salir impune si se casa con su víctima. Una ley similar fue derogada en enero pasado en Marruecos. Ningún hombre quiere casarse con una mujer que otro ha hecho impura. "En estos casos es muy difícil aplicar esta ley, pero es que, además, me parece inaceptable. Hay que castigar al agresor, no dejar que se case con la víctima", afirma tajantemente el viceministro de Justicia desde Trípoli.

El decreto elaborado por el Gobierno empezará a aplicarse inmediatamente, sin esperar a que sea aprobado por el Congreso Nacional. En el Ministerio de Justicia una mujer se encargará de la aplicación de la ley y ponerse en contacto con las víctimas y proporcionarles ayuda psicológica, económica y apoyo social. Todo ello dentro de la discreción más absoluta, como la cuestión lo requiere.

Entre las medidas previstas se encuentra la de costear la peregrinación a La Meca de los padres de las víctimas. Ser hach, peregrino, da prestigio a toda la familia. De momento, un atajo. Cambiar la mentalidad de un pueblo de fuerte carácter patriarcal y tribal es una tarea de largo recorrido; primero para que no haya violaciones y, si las hay, para que la mujer violada no sea condenada al ostracismo.

Las víctimas de violación durante la guerra tendrán prioridad en atención sanitaria, escolarización -algunas "no pueden ir a la escuela... están sufriendo en silencio", declaró ayer el ministro de Justicia, Salah al Margani, a la BBC- y otros servicios sociales.

El viceministro Shuhaib afirma que escucharán a las organizaciones sociales antes de aprobar definitivamente la ley que sacará a la luz los abusos que partidarios de Gadafi cometieron durante el conflicto. El propio dictador había dado a entender que tenían vía libre para ello en su arenga del 25 de febrero. Como él mismo había hecho, según un reciente documental de la BBC.

21-II-14, I. Ramos Rioja, lavanguardia