rusos kazajos entre la lealtad a Nazarbayev y la cercanía del Kremlin

http://www.ipsnoticias.net/2014/04/rusos-entre-la-lealtad-nazarbayev-y-los-sentimientos-pro-kremlin/
“Kazajstán”, rezan estas grandes letras blancas bajo una gran bandera kazaja sobre una ladera que mira a la nororiental ciudad de Oskemen, donde la mayoría de la población es de origen ruso. Crédito: Joanna Lillis/EurasiaNet

“Kazajstán”, rezan estas grandes letras blancas bajo una gran bandera kazaja sobre una ladera que mira a la nororiental ciudad de Oskemen, donde la mayoría de la población es de origen ruso. Crédito: Joanna Lillis/EurasiaNet

ASTANÁ, 15 abr 2014 (EurasiaNet) - En la verde ladera de una colina del nororiente kazajo, al sur de la frontera rusa, un eslogan simple se cierne sobre la ciudad de Oskemen: “Kazajstán”, reza el mensaje escrito en enormes letras blancas.

 

Cuando se instaló el cartel, en 2009, ostensiblemente para fomentar el patriotismo kazajo, pareció declarar lo obvio. Pero ahora que el presidente ruso Vladimir Putin se ha autodesignado defensor de los rusos donde sea que estén, y que ha usado esa lógica para anexarse la península de Crimea, el lema parece más pertinente que nunca, por lo menos para los gobernantes kazajos.

Ya desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, el gobierno del presidente Nursultan Nazarbayev hizo énfasis en la promoción de la tolerancia y la armonía interétnica. En general logró mantener al país en calma, permitiendo que la economía alcanzara un crecimiento sin par en Asia central.

Pero ahora, la onda expansiva de la crisis de Ucrania amenaza con poner a prueba las lealtades de la población étnicamente diversa de Kazajstán, en particular de la minoría de origen ruso, que se concentra en las regiones del norte del país.

Ante los últimos acontecimientos, la promoción del patriotismo se ha disparado en la agenda política de Nazarbayev. Poniendo de relieve la gran preocupación reinante en Astaná, a comienzos de abril se impusieron largos períodos de cárcel para castigar los llamados públicos al separatismo.

El sentimiento separatista en el nororiente industrial le creó un dolor de cabeza a Nazarbayev en los años 90. Oskemen fue otrora un semillero de intrigas, con 13 conspiradores prorrusos llevados a prisión por un complot separatista en 2000. En esta ciudad, conocida en ruso como Ust-Kamenogorsk, 67 por ciento de los habitantes son rusos, el triple de la proporción nacional.

Los ánimos separatistas cedieron cuando Kazajstán se consolidó como nación, pero los escenarios que se abren a partir de Ucrania son suficientes para causarle a Nazarbayev una fuerte migraña.

El hecho de que Rusia justifique su anexión de Crimea argumentando que así protegerá a los rusos que viven en esa península pone nerviosa a Astana. En Kazajstán, 22 por ciento de la población es de origen ruso, con proporciones mucho más altas en la frontera de 7.000 kilómetros con Rusia.

Encendidas declaraciones de nacionalistas rusos sobre el norte de Kazajstán han agregado leña al fuego, desatando una inusual rencilla diplomática entre Moscú y Astaná, hasta ahora estrechos aliados.

El 11 de este mes, tras una severa reprimenda de Kazajstán, Moscú tomo distancia de esos pronunciamientos, pero no negó explícitamente tener planes sobre el territorio kazajo.

La comunidad de rusos de Oskemen observa los brotes nacionalistas al otro lado de la frontera con ecuanimidad.

“Sobre la inmutabilidad de las fronteras… decir que algunas acciones son eternas es simplemente incorrecto”, dijo Viktor Sharonov, un “atamán” (líder) cosaco, eligiendo cuidadosamente sus palabras. “De otra manera, ¿cómo podrían los escoceses a celebrar un referendo sobre una eventual separación de Gran Bretaña?”.

Sharonov pronunció estas palabras el 8 de este mes en una reunión de organizaciones comunitarias rusas con sede en Oskemen a la que asistió EurasiaNet.org, y donde líderes comunitarios defendieron las acciones del Kremlin en Ucrania y denunciaron lo que perciben como una intromisión de Occidente en el patio trasero de Rusia.

“Yo personalmente, y nuestros cosacos, lo vemos el deseo de los países occidentales… de volver a actuar sucio con Rusia”, dijo Sharonov acaloradamente.

“Lamentablemente, fascistas reales y ultranacionalistas… han llegado al poder en Kiev”, obligando a Moscú a intervenir para defender los derechos de los rusohablantes, dijo Oleg Navozov, presidente del movimiento eslavo LAD.

Por un lado, el punto de vista prevaleciente entre la comunidad rusa de Oskemen, como planteó Navozov, reitera la línea oficial de Astaná: Nazarbayev llama “neofascistas” a los integrantes del gobierno de Ucrania, y asegura que ese país discrimina “los derechos de las minorías”, lo que le ha valido aplausos de estos líderes locales.

“Nazarbayev apoyó a Rusia en aquellas acciones que buscaban proteger los derechos de las minorías étnicas en Ucrania y proteger sus intereses nacionales”, dijo Nikolay Plajotin, del LAD, con tono de aprobación.

Por otro lado, la intervención rusa en Ucrania hace que en Kazajstán muchos se pregunten: ¿qué pasará si Moscú decide que los rusohablantes que viven en Astaná necesitan protección?

Este escenario es abrumadoramente rechazado en Oskemen, donde los habitantes de origen ruso entrevistados por EurasiaNet.org dijeron sin excepciones que las políticas inclusivas de Nazarbayev, en lo étnico y en lo lingüístico, descartan de plano esa posibilidad.

“La situación en Kazajstán es completamente diferente a la de Ucrania”, dijo Vadim Obukhov, vicepresidente del Centro Cultural Ruso. “No tenemos ninguna confrontación entre kazajos y rusos”.

Nazarbayev hace malabarismos con agendas en conflicto, promoviendo los intereses de la mayoría kazaja y al mismo tiempo protegiendo los derechos de las minorías, “un equilibrio que se mantiene de manera muy competente”, señaló el editor periodístico Yevgeniy Cherkashin.

La posición pro-Kremlin de Nazarbayev en la crisis de Ucrania está jugando un rol importante en la comunidad de rusohablantes del norte, aunque en otras partes los críticos la atacan con vehemencia, por considerarla una traición a los intereses nacionales.

“En la imaginario colectivo de muchos rusos, la parte norte de Kazajstán es territorio ruso”, dijo el analista Aidos Sarym, radicado en Almaty, a EurasiaNet.org, de ahí que muchos kazajos entiendan que esta posición oficial prorrusa “está errada”.

En Oskemen, algunos kazajos “temen” que los rusos confisquen sus tierras, aunque en un futuro distante, dijo Kenzhebay, un habitante de Oskemen que no quiso dar su apellido, en diálogo con EurasiaNet.org.

También hay muchos que creen que una alianza estrecha con Rusia le ofrece a Kazajstán su mejor protección: Astaná puede salvaguardar su soberanía actuando como amiga de Moscú en vez de como adversaria.

Rusos consultados en las calles de la ciudad de Oskemen consideraron absurda la idea de que Moscú se entrometa en Kazajstán. “No creo que Rusia vaya a confiscar ni un pedazo de Kazajstán; ¿para qué lo querría?”, planteó el ingeniero Viktor Chernyshev.

“Aquí no se ve a Rusia como una especie de enemigo, sino como una oportunidad”, explicó Aleksandr Alekseyenko, de la Universidad Técnica Estatal de Kazajstán Oriental.

En Oskemen, la ciudad rusa de Novosibirsk está más cerca que Astaná y los lugareños cruzan la frontera, hacia Siberia, para trabajar y estudiar allí, ayudados porque Kazajstán integra la Unión Aduanera liderada por Rusia.

El mes próximo, esta zona de libre comercio se transformará en la Unión Euroasiática, objeto de ferviente oposición de nacionalistas y liberales kazajos que temen el dominio ruso. Sin embargo, en el nororiente de Kazajstán el respaldo a la unión es absoluto.

Vladimir Putin no oculta su nostalgia por la era soviética ni su visión de la Unión como vehículo político para la promoción de una integración possoviética dominada por Rusia. En Oskemen, algunos parecen compartir su sueño.

La unión representa “un retorno –tal vez no total, pero de todos modos amplio– a lo que existía en la Unión Soviética”, sugirió Navozov.

Estas palabras pueden ser música para los oídos de Putin, pero tal vez no para los de Nazarbayev: él sospecha de cualquier elemento político que tenga que ver con la integración y se ha comprometido a no ceder “ni un ápice” de la soberanía de Kazajstán.

Al mirar a Rusia en busca de puntos de referencia políticos y económicos, la comunidad rusohablante de Oskemen es fuertemente leal a Nazarbayev. No lo ve solo como un garante de los derechos de las minorías, sino también como un garante de la estabilidad política y social.

El malestar al estilo ucraniano es imposible aquí, dijo Leonid Kartashev, presidente del Centro Nacional Cultural Ruso, porque “en Kazajstán el presidente Nazarbayev fue elegido legítimamente, y en Kazajstán hay un gobierno legítimo”.

Joanna Lillis es una periodista independiente que se especializa en temas de Asia Central. Este artículo se publicó originalmente en EurasiaNet.org.