los talibanes atacan el aeropuerto de Karachi, la capital económica de Pakistán

Desde que, hace un año, el primer ministro pakistaní, Nawaz Sharif, asumió el cargo, apostó claramente por sentarse a dialogar con los talibanes para intentar llegar a un acuerdo de paz con la insurgencia. Todas las esperanzas saltaron por los aires el pasado lunes con el ataque de un comando talibán al aeropuerto de Karachi en el que hubo una cuarentena de muertos y al que siguió, ayer martes, otro tiroteo contra la academia que la Fuerza de Seguridad Aeroportuaria tiene en el mismo recinto, en el que no hubo víctimas. Se ha tratado, sin duda, del mayor desafío a la seguridad de Pakistán por parte de las filiales de Al Qaeda atrincheradas en el terreno montañoso fronterizo entre Pakistán y Afganistán.

   El Movimiento Talibán de Pakistán (TTP por sus siglas locales) se atribuyó los ataques como represalia por los bombardeos del ejército pakistaní contra sus bases. Se abría así el círculo vicioso de represalias y venganzas que deja en difícil situación al Gobierno de Islamabad, ya que su intento de buscar una salida negociada al conflicto ha quedado ahora en entredicho. La situación demuestra el bloqueo en que ha quedado la estrategia del primer ministro Sharif, puesto que por una parte no está preparado para atacar a los rebeldes talibanes, pero, por otra, si opta por seguir intentando negociar con ellos, se puede ganar la enemistad del estamento militar, el más poderoso de Pakistán.

Tras meses de contactos, el Gobierno pakistaní y las fuerzas de seguridad llegaron a la conclusión de que era imposible aceptar las demandas del TTP, como la aplicación de la charia en todos los ámbitos, la retirada del ejército de las regiones tribales y la creación de "una zona de paz", por lo que reiniciaron los bombardeos contra sus bases junto a la frontera afgana.

Desde el año 2007 los talibanes pakistaníes combaten al Gobierno central en una lucha que ya ha dejado más de 6.000 muertos, pero el asalto al aeropuerto de Karachi ha sido, sin duda, su acción más osada, puesto que lograron la paralización completa de la ciudad, de 18 millones de habitantes y centro financiero y comercial de Pakistán. Muchos ven en esta acción suicida una nueva declaración de guerra abierta por parte del Movimiento Talibán de Pakistán, que con estos ataques tan lejos de sus bases y refugios demostraría disponer de una mayor capacidad logística. Todo parece indicar que el objetivo de estos atentados es hacer daño a los intereses económicos del país y aislarlo internacionalmente. En cualquier caso, han dinamitado la posibilidad de un acuerdo negociado

11-VI-14, lavanguardia