las cuentas del Estado, o una solidaridad involuntaria es un expolio

Los diarios y periodistas deberíamos negarnos a publicar las cuentas territorializadas del Ministerio de Hacienda hasta que todos los datos sean públicos y estén disponibles para todo tipo de investigadores, economistas y aficionados y para hacer toda clase de balanzas. No como ahora, cocinadas. Como dijo De la Fuente al presentar el informe, los gobiernos no acostumbran a publicar informes como los de España. Lo repetía el Sr. Coll en El Periódico: "Spain is different", decía. Parece que nos quieran decir que el Gobierno español es más transparente que otros. Y es lo contrario.

Los gobiernos no publican las balanzas porque a veces no se puede, como en el caso alemán: el Gobierno federal raramente hace transferencias a los estados. Como las transferencias se hacen directamente entre estados, son estas las que se publican (en el Bundesfinanzministerium). Y -sobre todo- en muchos países no se publican porque la divergencia de criterios hace deseable que sean elaboradas por organismos independientes, académicos, etc. Como pasa en Brasil o en EE.UU.

En contraste, el Gobierno de España: a) escoge quién hace las balanzas, en este caso el señor De la Fuente (fundador de Ciutadans y colaborador de la FAES, conocido propagandista); b) usa un sólo método (no como la Generalitat, por cierto, que publica todos los métodos reconocidos internacionalmente), y eso es grave porque cada método da información diferente y, por lo tanto, publicando sólo uno se admite a ojos de una persona informada que se tiene la intención de ser sesgado; c) publica las conclusiones como verdades científicas con el fin de conseguir titulares favorables (véase hemeroteca), con una metodología "un poco a ojo" (según dice literalmente el informe) y además se hacen saber a posteriori, de tal manera que es imposible, de cara a los titulares del día siguiente, fiscalizar los errores del "a ojo": no hay tiempo.

La manera correcta, democrática e intelectualmente decente de discutir cómo se gastan nuestros impuestos es publicar (¡nuestros!) datos anualmente, a fin de que cada cual calcule y evitar así los monopolios manipuladores -como lo evita el Gobierno americano (bea.gov), donde además los datos son auditados-. Otra opción es la de Australia, que sí que publica las balanzas, pero también publica los datos con los que las elabora, y lo hace antes y no después de hacer públicas las conclusiones. Además, el Gobierno no puede hacer informes a placer: transparencia, metodología, plazos y estructura de los informes están regulados. En paralelo, existe un debate académico abierto sobre el significado de cada método.

El déficit fiscal no es la enfermedad, es un síntoma más. La enfermedad es la arbitrariedad, la resistencia a la democracia, la falta de garantías y la manipulación y control de la información. El expolio fiscal es una consecuencia normal: si puedes ingresar y gastar arbitrariamente y ocultarlo, ¿por qué no hacerlo? Sí, Spain is different.

26-VII-14, J. Graupera, lavanguardia