España cañí -180: la mentira como régimen impune

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muchos directores de museo se devanan los sesos en búsqueda de una fórmula que les permita generar recursos complementarios. Y así es como pueden acabar alquilando sus salas para bodas y bautizos, relativizando la ambición intelectual o presentando como arte objetos que no desentonarían en una cacharrería o unos grandes almacenes.

Sin embargo, hay otras soluciones para lograr grandes audiencias. Por ejemplo, inventárselas. Lo ha descubierto recientemente el nuevo director del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), al revisar las cifras de visitantes de su antecesora. Resulta que durante diez años las hinchó sin complejos. De este modo logró que la curva de visitantes luciera sostenido progreso (pese a que, de hecho, caía). En el 2004 tuvo 102.847, pero según la estimación aprobada por su responsable registró 237.000. Y, en el 2013, tuvo 85.070, pero oficialmente se contabilizaron 1.163.419. Es decir, el IVAM multiplicó por trece el número de visitas reales. Hay una manera muy fácil de tocar el piano, decía el añorado Perich en un chiste. Y añadía: tocarlo mal.

4-I-15, Ll. Moix, lavanguardia