dilapidando cada año 1.300 millones de toneladas de alimentos, casi 1/3 del total

El mensaje de la FAO es que resulta más eficaz reducir las pérdidas antes que incrementar la producción y de paso ahorrar energía, tierras y agua.

El bufet, esa invitación a comer con avidez cuanto  uno quiera por un módico precio, es uno de los reclamos a eliminar o a moderar. El comensal puede llenarse una y otra vez el plato, aunque difícilmente podrá ingerir tales cantidades de embutidos, arroz, pasteles... Buena parte de la comida acabará inevitablemente en el cubo de la basura. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y el Desarrollo (FAO) ha advertido esta semana de que cada año se dilapidan unas 1.300 toneladas de alimentos, casi un tercio del total que se produce para el consumo humano.



La conclusión es que existe comida de sobras para dar de comer al mundo, a los actuales casi 7.000 millones de personas. Y a muchos más. El informe Innovaciones para alimentar al planeta publicado este año por el Worldwatch Institute de Washington ya destaca que actualmente se producen alimentos para 12.000 millones de personas. El mensaje de la FAO es que resulta más eficaz reducir las pérdidas antes que incrementar la producción y de paso ahorrar energía, tierras y agua.

El estudio de la FAO, realizado por el Instituto Sueco de Alimentos y Biotecnología, urge a afrontar un doble reto. De un lado, reducir la cifra de alimentos que se pierden durante el proceso de producción, desde que se cultiva una hortaliza, se captura un pescado o se sacrifica una ternera hasta que llega a la mesa. De otro, evitar que el consumidor de los países ricos siga desperdiciando toneladas de comida y que los artículos caduquen en las estanterías de los supermercados.

Dicho trabajo remarca que son muy perjudiciales las ofertas de llévese tres y pague dos o la citada cultura del bufet, que animan al cliente a adquirir artículos que no necesita y que buena parte van a parar al contenedor de residuos. En Europa y Estados Unidos cada ciudadano derrocha entre 95 y 115 kilos al año, aunque las pérdidas totales se elevan a casi 300 kilos per cápita (ver gráfico) si también incorporamos los alimentos que se echan a perder antes de llegar al consumidor.

La FAO también reflexiona sobre cómo aprovechar esas frutas, verduras, pescado, que no cumplen las exigencias comerciales de tamaño y buen aspecto y que se tiran. Una de las propuestas es "vender los productos agrícolas a los consumidores de forma más directa, sin tener que cumplir las normas de calidad de los supermercados", fomentando así los pequeños mercados locales de campesinos. También sugiere que las organizaciones comerciales establezcan fórmulas para destinar estas mercancías, que cumplen las normas sanitarias y tienen el mismo valor nutritivo pero cuya apariencia no es la mejor, a organizaciones de beneficencia.

Mención especial en el documento de la FAO merece el descarte de pescado, y más en tiempos de reiteradas advertencias de que las pesquerías están en declive. Las regiones industrializadas descartan entre el 9% y el 15% del total de capturas. Los últimos datos disponibles indican que en el 2005 más de 7 millones de toneladas de pescado se desecharon. Mientras, un reciente informe de la New Economics Foundation británica concluye que los recursos pesqueros propios de España sólo alcanzan para cubrir un tercio de la demanda.

Si en las naciones ricas el problema es el desperdicio de los productos por parte del consumidor y también del comercio minorista, en las pobres el principal escollo son las precarias infraestructuras y su escaso nivel tecnológico. Las pérdidas ya se registran en la cosecha, la recolección, el almacenaje, el transporte y el procesado, antes de que el arroz, el pollo o las patatas lleguen a la mesa del ciudadano africano.

15-V-11, R.M. Bosch, lavanguardia