brigadistas occidentales cristianos en Iraq

No todos los occidentales que parten a luchar a Oriente Medio se unen al Estado Islámico. Algunos le combaten. La presencia de dos grupos armados cristianos en Iraq empieza a darse a conocer. Más o menos aliados, o al menos tolerados, por los peshmergas kurdos, están reclutando voluntarios de EE.UU., Gran Bretaña, Canadá o Australia para liberar las localidades cristianas ocupadas por el EI.

La ofensiva del Estado Islámico en Iraq ha causado el desplazamiento forzoso de unos 150.000 cristianos. Los yihadistas han ocupado la llanura de Nínive, el hogar de los cristianos iraquíes desde hace 1.800 años, al igual que de las comunidades yazidíes, kurdas y turcomanas.

Uno de estos grupos, llamado Unidades de Protección de Nínive (NPU, en sus siglas en inglés), acaba de terminar su periodo de instrucción en una base al norte de Mosul antes usada por los peshmergas con la ayuda de veteranos estadounidenses al parecer organizados por el conspicuo y mediático Matthew VanDyke, un documentalista que alternó la cámara con la lucha armada en la guerra de Libia del 2011.

Capturado en Libia por las tropas gadafistas, pasó seis meses en prisión hasta la caída de Trípoli. Se sumó luego de nuevo a los rebeldes. Premiado en el festival de cine de Tribeca por su documental Point and Shoot, que versa sobre sí mismo y su experiencia en Libia, más tarde viajó a Siria para realizar reportajes.

Ahora VanDyke ha fundado Sons of Liberty International, poniendo 12.000 dólares de su bolsillo, para recaudar fondos y reunir voluntarios en apoyo de las NPU. Asegura que empezó entrenando a 25 hombres con la ayuda de cinco veteranos del ejército estadounidense. "Hay decenas de miles de refugiados y la población cristiana de Iraq está seriamente amenazada -dice-. Si los cristianos no pueden demostrar que son capaces de defender su tierra serán borrados del mapa".

Las NPU contarían ahora con entre 350 y 500 efectivos, bajo el mando de un comité militar dirigido por Gevara Zayam, quien junto a VanDyke ha reclamado ayuda oficial de EE.UU. Se desconoce hasta qué punto esta milicia estaría respaldada oficiosamente por Washington o contaría con mercenarios norteamericanos.

Según dijo a La Voz de América el analista Sayad Jiyad, del Instituto Iraquí para la Reforma Económica, las NPU "tienen apoyo del Gobierno iraquí, por lo que los asesores norteamericanos ya están teniendo un papel en su entrenamiento". La base de las NPU está en el Movimiento Democrático Asirio de Iraq y estarían financiadas por la diáspora asiria en Europa y EE.UU.

Un representante de la diáspora asiria en Australia, Albert Keeso Moshi, es promotor de otro grupo armado, llamado Dwekh Nawsha ("los que se sacrifican", en arameo). Se formó en agosto y contaría hoy con unos 300 efectivos, concentrados en Bakufa, cerca de Mosul. Muy precariamente armados, algunos combatientes extranjeros de Dwekh Nawsha se han dado a conocer en los últimos días. Entre ellos, dos veteranos estadounidenses de la guerra de Iraq, Khamis Gewargis Khamis y Brett. Este último, católico de 28 años, asegura que su grupo cuenta con unos cien occidentales. Según otras fuentes, serían muchos menos.

Al parecer el papel de Dwekh Nawsha es bastante secundario frente al de los peshmergas kurdos, y sorprende observar rostros de hombres de mediana edad en la milicia. Hasta ahora sólo Brett ha participado en algún combate, según The Independent. El grupo cuenta con al menos una mujer, que ha aparecido fotografiada con pasamontañas.

Mail Online ha publicado la historia de un británico captado por Brett, un exportero de discoteca, llamado Tim Lock. De 38 años, cuenta que vendió su negocio de construcción y su casa con piscina para ir a Iraq. Ni siquiera es religioso, y afirma que lo que le motivó fue el asedio del Estado Islámico al monte Sinjar, donde se refugiaba la minoría yazidí. "Pensé que tenía una buena vida, un empleo, una bonita casa, y que era hora de ayudar a alguien".

Ninguno sabe qué puede ocurrir una vez acabe esta guerra ni si podrán regresar -en caso de sobrevivir- tranquilamente a su país. Otra cuestión es si constituyen una anécdota o, si el fenómeno crece, generarán una percepción de guerra religiosa contra el Estado Islámico, que por supuesto los califica de "cruzados".

25-II-15, F. Flores, lavanguardia