"Los tiburones del arte", Luis Racionero

LOS TIBURONES DEL ARTEProvocador nato, esta vez han llegado a la mesa de disección de Luis Racionero aquellos que quieren vivir del negocio del arte sin utilizar criterios estéticos. Los tiburones del arte (Stella Maris) es una suerte de ensayo y crítica ácida contra la mercantilización de lo que debería ser "pura emoción". Racionero, sin compasión.

Ese sería, pues, el único criterio válido: es arte lo que me conmueve, me genera emoción, que "choca, asquea, inspira o trastorna". En su caso, "me sobrecogen pinturas, puestas de sol y películas. Con los libros me ocurre algo menos, la verdad sólo con alguna poesía de San Juan de la Cruz, con Shakespeare..."

¿El mercado del arte es una estafa? "¡Hombre, parece el timo de la estampita! Pero aquí el estafado se deja estafar. Pero como a mucha gente le han hecho un lavado de cerebro entre críticos sobornados y galeristas para comprar mierdas, piensan 'si no compro esto dirán que soy un paleto'"

Para cubrir esa supuesta ignorancia, pues, decidirían gastar dinero sin ningún criterio estético. Como pura inversión. "Algunos meten el cuadro en una caja fuerte de su casa porque así no tienen ni que mirarlo, tampoco les gusta, y esperan a que suba de valor".

Por eso Damien Hirst recompra sus obras. "Ese supuesto artista pasó de poner vacas en formol a meter tiburones en formol. Yo eso ya lo había visto en el colegio de la Bonanova. ¡Eso era un experimento, no una obra de arte!". De ahí el título de su libro.

Lamenta el exceso de operaciones comerciales disfrazadas de arte y afirma que antes de 1910 no ocurrían. "Se tratan los cuadros exactamente igual que acciones de bolsa. Antes el arte se compraba porque te iluminaba e ilustraba. Ahora es arte aquello que uno está dispuesto a comprar".

Lo que más le sulfura es el concepto aquel de "arte es lo que lleva mi firma". Es lo peor, dice. "Es de un engreimiento impresionante. Antes del Renacimiento no había firmas. Lo de la firma ha sido el gran engaño: los bisontes de Altamira son bastante mejores que los toros de Picasso".

Desaparecidos criterios y valores, cuenta que Dalí, "pobre, al cual yo quería mucho, al final empezó a firmar cartones en blanco para que sus secretarios metiesen allí litografías de otros". ¿Y el dinero? Cosa de Gala. "Eso ocurre con todos. Un artista sin mujer no va a ningún lado. Ellas les hacen triunfar, inspiran y hacen caja".

No todos los críticos de arte serán sobornables, aventuramos. "¿No? ¡Casi todos! Muchos, la carne es débil. Si me dan una pasta para decir que esto es una mierda, pues lo digo. No es delito". Mientras Racionero escribía este libro se sintió reconfortado por un artículo de Vargas Llosa de similares argumentos.

¿Con la música dodecafónica también nos venden una moto? "Claro, si los propios músicos te lo confiesan. Mire, en arte, para que algo sea bueno necesita 60% de desorden y 40% de orden. Si sólo hay orden te mueres de aburrimiento; si sólo caos, te alteras".

De depender de él, ¿habría expuesto Luís Racionero La bèstia i el sobirà en el Macba?. "Si yo estuviera en el Macba, cosa imposible porque no me van a llamar y porque me parece que, salvo excepciones, lo que hacen no es arte, estaría obnubilado con todas estas tonterías y me parecería estupendo exponer esa escultura".

Entonces, ¿qué cuadros tiene Racionero en su casa? Sólo reproducciones, afirma no tener dinero para más. "Y si lo tuve, me lo gasté en Romanée-Conti". Le hubiera gustado comprarse un Nonell, un Sorolla... "Y un Leonardo, claro, pero me tengo que conformar con reproducciones de Vermeer, Turner y Botticelli.

31-III-15, N. Escur, lavanguardia

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LOS TIBURONES DEL ARTE Arte 128 15x23 Tapa dura con sobrecubierta PVP: 19.00 €     17/02/2015

Un tiburón en formol vendido por 12 millones de euros. Una calavera de diamantes cuya puja fue artificialmente inflada por el propio artista. Un urinario convertido en objeto de exposición en las más famosas galerías del mundo. Ya no hay modo de saber si algo es bueno o mediocre: ni siquiera sabemos si algo es arte o no lo es.

En Los tiburones del arte, Luis Racionero, uno de los intelectuales más incisivos de nuestro país, traza un análisis tan contundente como polémico sobre el arte actual y lo que cabe esperar en el futuro. ¿Cómo hemos llegado a que el mercado y las agencias de marketing controlen el arte? ¿Llegaremos a realizar esculturas en carne viva gracias a la manipulación de los códigos formativos en proteínas? ¿Es el láser un pincel que espera su Leonardo?

AUTOR

Estudió Ingeniería y Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona y obtuvo la beca Fullbright para doctorarse en Urbanismo en la de Berkeley. Ejerció en 1966 como profesor de Microeconomía y de Urbanismo en la Facultad de Ciencias Económicas; en la Escuela de Arquitectura y en la Facultad de Económicas de Barcelona. En 1978 se estableció en el Ampurdán (Gerona) para dedicarse exclusivamente a la literatura. Como escritor ha cultivado la narrativa y la ficción. Ha obtenido, entre otros, los premios Azorín y Fernando Lara de novela; y el Anagrama de Ensayo. Entre sus obras narrativas destaca Cercamón (1982), La forja de l’exili (La forja del exilio, 1985), Raymon o la alquimia de la locura (1985), La cárcel de amor (1996); y La sonrisa de la Gioconda (1999). Es autor también de numerosos libros ensayísticos y ha realizado algunos cortometrajes como La fiesta de los locos: una interpretación de H. Bosch y Leonardo y el andrógino. Ha colaborado con diarios y revistas como El País o Ajoblanco, y en la actualidad escribe en La Vanguardia y Mundo Deportivo.