"Solidaridad prostituida", Germà Bel

La Semana Santa es procesional. Las imágenes sagradas son sacadas de iglesias (o sedes cofrades) y se pasean en procesión, mezclando devoción y solaz vacacional. Así fue la semana pasada. Y los dirigentes del Ministerio de Fomento, quizás contagiados del ambiente general, volvieron a sacar de procesión las sagradas palabras. Sendos informes publicados por Fedea (este diario, domingo 29) han mostrado otra vez, con gran contundencia y robustez, que las líneas de alta velocidad en España ni tienen rentabilidad económica, ni generan beneficios sociales; por tanto, destruyen bienestar social. Ante el impacto de esos informes, la ministra de Fomento y sus altos subordinados justifican el desatino apelando a la solidaridad y la cohesión territorial: las sagradas palabras al rescate de la honorabilidad de su política de infraestructuras.

Pero más allá de los Pirineos las cosas se expresan de forma bien distinta. El 27 de marzo se hizo público el resultado del proceso participativo previo a la declaración de utilidad pública de las líneas de AV Burdeos-Tolosa y Burdeos-Dax, organizado por las autoridades de Aquitania. El proceso ha resultado en el rechazo a declarar de utilidad pública ambas líneas, por razones de movilidad, alternativas inversoras, ambientales, etc. Y también porque "siendo la alta velocidad consustancial al servicio exclusivo de las grandes aglomeraciones, el riesgo de metropolitanización es patente. La irrigación del territorio presentada como un beneficio del proyecto corre el riesgo de convertirse en un drenaje del territorio y la concentración de la actividad en las metrópolis". Bien claro.

También poco antes de Semana Santa, una comisión mixta de conservadores y laboristas de la Cámara de los Lores concluyó que la justificación económica para la línea de AV Londres-Norte es insuficiente. Añadió además que el beneficio de esta línea se concentraría en Londres, y no en las zonas deprimidas del Norte. Por ello, consideran que para promover el desarrollo del Norte sería mucho mejor asignar una fracción del coste previsto para la AV a inversiones directas en estas zonas. También claro.

Por ahí fuera es sabido que la AV no desconcentra la actividad económica hacia los puntos medianos y menores de la red, sino que refuerza la concentración en los nodos centrales y más dinámicos. Por ello, perjudica la cohesión territorial al drenar actividad de los nodos menores. Y se sabe también que la AV (cuando no recupera sus costes de inversión) transfiere un subsidio público inmenso a usuarios de niveles económicos por encima de la media. En Francia, el Tribunal de Cuentas ha constatado que el 28% de los viajes en AV los hace el 10% de población de mayores ingresos.

En cambio, en España se sacan en procesión conceptos sagrados como solidaridad y cohesión territorial para justificar el dislate, cuyo principal ingrediente real es la bulimia radial. No les importa prostituir el significado de solidaridad, de tanto tomar su nombre en vano. En esas andamos ya hace mucho tiempo. Demasiado. Y queden tranquilos los que temen la incertidumbre y aman las certezas. Esto no cambiará. Exigiría de-construir la Nación... y el camino central es el opuesto.

7-IV-15, Germà Bel, lavanguardia