"Corrupción y partitocracia", Josep Miró i Ardèvol

Todos los partidos hablan y no paran de erradicar la corrupción, pero a la vez todos, nuevos y viejos, ocultan uno de los dos motores que la hacen posible (la otra es la crisis moral): la partitocracia como sustituta de la democracia, la colonización de todos los ámbitos por parte de los partidos políticos en beneficio propio. El bien común convertido en bien de partido, usurpando el poder del pueblo. Esta degradación se produce cuando los representantes políticos dejan de serlo, y pasan a ser funcionarios de partido. El futuro del diputado ya no depende de los ciudadanos sino de los que controlan el aparato político. Las primarias partidistas resuelven opciones internas pero no aportan nada al problema de la marginación de los electores. El partido deja de ser canal y se transforma en presa; el agua no fluye, sino que es embalsada e instrumentalizada.

Resultat d'imatges de "tu diputado"La raíz de este problema es el sistema electoral basado en listas cerradas y bloqueadas, y Catalunya es un caso particularmente desgraciado. A pesar de las promesas nunca han sido capaces de hacer una nueva ley electoral, y ahora que volvemos a probarlo, nos dan gato por liebre: una ley para regular las elecciones sin sistema electoral.

La demolición de la partitocracia exige que los diputados dependan directamente de los electores: pequeñas circunscripciones donde se escoge el diputado, el mío, que sabe que su futuro depende de mi voto, y de unos pocos miles como yo. Pero este sistema tiene un problema. Sólo consigue representación el sufragio de la mayoría, y esto es malo para una sociedad plural. Diferentes países han aplicado soluciones para corregir esta limitación, y entre ellos, Alemania es quien ha concebido la más clara para el electorado, y de más fácil recuento electoral: dos votos por persona, dos urnas, una de ellas sirve para votar a un diputado, el del distrito, la otra a una lista en una circunscripción más grande, recogiendo el voto proporcional. Grosso modo, la mitad de la Cámara son diputados de distrito. Esta es la idea, y es buena porque combina elección directa y proporcionalidad, y sobre ella se pueden construir muchas variaciones. Lo que importa es el objetivo: liquidar las listas como el único método electoral, situando el contrapunto potente de la mitad de diputados que responden directamente a sus electores, acabando así con el fundamento de la partitocracia sin liquidar la representación de las minorías.

18-V-15, Josep Miró i Ardèvol, lavanguardia