el Legislativo de California aprueba la ley de suicidio asistido

Debbie Ziegler, madre de Brittany Maynard, con una foto de su hija el pasado miércoles en el Capitolio de California. / AP

El gobernador debe ratificar o vetar una norma que supone un gran cambio a raíz del caso de la joven californiana Brittany Maynard

El estado del que tuvo que huir Brittany Maynard para morir el año pasado le dio este viernes la razón. El Legislativo californiano aprobó por primera vez una ley que regula el suicidio asistido en el estado más poblado del país. La iniciativa aprobada el viernes por el Senado californiano hace legal prescribir drogas para morir a aquellos enfermos terminales que lo soliciten conscientemente y que tengan un pronóstico de menos de seis meses de vida.

La iniciativa no es ley aún, sin embargo. Falta la firma del gobernador, Jerry Brown, hombre religioso (fue seminarista jesuita en su juventud) y en general prudente en cuestiones morales que no ha dejado entrever en estos meses de debate ni una pista sobre qué opina de esta ley. El viernes por la noche su oficina aún no había comunicado nada al respecto. Tiene 12 días para pronunciarse. Incluso si decidiera vetar la ley, el voto en el Legislativo confirma un cambio de opinión en el estado más poblado de la Unión, impensable hace solo un año.

California había rechazado dos veces regular el suicidio asistido. La última iniciativa legal en ese sentido había fracasado en 2007. De obtener el visto bueno del gobernador, se convertirá en el quinto estado (tras Oregón, Washington, Montana y Vermont) y el más poblado en permitir esta práctica. Una encuesta de Gallup de este año revela un apoyo del 70% en Estados Unidos al suicidio asistido, un 10% más que el año pasado.

El caso de Brittany Maynardconmovió el pasado noviembre a la opinión pública norteamericana. Tenía 29 años, se acababa de casar y quería tener hijos con su marido, Dan Díaz. En enero de 2014 le diagnosticaron una forma de cáncer agresiva e incurable en el cerebro y le dieron un año de vida. Maynard, que vivía en el norte de California, decidió que quería quitarse la vida despidiéndose de los suyos cuando ella quisiera, en vez de agonizar durante meses. Era consciente, además, de que tendría poco tiempo para tomar esa decisión por sí misma.

Maynard se coordinó con la organización Compassion&Choices, que aboga por el suicidio asistido, para hacer público su caso a través de una serie de vídeos en los que explicaba su caso y sus razones y que dieron la vuelta al mundo. En aquellos vídeos expresaba sus convicciones, sus dudas y lo que quería hacer antes de morir y pedía que nadie tuviera que mudarse otro estado, como hizo ella, para poder decidir sobre su propia muerte. Brittany Maynard murió en una casa de Portland, Oregón, rodeada de su familia, el 1 de noviembre de 2014, por su propia mano tomando una medicación eutanásica prescrita por un médico legalmente, tal como ella deseaba.

El marido de Maynard, Dan Díaz, reveló que pocos días antes de morir su esposa recibió una llamada del gobernador Brown. En esa llamada Maynard reiteró su petición de que California tuviera en el futuro la ley de suicidio asistido de la que ella no se pudo beneficiar. Díaz no ha revelado nunca más detalles de aquella conversación.

El impacto mediático de la campaña llevó a dos legisladores californianos a presentar un nuevo proyecto de suicidio asistido el pasado enero. Los debates de estos meses han tocado todos los aspectos morales de este asunto, que se han traducido en enmiendas. Por ejemplo, la prescripción del médico caducará a los 10 días y tendrá que ser renovada si no se ha tomado la medicación en ese tiempo. Además, el médico deberá consultar con el paciente en privado. Una preocupación de los legisladores es que la ley pueda ser aprovechada para convencer a personas de acelerar la muerte, por ejemplo, por sus herederos.