Emma Bonino: "Mi vida: de la cárcel al Quirinal", II-06

Cristina Alberti, Gente, 8 de febrero de 2006.

A quién quiera, ella, la primera mujer presentada como candidato a la Presidencia de la República, contesta la líder de los Radicales: "Por qué no? El País está listo". Sus luchas por los derechos civiles le han costado denuncias y también la detención pero también el respeto de millares de personas. Sin embargo confiesa: "La soledad es el sentimiento más común de mi existencia."

Está el escaparate en nogal de la abuela. El sillón de los sit-in del '98 ante Palazzo Chigi y el encontrado por la calle en Bruselas, donde tienen la costumbre de echar los muebles a la calle. Y el ajado mueble colonial de las 800 comprado al ropavejero bajo casa, del que mamá no quiso saber nada. Están ésta y mil otras cosas -fragmentos de vida y lugares conocidos- en la casa de Emma Bonino. Una madriguera, como ella quiere llamarla, en el corazón de la vieja Roma, en Trastevere. Un palacete cielo-tierra formato mignon, recogido y concentrado como ella, una mujer sólo menuda en el físico. La única cuyo nombre fue presentado hace siete años, y prometido en estos días, como posible candidato al más alto cargo institucional italiano: la Presidencia de la República.

Emma Bonino, nacida en 1948 en Bra, provincia de Cuneo, segunda de tres hijos. Papá Filippo fue un campesino, mamá Catterina -"Con dos t, no es un error"- cuidó de los hijos y (de vez en cuando) ayudó el marido en los campos. De aquellos años, de su infancia, Emma recuerda el calor sofocante del verano y el gran frío del invierno, cuando para ir al colegio hacía falta hacer kilómetros a pie entre la nieve. "Será por ésto", dice, "que mi alma no es "verde" sino azul como el mar". Por ésto que sus pasatiempos preferidos, cuando logra practicarlos, son las inmersiones y el velero. Desde 2001 tiene una casita en El Cairo, un piso pequeño pero desde cuyas ventanas se ve el Nilo. Una elección dictada por el deseo de aprender el idioma árabe y conocer aquella realidad. Convencida como está de que "con sus doscientos kilómetros de ancho, el Mediterráneo no es un mar que nos divide sino un lago que nos une". Y viviendo allí, en Egipto, ha entendido que "entre nosotros y los musulmanes no hay choque ni de religión ni de civilización". Ha palpado que el choque está entre los diferentes sistemas políticos: "Ellos son sociedades cerradas, dictatoriales, nosotros tenemos un sistema democrático, por lo tanto más abierto."

Antes de aceptar esta entrevista "sentimental", Emma se lo ha pensado un poco. El carácter cerrado típico de los piamonteses siempre tras ello. Y si tiene que hacerlo, prefiere hablar de política nacional o de derechos humanos violados y negados. Cuando luego ha decidido que sí, que aceptaba encontrarme, no ha puesto ni prohibiciones ni barreras. Y ha arrinconado totalmente "la Bonino" para ser, al menos por una vez, sencillamente Emma.

¿Para una persona acostumbrada a dar voz a otros, a quién no la tiene, cuán difícil es hablar de sí mismo?

"Es una tortura. Porque vengo de una familia dónde la discreción es parte integrante del ADN y luego, desde los principios de mi carrera política, he establecido que lo personal es político, como se dijo en los años setenta, pero la vida privada no es pública. Tengo que batirme por cuestiones que pueden atañer a mi esfera privada como al aborto o el divorcio, pero tener para mí mis hechos privados."

Hablamos de tu familia. ¿Cuán importante ha sido en tu vida?

"Es esencial, aunque las relaciones con mis padres han vivido fases alternas. La primera fue la de la ansiedad, experimentada a caballo de preguntas tipo: "Por qué continua yendo por ahí por el mundo y no se casa con el farmacéutico de debajo de casa que es tan atractivo"?. Luego se pasó a la aceptación, hasta el orgullo."

Su padre, muerto en el '68 cuando sólo tenía veinte años, sólo ha visto la fase de la ansiedad.

"Es mi gran pena. He sido una chica inquieta y malsufrida. Me sentí controlada, con el aliento sobre el cuello. No soporté preguntas como: "Adónde vas? Con quién vas? Qué haces"?. no entendí por qué mi hermano más pequeño era más libre que mi hermana o yo misma. Y todavía menos porque mi hermano y yo estábamos obligados a seguirla cuando salia con alguien. Nosotros queríamos ver "Hércules contra Maciste" en el cine parroquial, mi hermana y el novio quisieron hacer: dos cajas! Con estas premisas, fíjate si podía soportar el cliché escolar de la época: bachillerato y universidad para los machos, magisterio para las mujercitas. Con la excusa que habría hecho el bachillerato junto a mi hermano, logré ir al instituto. Luego se puso el problema de la universidad. Me he licenciado en lenguas en Milán pero, hoy puedo decirlo porque lo he entendido, que de las lenguas no me importó gran cosa. Me inventé aquella facultad porque en Turín no hubía y me obligaba por lo tanto a alejarme de casa. Fue lo que quise: buscar mi propio camino. Mi padre no lo entendió y hubieron choques continuos, aunque mudos, como le sienta bien a personas de pocas palabras. Se preocupó por mí, pensó que acabaría bajo un puente o bien peor. Hoy he comprendido que no era él quien no entendía sino yo quien, no teniendo las ideas claras, no logré explicarme."

¿Y las relaciones con su madre?

"Ella tuvo más confianza en mí. Imagino que era ella quien mediaba con mi padre. Pero la relación entre nosotras se derritió en un momento preciso, en el '75. Me autodenuncié de haber abortado y, por ello, acabé en la cárcel. Durante las dos semanas de detención leí una pequeña entrevista que le hicieron. Dijo: "Tengo a tres hijos muy diferentes entre ellos, ninguno de los tres hace mal a otros y en todo caso estoy orgullosa" de ello. Fue su modo de decirme que me apoyó aunque hacía política con los radicales, un partido que (en la época) rompió claramente con el establishment."

¿Cómo ha vivido por ahí sus continuos desplazamientos por el mundo?

"Gobernando su ansiedad y ayudándome a gobernar la mía. En los últimos años sólo había el tono de su voz al teléfono, que aumentó en función de los kilómetros de distancia, en traicionar su preocupación. Su "Pronto?!" cuándo me fui a El Cairo, fue ensordecedor. Cuando murió, hace dos años, ha sido el vacío. No fui nunca ni madre ni mujer, la única identidad en la que me he reconocido es la de hija. Mi madre si la era se llevara muriendo. Ahora, por suerte, estoy descubriendo con fuerza una nueva identidad: la de hermana."

Ha señalado el episodio que cambió su vida: el aborto.

"Fue a fines del '74, tenía 27 años y me eché novio (con Marcello Crivellini, ndr). No usé anticonceptivos porque me dijeron que era estéril. Está claro que no fue así! No me sentí lista entonces, como no me he sentido nunca en toda mi vida, de estipular con un ser humano un contrato que fuera definitivo, para siempre. Ha sido la experiencia más sobrecogedora de mi vida. Sobre todo por la humillación que probé al deber pedir ayuda a las amigas, descubriendo, además, que lo hicieron todas. Alucinante llamar a la puerta de un médico de Florencia que fue un perfecto desconocido poniendo mi vida en sus manos. Fue una persona inteligente y comprensiva y que luego también se ha expuesto sobre otros temas, por ejemplo la eutanasia. Pero mientras estuve sobre el tren que me recondujo a Milán, seguí preguntándome porque tuve que comportarme como una ladrona. Así he empezado a ayudar todas las mujeres en dificultades. Antes las mandaba a Florencia. Luego supe que en Milán había una tal Adele Faccio, que abrió en la sede del Partido Radical un centro para el aborto y empezé a dirigirlas a ella. Volvían serenas, tranquilas. Y un día decidí que quería conocer a aquella señora. Me enseñó el abc de la política."

Dos historias de amor largas e importantes: siete años con Marcello Crivellini y diez con Roberto Cicciomessere. Similitudes y diversidad.

"Pero no he convivido con ninguno de los dos, porque soy alérgica a la convivencia y porque en realidad la cosa no interesó ni siquiera a ellos. Cuando me he metido con Marcello apenas sea licenciada y me arreglé haciendo suplencias. No teníamos una lira. Dos días al mar a bordo de su sidecar fue una empresa titánica. A la época él fue politizado, yo no. Una vez lo seguí a una manifestación y casi tuve miedo! Cuando uno de los dos cambia, generalmente la pareja se desmorona. Pero por absurdo, el mío entrar en política al principio nos unió, al final nos dividió. Ha sucedido cuando por mí la política se ha convertido en vida y por él ha quedado un interés. La misma dinámica se ha repetido después años con Roberto, cuando él ha agotado la pasión por el activismo militante. Ha sido él quien marchó y yo he sufrido mucho. No logré hacerme de ello una razón. Pero la vida conmigo siempre ha sido buena. En aquel período, ha llegado el nombramiento como Comisaria europea con el consiguiente traslado a Bruselas. A aquel punto tuve que otro hacer, otro en qué pensar."

Han estado otras dos personas importantes por ella: Aurora y Rocío, dos crías que ha tenido consigo por cuatro años.

"Fueron hijas de familias en dificultad que, entre el fin del 75 y el principio del '76, he tomado conmigo pero no antes de lo haber advertido entonces Presidente del Tribunal de los menores. Aurora tuvo un año, Rocío pocos días en cuanto. Me han hecho sentir buena, útil, necesaria. Y me dieron "para siempre" todo esto sin la necesidad del que le debes a un hijo. Fue la felicidad al estado puro. O quizás la gratificación del egoísmo al estado puro. Supe que fue una situación transitoria, así he leído todo y también de más para prepararme psicológicamente a la separación. Pero en ciertos casos los libros sirven a poco. Cuanto más grande es la alegría que te da una emoción, más fuerte es el dolor de la pérdida. Sin ellas me echó de menos todo. Me faltaron los gritos y los besos a mi vuelta pero hasta el llanto cuando una de las dos se hizo encima pis. Por suerte mi madre ha tenido la buena idea de comprarme esta casa en Trastevere y a mí he escapado de aquella antigua donde hubieron demasiados recuerdos y demasiado dolor."

¿Es Usted la única mujer en haber sido propuesta como posible Presidente de la República: le gratifica o la deja indiferente? Y sobre todo, piensa que Italia está lista a hacerse representar por una mujer?

Me hace "mucho placer, porque no soy para nada esnob. Es bonito que el desconocido que encuentras por calle se pare para decirte que estaría contento de verte como Presidente de la República. El País está listo porque, a diferencia de la clase política, no es ni beato ni gazmoño, ni conservador. El problema es que el Jefe del Estado es elegido por las Cámaras y no por el pueblo"!.

¿Se siente nunca sola?

"La soledad es el sentimiento más común en mi vida. Pero es una soledad interior. Quiero decir que físicamente siempre tengo a un montón de gente alrededor de mí, al punto de a menudo desear de estar a casa en pijama todo el día, inventándome extrañas actividades como doblar los jerseyes. La soledad consiste en tocar con mano que tus batallas las compartes por largo tiempo solo con los "cuatro gatos" del partido y los "sfigati" del mundo. Eslavo luego descubrir que también son de otros, cuando se ponen populares. En la mejor de las hipótesis los reconocimientos traen secuelas, pero mientras actúas te miran como fueras un emarginado."

¿Cuál taco falta en su vida para ser de veras feliz?

"El reconocimiento político y electoral de mi País. Me gustaría que las batallas hechas por nosotros, radicales, a menudo junto a socialistas como Loris Fortuna, fueran reconocidas como parte importante en la historia y en la actualidad política. Porque, si de una parte la gente me considera "la tía de Italia", de otra estos mis nietos no se dan su confianza con el único instrumento que tienen a disposición: el voto."

Se conceda un sueño por las próximas elecciones políticas del 9 de abril.

"Un resultado de dos cifras para la Rosa en el Pugno. Un resultado que abriría la llave a otros sueños. A lo mejor más en grande."

¿Del tipo?

"Beh, si tienes aquella fuerza electoral en los hombros, a lo mejor no eres marginada, ni como ministro de Exteriores ni como presidente de la República."