"Nuevas elecciones, también al Senado", Domingo Sanz

Tenía que escribir el nuevo título de la serie “Mentiras y corrupción” pero lo único que me obsesiona hoy es llamar por su nombre a los que, por muchos papeles de Panamá que sigan apareciendo, siguen pensando que existen otros paraísos que no sean los fiscales y, en consecuencia, han decidido premiar al PP con un mínimo de medio año más de gobierno inútil pero cobrando el sueldo de nuestros impuestos. Entre ministros y nombrados a dedo, son millones de euros cada mes. Se me acaba el diccionario de los insultos. Esto no augura nada bueno.

A partir de hoy, los protagonistas del fracaso desde el 20D solo se preocuparán de confundir a cualquier periodista que les ponga el dedo en la llaga de las líneas rojas y condiciones que se han estado inventando para no asumir su responsabilidad de gobernar o de estar en la oposición, que a ninguna de ambas se han atrevido, los muy cobardes.

Tanto formar gobierno como poner de nuevo las urnas requiere una estrategia, y a esta última opción solo ha estado jugando Rajoy, mientras se reía tanto de todos los demás que casi no podía disimularlo. Ha  cultivado cinismo disfrazado de firmeza entre los suyos, ese porcentaje de españoles que votaría al PP aunque todos estuvieran en la cárcel de encerrar corruptos.

A ver qué cuentos se inventan esta ronda para pedir que les votemos, tras demostrarnos que a cambio no se obligan a trabajar, o sea gobernar, ni a nada.

Resuelto el desahogo, nunca me ha gustado solo criticar. Pasemos al futuro inmediato.

La novedad de la que más se habla es sobre el posible pacto IU – Podemos. Mal comienza otra vez cuando Iglesias sale hoy afirmando que mantendrán en sus listas a la ex jueza Victoria Rossell, de armas tomar, aunque la impute el Tribunal Supremo. Y no lo digo por las incoherencias de Iglesias, cada vez más parecidas a las de cualquiera, sino por la falta de respeto que demuestra, otra más, tanto hacia IU como a los militantes de Podemos, menos emergentes cada día, al comprometerse en público y ahora sobre candidatos discutibles sin necesidad. ¿Es que nadie ha enseñado a Irene Montero y a Iglesias que a los periodistas hay que decirles que para componer las listas hay una cosa que se llama democracia interna? Y la otra pregunta es si no está tardando ya Garzón en ordenar públicamente la suspensión de las conversaciones con Podemos hasta que Iglesias deje de ir nombrando por su cuenta candidatos de lo que podría ser una coalición. Y para terminar, ¿cuántas mejillas tiene Alberto para seguir dejando que la chulería se las humille?

Por cierto, escuchen a Irene: a la hora de hablar se ha contagiado a la perfección de la cadencia verbal de Pablo, un político que tiene que hacerse mirar lo de cometer errores a posta, pues es un truco muy fácil de descubrir. Se trata de llamar la atención primero con el exceso verbal y de volver a ganar cuota de pantalla otra vez, a la hora de envainarse el error, con la cantinela, que ya aburre, de que “pedir disculpas cuando uno se equivoca es loable y no lo hace nadie”. Menos lobos, diputado, que ya no nos confunden los disfraces.

Y ahora el Senado.

¿Alguien puede asegurar que si el PP no hubiera conseguido el 20D la mayoría de senadores tampoco tendríamos gobierno? Pues les contaré algo que quizás no sepan. Desde junio de 2015 se enviaron muchos mensajes de ciudadanos de a pie a todos los líderes del cambio, por tanto excepto a Rajoy, para que se las apañaran como fuera pero consiguieran ganar en la urna del Senado, pues de lo contrario la mayoría del PP estaba cantada. Cumplida la profecía por el  desprecio de todos ellos a las peticiones enviadas desde la calle, el PP les ha castigado durante cuatro meses a la amenaza de que nada de reformas, porque siempre votarían en contra. No seré yo quien alabe ni tampoco impida el placer masoquista de los Sánchez, Iglesias y Rivera, pero no me quedaré tranquilo si no vuelvo a recordarles que no deben jugar con nuestra paciencia.

Mientras los partidos sólo vascos y catalanes cumplen cada vez en la urna del Senado con su obligación de impedir que los de Rajoy ganen, los tres del cambio deseado solo saben fracasar. Dados los odios africanos que los tres, por parejas, se profesan con pasión, permitan señores líderes que les aconseje esta vez, con más realismo que gusto, la única solución que veo posible para conseguirlo esta vez. Sería una coalición entre PSOE y Ciudadanos únicamente para el Senado, y solo para sacar adelante unas reformas muy concretas, como la Ley Electoral. Por una parte, tendrá muchas posibilidades de bajarles los humos de verdad a Iglesias y Rajoy, que buena falta les hace. Por otra, será coherente con su esforzado pactismo para evitar las nuevas elecciones y mantendrá viva la idea, porque es real, de que estamos en una segunda Transición para la que se necesitan generosidad y acuerdos transversales, única manera de salir de todas las crisis en las que estamos metidos y negociar casi de tú a tú con los acreedores. Y mientras la Justicia, ya sin Rajoy en el Gobierno, seguirá acabando poco a poco con la corrupción que ensucia hasta el tuétano de ese partido, y quizás hasta con el partido mismo.

Todos los políticos que no se llamen PP nos deben, a todo el electorado, la osadía de romper cualquier obstáculo para ganar, como mínimo, en la urna del Senado. Son culpables del fracaso a la hora de negociar y, en lugar de llenar la campaña de insultos, que el mismo Sánchez acaba de asumir como error ante la COPE, deben devolverle a Rajoy todo lo que se ha burlado de ellos durante estos meses, pero sin dejar de estrecharle la mano para que aprenda a perder con deportividad.

28-IV-16, Domingo Sanz