cómo salvar Awaroa entre y para todos

Microdonación. La paradisiaca playa de Awaroa pertenece ahora a todos los neozelandeses gracias a la campaña de  Duane Major (abajo) Microdonación. La paradisiaca playa de Awaroa pertenece ahora a todos los neozelandeses gracias a la campaña de Duane Major (AFP)

Se define como “un tipo corriente”. Pero alguna característica especial debe de tener una persona que es capaz de conseguir 40.000 donaciones por valor de 1,5 millones de euros, en algo más de tres semanas, para comprarle a un particular una playa paradisíaca e incorporarla a un parque nacional con el fin de permitir su uso y disfrute por parte del público en general. La iniciativa, que parece sacada de un guion de Hollywood, la ha protagonizado en Nueva Zelanda Duane Major, un pastor protestante, casado y padre de cuatro hijos.

El pasado fin de semana, Major asistió a la ceremonia de incorporación oficial de la playa de Awaroa al parque nacional Abel Tasman, en el extremo norte de la isla sur de Nueva Zelanda. Era el punto final a una ajetreada campaña contra reloj que se inició el 22 de enero y culminó el 24 de febrero, cuando él y sus 40.000 donantes obtuvieron la propiedad de esta playa, a más de 10 kilómetros del pueblo más cercano y accesible sólo por barco o helicóptero.

Fue el final feliz de una iniciativa que nació en una larga sobremesa del día de Navidad. A oídos de Major y de su cuñado había llegado la noticia de que la playa de Awaroa estaba en venta y eso les había conmocionado.

Les parecía inaudito que aquellos 800 metros de arena blanca y aguas azul turquesa, que los agentes inmobiliarios definían como “el paraíso en la tierra” o “la playa más bella del mundo”, cambiase de propietario sin que los neozelandeses pudiesen hacer nada, ni disfrutar del lugar. Su propietario, el empresario Michael Spackman, que la había comprado por 1,2 millones de euros en el 2008, no podía afrontar las deudas contraídas y el Banco de Nueva Zelanda había decidido embargarle los bienes por el valor equivalente a los préstamos impagados, según el diario The New Zealand Herald.

Fue aquel día de Navidad cuando Major y su cuñado decidieron lanzar una operación de financiación participativa a través de internet con el fin de lograr preservar aquel pequeño rincón paradisiaco para el bien público.

Era la iniciativa más audaz que impulsaba este pastor protestante amante del medio ambiente, pero no la primera. Major ya tenía experiencia en promover campañas de cooperación en línea. Lo había hecho con otros proyectos sociales más modestos, como la obras de una piscina pública o la compra de viviendas para uso social, y siempre había logrado sus objetivos.

Pero el éxito en esta ocasión superó todas las expectativas. Al cabo de dos semanas ya habían recaudado prácticamente un millón de euros, de más de 24.000 donaciones de particulares y empresas.

Pero como en las películas, la tentación también llamó a la puerta de Major y su socio en la campaña, Adam Gardner. El multimillonario y filántropo local Gareth Morgan les ofreció poner el dinero necesario para cerrar la operación. A cambio, quería que una parte de la playa pudiera permanecer siendo de uso privado para su familia por tiempo indeterminado.

Los organizadores de la campaña rechazaron la propuesta. Morgan les advirtió públicamente de que fracasarían. Pero, a partir de ese momento, las donaciones se dispararon, hasta alcanzar casi la cifra de 40.000, entre aportaciones personales, empresariales y de asociaciones de toda índole. Una dinámica en la que también participó el Gobierno neozelandés con 230.000 euros, que elevó la recaudación total a 1,5 millones de euros la víspera de que se cerrarse el plazo para la presentación de ofertas para adquirir la playa.

Una semana más tarde, el 24 de febrero, Duane Major y Adam Gardner recibieron la noticia de que la playa de Awaroa era suya y de 40.000 neozelandeses más.

El domingo 10 de julio, en una ceremonia solemne, Awaroa pasó a formar parte del parque nacional Abel Tasman. “Cuando decidimos lanzar la iniciativa no sabíamos lo que podía pasar. Ha sido una experiencia mágica, un poco surrealista”, dijo Major. “Todos aquellos que han hecho una donación han ofrecido un regalo maravilloso a nuestro país”, afirmó la ministra adjunta de Conservación, Nicky Wagner, según los medios locales. Ha sido una película con final feliz.

13-VII-16, I. Ambrós, lavanguardia

New Zealand's crowdfunded beach becomes public park