Juegos Olímpicos: la discriminación nacionalista

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Cuando supieron que el atletismo español iba a nacionalizar a Orlando Ortega, ocho vallistas españoles levantaron el dedo. Lo hacían para quejarse. En una carta enviada a la Federación Española de Atletismo, dijeron que la adopción de Ortega, y también la de Yidiel Contreras, les cerraría una puerta. O dos. Que se escapaban dos plazas para Río. De entre los que protestaban, ninguno hizo la mínima olímpica. Y estos días se habla mucho del sector de vallas. Más que nunca. ­Nunca he tenido problemas con otros ­dice Orlando Ortega­.Todos somos amigos. Hablamos, nos llevamos muy bien.

Otros patinan. Aún más. Cuando Alemayehu Bezabeh, llegado de Etiopía sin papeles, ganó el Europeo de Cross (2009), Sergio Sánchez soltó un disparate: ­Tiene que venir un negrito de fuera a enseñarnos cómo se ganan carreras. ¿Cómo puede ocurrir...? Le llovieron las collejas. Siempre ha ido muy lejos, este Sánchez. Tras batir el récord europeo de los 3.000 m en sala, dio positivo. Vive en Suiza, fabricando relojes. Y cada vez que intenta volver a competir lo bajan a tierra. Quiso correr en el maratón de Hamburgo. La organización le vetó. En la tribuna de prensa del estadio del Botafogo, se habla de nacionalizaciones rápidas. The New York Times recordaba ayer que aquí hay 44 jugadores de tenis de mesa nacidos en China. De ellos, sólo seis compiten con China. El resto juega para 21 países. Incluido España. Es el caso de He Zhi Wen (52). Se llama Juanito. "No es un problema", contaba estos días Thomas Weikert, presidente de la Federación Internacional de Tenis de Mesa.

Resultat d'imatges de juegos olimpicos desfile inaugural españa"Es un reto". Weikert tiene un plan. Lo llama Made in China. Se trata de exportar jugadores noveles a Pekín y Shanghai. Ninguno debe haber nacido allí. Quiere que los muchachos se formen en aquellas escuelas y luego regresen al escenario. Si aprenden de los chinos, podrán llegar a plantarles cara. Pero muchos lo llevan mal. "Es complicado ­dice Marcos Madrid, que juega por México­. Lo que está claro es que todo este asunto nos obliga a elevar el nivel". Según cifras del Comité Olímpico Internacional (COI), el 31% de los inscritos en tenis de mesa nació en un país distinto al que representan estos días. Es el ejemplo extremo. Pero hay más. En el caso del baloncesto, el 15%. España tiene a dos jugadores, Mirotic y Astou N'Dour. En la hípica, el 13%. En tenis, el 11% (Muguruza). En gimnasia artística, lo mismo (Ray Zapata). En atletismo y natación, el 9%. En otros tiempos, ¿no nadaban los López Zubero o Jivanevskaia por España? Marcus Cooper Walz, nacido en Oxford, ganó para España el oro en K1 1.000 metros. Piragüismo. Marta Mangué, nacida en Ecuador, es el rostro de las guerreras del balonmano.

Prácticamente, ninguno de los jugadores de balonmano de Qatar nació en aquel país. Hay montenegrinos, bosnios, iraníes, cubanos, egipcios, sirios. Y un español, Borja Vidal. Y el seleccionador, Valero Rivera. Hay kenianos y etíopes entre los fondistas de Bahréin, Emiratos Árabes, Kuwait, Turquía o Qatar. Cobran una morterada y se garantizan el futuro. Se comprarán granjas y grúas en Eldoret y Addis Abeba. Darán trabajo a sus familias y a sus vecinos. Ilias Fifa y Adel Mechaal, marroquíes de nacimiento, corrieron ayer las semifinales de los 5.000 m. Los apearon. Vayamos al reverso. Bruno Hortelano nació en Woolongong (Australia) y vive en Nueva York. Y nadie se plantea su caso.

18-VIII-16, S. Heredia, lavanguardia