Flix: sigue sin limpiarse el Ebro de residuos tóxicos

Lo que tenía que ser un modelo de descontaminación, referente mundial por la cantidad y diversidad de vertidos tóxicos y radiactivos acumulados en el fondo de un pantano, se ha acabado por convertir en un escándalo público y en una desagradable odisea. Una pesadilla aún sin final que empezó en el 2004 con el informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que puso al descubierto una bomba de relojería escondida durante décadas en Flix (Ribera d’Ebre), bajo las aguas del río Ebro. Cerca de 800.000 metros cúbicos de fangos con residuos mineros radiactivos, metales pesados y compuestos organoclorados depositados durante más de 100 años por la industria química, ahora Ercros, antes Erkimia. Un largo tiempo de espera, angustia e indignación para el Ayuntamiento de Flix y sus vecinos, pero también para los 800.000 habitantes de los 80 municipios de las Terres de l’Ebre y el Camp de Tarragona que beben agua del Ebro y las 50.000 hectáreas de regadíos del tramo final del río. La presión de la comunidad científica –que desde el 2004 ha alertado de la necesidad de extraer, cuanto antes mejor, los residuos tóxicos para evitar una catástrofe ambiental– no ha servido para acelerar y garantizar la descontaminación. Las alarmas saltaron a finales del pasado año, cuando la Generalitat denunció que aunque se habían dado por acabadas las obras, en el fondo del pantano seguían sumergidos cerca de 100.000 metros cúbicos de lodos contaminados, alrededor de un 10% del total de los fangos que se han de extraer. El escándalo se precipitó con las investigaciones del caso Acuamed, la empresa estatal encargada de ejecutar la limpieza en Flix, por la presunta adjudicación fraudulenta de contratos públicos inflados entre el 2007 y el 2014. Justo en esos años el Ministerio de Medio Ambiente adjudicó la millonaria obra de descontaminación de Flix. Unas escuchas telefónicas policiales a directivos de Acuamed revelaron presuntas maniobras para falsear incluso la descontaminación del agua del embalse, precisamente la última fase de la obra, aún sin ejecutar. Las acusaciones de fraude lanzadas por la Generalitat se han confirmado esta semana, cuando el Ministerio de Medio Ambiente ha admitido que en Flix quedan por extraer 79.300 metros cúbicos de lodos, con 33 toneladas de material altamente contaminante; casi la mitad es DDT, un compuesto organoclorado utilizado en la fabricación de insecticidas, cancerígeno y actualmente prohibido. Los análisis han detectado mercurio y otros organoclorados. El Ministerio de Medio Ambiente advirtió tras el inicio de la extracción, en marzo del 2013, que “la obra tendrá que estar finalizada antes de diciembre del 2015 para no perder la subvención de la Unión Europea”. Así se explican las prisas de Acuamed y la contratista (FCC), lo que acabó propiciando la chapuza. El Ministerio de Medio Ambiente asegura ahora, tras admitir el despropósito, que la extracción y limpieza de los vertidos ocultados se reiniciará este año y finalizará antes de que acabe el 2018, lo que alargará el proceso dos años más, si se cumple el compromiso de Acuamed. La planta que durante casi tres años trató los lodos tóxicos y radiactivos junto al embalse ya fue desmantelada, por lo que deberá montarse de nuevo. El Gobierno asegura que tampoco el proceso judicial retrasará más la descontaminación y que en caso de negativa de la adjudicataria se rescindirá su contrato para que otra empresa sí acabe la limpieza. Más interrogantes a un proceso que si algo ha propiciado son dudas. “Tenemos el compromiso del Gobierno español de que no se demorará el inicio de las actuaciones pendientes, trabajaremos con la mayor transparencia para que acabe cuanto antes mejor y con todas la garantías”, destaca Marc Mur, el alcalde de Flix. “No hay que perder de vista que todo esto empezó en el 2004 y aún hoy no está el embalse descontaminado ni el agua limpia”, dice Mur. Una de las preocupaciones añadidas es garantizar que los lodos no dispersarán los contaminantes río abajo. Los fangos quedaron confinados en el pantano en el 2012, meses antes de que se iniciara su extracción, en el interior de una barrera doble de protección, con planchas de acero. El dispositivo fue diseñado para estar anclado en el fondo del río, pero de forma temporal. Francisco J. Baratech, director general de Acuamed, aseguró en su visita a la Ribera d’Ebre que la vigilancia será “extrema”.

Otro interrogante es saber cómo resolver la limpieza del agua contaminada y confinada en esta zona de protección, cuando se finalice el dragado de los fangos. Este fue uno de los grandes quebraderos de cabeza de los técnicos antes de que se diese por acabada la obra de forma fraudulenta.

28-I-17, E. Giralt, lavanguardia