un desperdicio de entre la mitad y los 3/4

Resultat d'imatges de roma aqua raggi zingaretti vaticanoA media tarde de ayer, en la vía de la Conciliazione, uno de los lugares más concurridos de Roma, a tiro de piedra de la basílica de San Pedro, seguía manando agua abundante en la calle. “Llevamos así unos diez días –comentó Alessandro, recepcionista del hotel de cuatro estrellas situado delante del escape–. Vinieron los de Acea (la compañía de aguas), hicieron algo y se marcharon. Pero sigue saliendo agua”. El improvisado y generoso riachuelo contrasta con las dos fuentes monumentales en la vecina plaza de San Pedro, que están apagadas por orden del Vaticano. Fran-cisco es un papa con gran concien-cia ecológica y muy preocupado por el acceso universal al agua potable. Quiso dar ejemplo de austeridad ante la larga sequía que padece la Ciudad Eterna. Las pérdidas de agua por rotura de cañerías y otros problemas en la red de distribución, muy vieja y con deficiente mantenimiento, son una auténtica plaga. Se calcula que el 44,4% del agua distribuida en Roma se pierde. Quien firma esta crónica fue testigo de un gran escape, también en la calle, que tardó un mes entero en ser reparado. En algunas ciudades de la región del Lacio el despilfarro hídrico es todavía más escandaloso que en Roma. En Frosinone –que tuvo el triste privilegio, el año pasado, de ser designada la urbe más contaminada de Italia–, el 75,4% del caudal no llega a los grifos de los usuarios. En Latina, las pérdidas llegan al 67%; en Rieti alcanzan el 53,8%. Ante este panorama, no es de extrañar que la brusca caída de la pluviometría, unida a las altas temperaturas, haya desencadenado una emergencia. No hay suficiente agua para el consumo. Decenas de localidades en el entorno de Roma ya han sufrido restricciones. En la capital debían empezar este lunes, pero finalmente se han logrado evitar con una solución salomónica –y provisional–, con la esperanza de que, entre tanto, lleguen borrascas y se alivie un poco la situación. El gobernador de Lacio, Nicola Zingaretti, anunció el viernes que, pese a una reciente orden suya en sentido contrario, se continuaría captando agua del lago de Bracciano, a unos 50 kilómetros al norte de Roma. En lugar de los 1.100 litros por segundo habituales, serán 400 litros hasta el 10 de agosto y 200 litros hasta final de mes. A partir de septiembre, ya se verá. El descenso del nivel en el lago de Bracciano, de origen volcánico y muy popular para los amantes del baño y de la vela, fue el detonante de la crisis. Se consideró que seguir sacando agua podría provocar un desastre ecológico con repercusiones en el turismo. A la hora de la verdad, las autoridades se han percatado de que los cortes de agua rotatorios en Roma –se pensaba en interrupciones de ocho horas–, amén de dañar la imagen internacional, podrían acarrear un problema sanitario muy serio. No podía evitarse, técnicamente, librar del racionamiento a los hospitales. Además, según publicó ayer La Repubblica , se descubrió que interrumpir por completo el flujo desde Bracciano causaría bolsas de aire en las cañerías y residuos, poniendo en peligro aún más un sistema ya muy deteriorado y también la calidad del agua cuando se reemprendiera la captación del lago. La gestión de la emergencia ha sido casi surrealista. Gobierno regional y gobierno municipal se han echado mutuamente las culpas, en un diario ejercicio de demagogia y confusión. Son administraciones controladas por partidos distintos. El gobernador del Lacio es del Partido Demócrata (PD) y la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, milita en el Movimiento 5 Estrellas (M5E), de Beppe Grillo. Habrá elecciones regionales el próximo año y eso ha enturbiado el debate. Zingaretti ha sido muy agresivo con Raggi. La ha acusado de “descargar siempre la responsabilidad en otros”. “Con este planteamiento, Roma corre el riesgo de morir”, advirtió el gobernador. Zingaretti, sin embargo, ha jugado desde el principio la carta populista, sin tampoco asumir su parte de culpa. Cuando desveló el problema en Bracciano y la inevitabilidad de las restricciones, el gobernador salió en televisión y pidió teatralmente a Donald Trump que lo visitara para convencerse de los efectos de no actuar contra el cambio climático. Ni Zingaretti ni quienes lo han precedido al frente del Lacio tienen mucho de que enorgullecerse. La región presenta unas infraestructuras muy degradadas, empezando por la red de carreteras de su competencia, en un estado calamitoso, impropio de un país de la UE y del G-7.

La pax romana, pues, se ha impuesto en la crisis hídrica, si bien se sabe que es una tregua frágil. Los sufridos usuarios se podrán seguir duchando este agosto a cualquier hora del día, pero la comodidad no les saldrá gratis. En vista de las inaplazables mejoras que necesita la red, se habla ya con insistencia de una subida de tarifas, el recurso fácil de los gestores negligentes y los políticos incapaces.

30-VII-17, E. Val, lavanguardia