los continentes son 5: Australia, Antártida, América, Eurafrasia... y Zelandia

Podría existir un continente perdido debajo de Nueva ZelandaA lo largo de la historia no ha existido un criterio firme para definir qué es un continente y qué masas terrestres pueden aspirar a serlo. La geografía define los continentes como “cada una de las grandes divisiones de las tierras emergidas y separadas entre sí por océanos”, según la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Racefn) y la RAE.

El caso de Europa

Si se tiene en cuenta esta definición, Europa no debería recibir dicha distinción y tendría que considerarse parte de un único continente junto a Asia. En algunas clasificaciones, recibe el nombre de Eurasia, normalmente las que guardan relación con la geología y la distribución de las placas tectónicas continentales, usada en la mayor parte de países de Europa Oriental, de la antigua Unión Soviética y Japón.

Por un lado, no hay un gran canal u océano que separe Europa y Asia y, por otro, forman parte de la misma placa tectónica sin que tampoco exista autonomía entre ambos. Según los expertos, Europa es una península más del continente asiático, como lo son las penínsulas arábiga y la del Indostán –la que comprende la India– que no se consideran continentes per se, incluso descansando cada una de ellas sobre una placa tectónica distinta a la del resto de Eurasia.

El caso de Europa demuestra que las convenciones importan poco y que los criterios histórico-culturales sí pesan cuando se trata de definir qué es un continente. Pero hay más incongruencias:

Separación por océanos

Sólo dos continentes, la Antártida y Oceanía, están separados del resto por grandes masas de agua, lo que demuestra que este criterio no se respeta. También lo estaría América, si se considerase un único continente, o Eurafrasia, el supercontinente formado por Europa, África y Asia considerado una única área de tierra continua en el modelo más arraigado a la definición geológica. Esta visión sólo contempla la existencia de cuatro continentes (Australia, Antártida, América y Eurafrasia) ya que no considera barreras intercontinentales fronteras artificiales, como el canal de Suez y el de Panamá.

Tamaño

La definición de continente habla de “grandes tierras”, pero no hay una norma establecida para determinar dónde está el límite entre grande y pequeño. Madagascar no se considera continente y Australia, en modelos continentales como el de habla inglesa, sí. Para este modelo, el continente australiano hace referencia al territorio comprendido en la placa tectónica australiana que engloba al país aussie y a la isla de Nueva Guinea, antaño unidas por tierra y cuyo territorio se denominaba Sahul. ¿Podría ser Rusia un continente?

Continuidad del territorio

Centroamérica, entendida como el territorio que comprende la parte central de América –Panamá, Honduras o Costa Rica– y
las islas del Caribe ­–Cuba o Jamaica–, no suele reconocerse como continente en ninguna clasificación, incluyéndose los primeros países junto a Norteamérica y quedando las islas como microcontinentes. Sin embargo, Oceanía, formado mayormente por islas, sí tiene ese honor en algunas clasificaciones y es el único continente insular de los existentes.

¿Cómo presentar a Zealandia?

“El equipo científico ha debatido si debía presentar a Zealandia como séptimo u octavo continente del mundo. Geológicamente no hay razón para pensar en Europa y Asia por separado. Pero, la idea del continente europeo está tan establecida en la sociedad que hemos decidido no luchar contra ello, porque sería una distracción”, afirma Nick Mortimer.

25-VIII-17, F. Aguilar, lavanguardia

soñar con un continente hundido en las profundidades del mar ha dejado de parecer una quimera desde que Zelandia, una enorme masa de tierra de 4,9 millones de km2y prácticamente sumergida –el 94% de su área está bajo el océano Pacífico–, aspira a engrosar esta lista, según un estudio publicado en la revista científica GSA Today de laSociedad Geológica de Estados Unidos (GSA).

Zelandia se extiende desde el nordeste de Australia hasta más allá del sur de Nueva Zelanda, su parte más elevada –y única visible–, junto a Nueva Caledonia. Hasta hoy, ambos países estaban incluidos en el continente insular de Oceanía que comprende a Australia, Nueva Guinea y los archipiélagos de Micronesia, Polinesia y Melanesia –al que pertenece Nueva Caledonia–. La existencia de un continente hundido como la Atlántida ha sido una fantasía recurrente a lo largo de la historia, en campos como el cine, los cómics o la literatura, especialmente a partir del Romanticismo. Tanto que se han escrito cientos de relatos desde que Platón la describiese por primera
vez como un poderoso imperio marítimo en los diálogos de Timeo y Critias. Tras una gran expansión que la llevó desde Libia hasta Egipto y en Europa hasta Tirrenia, los dioses castigaron al imperio con un gran terremoto que hundió la isla en el mar por la soberbia de los atlantes. Desde entonces se sigue sin encontrar rastro de ella.

Quizás, “esta fascinante historia y la idea romántica de un continente perdido, o escondido, ayuda a explicar cómo Zelandia se ha vuelto tan popular en los medios de comunicación desde el anuncio formal de su existencia en febrero”, explica a este diario Nick Mortimer, científico del GNS Science de Nueva Zelanda y autor principal del artículo Zelandia: el continente oculto de la Tierra, que publicó en abril la GSA.

Este estudio usa como definición de continente la misma que el glosario de geología, que los describe como “las mayores masas terrestres, incluyendo la tierra seca y las plataformas continentales” (Neuendorf, 2005). Por este motivo, el hecho de que la mayoría de la superficie de Zelandia esté hundida no implica que este territorio no pueda ser un continente, ya que los atributos que posee son propios de las placas continentales, según los científicos del GNS Science. “Esta masa terrestre oculta es una entidad geológica distinta que cumple con todos los criterios aplicados a otros continentes de la Tierra”, según el mismo informe.

Los atributos que hacen a Zelandia merecedora de esta distinción son: una mayor elevación que el área circundante asentada sobre corteza oceánica, una geología distintiva­ –amplia gama de rocas metamórficas, sedimentarias e ígneas–, una corteza mucho más gruesa y de velocidad sísmica más baja que la corteza del fondo oceánico circundante y unos límites bien definidos alrededor de un área lo suficientemente grande para que se considere un continente y no un microcontinente. “Siendo geocientíficos valoramos los atributos geológicos. Estos son independientes del cambio del nivel del mar, la política o la cultura. Pensamos en términos de millones de años, no en cambios humanos o climáticos a corto plazo”, señala Mortimer. “Zelandia existió mucho antes que los humanos”, concluye.

La gran masa terrestre formó parte del supercontinente Gondwana, hasta que este comenzó su desintegración durante el Jurásico (hace 185-130 millones de años), y completó su separación hace unos 60 millones de años, tras escindirse de Australia. En ese momento aún estaba por encima del nivel del mar, según los científicos. Se cree que hace 23 millones de años que está en su punto más sumergido.

Pese al interés que ha suscitado la candidatura de Zelandia, este no es el primer estudio que se realiza sobre esta masa terrestre. Entre los trabajos previos destaca un artículo de 1995 de Bruce P. Luyendyk, profesor emérito de geofísica marina en la Universidad de California, en el que propuso por primera vez el nombre de Zelandia, utilizado ahora por los científicos del GNS Science. A pesar de que antes de 1995 otros geólogos utilizaron el adjetivo continental para referirse a Nueva Zelanda y sus alrededores, “el artículo de Luyendyk fue un catalizador y una inspiración para seguir estudiando la zona, en tierra y en alta mar. Sin el artículo de Bruce no estaríamos en el punto en el que estamos hoy”, afirma Mortimer.

El reconocimiento de Zelandia como continente dependerá de que el estudio se valide con otras investigaciones complementarias, ya que no existe un organismo internacional que enumere, clasifique o reconozca a los continentes, algo que no ocurre en otros campos científicos como, por ejemplo, la química, disciplina que cuenta con la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) que regula y normaliza la tabla periódica de los elementos químicos y establece estándares globales en simbología y protocolos operacionales iguales para todo el mundo.

Colocarlo, o no, en la lista “es básicamente una cuestión de exactitud. Así como un mapa del mundo sin Nueva Zelanda está equivocado, no mostrar a Zelandia como continente sería incorrecto o engañoso”, explica Mortimer. “Mis colegas y yo esperamos que se utilice en todos los mapas científicos del mundo y en las escuelas, y que Zelandia se convierta en un nombre tan familiar como África o la Antártida”, agrega el científico. Pero, que esto suceda será una cuestión de adopción y reconocimiento generalizado. “Lo importante para nosotros, como científicos, es que nuestro documento sea citado por otros científicos. Que Zelandia se muestre en los libros de texto sería la mejor validación”, reconoce.

En este sentido, la investigación ya ha sido validada por otros académicos. De hecho, un equipo internacional de 32 científicos de 12 países –que forman parte de una tripulación de más de 120 personas– zarpó hace un mes desde Townsville –nordeste de Australia– hacia el territorio hundido. En este momento se encuentran sobre el terreno perforando el fondo marino con el objetivo de recoger muestras de sedimentos y rocas sumergidas que revelen información para reconstruir la historia del lugar y ayuden a responder preguntas clave para conocer los procesos tectónicos de las placas y el pasado invernadero de la Tierra. “Zelandia es especial porque su ubicación bajo el Océano Pacífico occidental implica que contiene un archivo de la historia de la Tierra dentro del sedimento acumulado en la zona, explica a este medio Rupert Sutherland, cojefe de científicos (junto a Gerald Dickens) de la expedición a bordo del buque de perforación Joides Resolution.

No obstante, aún es pronto para saber cuándo se hundió exactamente Zelandia y por qué. “Todavía estamos en el proceso de recolección de muestras. Algunas pruebas sugieren que la profundidad del agua ha cambiado sustancialmente con el tiempo, pero aún hay trabajo por hacer”, indica Sutherland.

En septiembre concluirá la expedición 371, el primero de los 6 viajes que patrocinará el Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico (IODP). Algunos resultados se conocerán entonces, “mientras que otros necesitarán varios años más de análisis y una revisión precisa antes de publicarse”, apunta Sutherland. “Todavía analizamos material recolectado en 1971 (una de las dos expediciones anteriores significativas), por lo que es probable que nuestros núcleos de sedimentos tengan un uso muy duradero y un posterior impacto científico”, agrega.

Para aquellos que aún sueñen con la Atlántida, los mapas por satélite basados en la gravedad del fondo del océano, que han ayudado a visualizar y definir Zelandia, muestran que “no hay otros continentes sumergidos en la Tierra esperando ser revelados”, aclara Mortimer.

25-VIII-17, F. Aguilar, lavanguardia