penosa y patética partitocracia ante la mayor crisis española

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, Sevilla, , Sevilla / Madrid

28/09/2017 - 00:42h

“Yo siempre voy a estar en la defensa del Estado de derecho, en la defensa de la legalidad y en la defensa de la igualdad de los ciudadanos”, zanjó ayer desde Lisboa la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.

El PSOE andaluz busca la cuadratura del círculo para apoyar esta tarde la proposición no de ley de Ciudadanos en el Parlamento de Andalucía en apoyo al Gobierno español frente al proceso soberanista catalán. La misma propuesta que llevó la formación de Albert Rivera al Congreso la semana pasada y que, por orden final de Pedro Sánchez, fue rechazada por el grupo socialista, con la excepción de cuatro diputados, tres de ellos precisamente andaluces, que se abstuvieron.

Cs, que acaba de llegar a un acuerdo con el PSOE andaluz para respaldar los presupuestos del año que viene, puso en un serio apuro a Díaz. Una jugada que los socialistas andaluces no se esperaban de Juan Marín, su aliado naranja. Pero ayer en el grupo socialista andaluz ya daban por hecho que hoy habrá acuerdo, después de que Marín asegurara no ver inconveniente en aceptar las enmiendas socialistas al texto. El portavoz socialista andaluz, Mario Jiménez, no quiso echar más gasolina al incendio con Ferraz, y aseguró que buscan un “equilibrio” entre las directrices de la dirección federal del PSOE y la iniciativa de Cs. Pero también dejó claro que el objetivo es lograr el “máximo acuerdo” para que del Parlamento de Andalucía emane hoy una posición firme en respaldo “a las instituciones del Estado en la defensa del orden constitucional”.

El martes de la semana pasada, Sánchez optó por rechazar la misma iniciativa de Rivera, al entender que era una “provocación irresponsable” en busca de la confrontación y la división entre bloques. El líder de Cs vetó la enmienda del PSOE en defensa de un diálogo político para buscar soluciones a esta crisis, con el argumento de que no hay nada que dialogar con Puigdemont tras su “golpe a la democracia”.

Así que, pese a las consecuencias previstas, Sánchez dijo basta. Y al día siguiente llamó a todos los presidentes autonómicos socialistas para explicarles su posición, e instarles a que no picaran el anzuelo de Cs en sus respectivos parlamentos. La conversación entre Sánchez y Díaz volvió a ser muy áspera. El malestar entre ambos no amaina. La derrota en las primarias todavía escuece a la presidenta andaluza y la abstención, disfrazada como un error, de tres parlamentarios andaluces en el Congreso se entendió como un nuevo toque de atención. Los socialistas andaluces no se oponían en realidad a las enmiendas que Sánchez quiso introducir en el Congreso, pero les molestó que la postura final fuera fijada “manu militari” por Sánchez, al margen de todo debate en el grupo parlamentario. Y también molestó que Ferraz les trasladara como orden taxativa que la federación más poderosa del PSOE no podía ir por libre en un tema tan delicado. Ferraz les comunicó –a la federación andaluza y a todos los territorios socialistas– que “no se apruebe nada” sin su visto bueno.