"Contar manifestantes", Francesc-Marc Álvaro

Resultat d'imatges de contrastant mediaEl periodismo, las policías locales (sobre todo la Guardia Urbana de Barcelona) y la ciudadanía en general están de enhorabuena: unos investigadores del Centro de Visión por Computador (CVC-UAB) y de la Universidad de Florencia harán la vida más fácil a todos los que deben contar manifestantes, que no es tarea fácil. Estos científicos están desarrollando una nueva técnica basada en un algoritmo que permitirá hacer estimaciones más precisas del número de personas en una manifestación, concretamente por metro cuadrado, a partir de imá­genes estáticas y de vídeo. La noticia es magnífica: podremos ser más fieles a la realidad y saber con más exactitud de qué hablamos cuando hablamos de multitudes.

Según leo, con la nueva técnica el margen de error es de un 10% a un 20%, el más bajo hasta ahora en este tipo de cálculos. El equipo, dirigido por el doctor Van de Weijer, ha conseguido eliminar la mayoría de las distorsiones que se producen en estas mediciones. De momento, este software –que se podrá aplicar a otras actividades– está en fase de prototipo. Si esta novedad me entusiasma es porque soy un ingenuo que todavía piensa que hay interés en saber lo que sucede de veras. El ejercicio de contar manifestantes ha provocado y provoca muchos quebraderos de cabeza al periodismo que quiere actuar con rigor. Cada uno hace lo que puede para establecer el número de personas que se manifiestan. En Barcelona, acostumbra a ser la Guardia Urbana quien facilita estas cifras, pero los agentes encargados –a pesar de su experiencia– tienen las mismas limitaciones que los profesionales de los medios. En Catalunya, el colectivo Contrastant se ha dedicado a analizar esta cuestión con mirada crítica y ha puesto en evidencia la dudosa fiabilidad de ciertos datos oficiales o asumidos por todo el mundo.

Como periodista y ciudadano siempre me ha fascinado esta dificultad para registrar con exactitud una realidad material tan evidente. El asunto sería menor si no fuera que las manifestaciones sirven para valorar climas de opinión, malestares colectivos, y la amplitud de muchas reivindicaciones, etcétera. De las cifras que damos por buenas de una manifestación extraemos un sentido y eso nos ayuda a comprender por dónde va una sociedad o parte de una sociedad.

Pero no quiero cantar victoria, a pesar de los admirables avances del doctor Van de Weijer y sus investigadores: vivo en un entorno tóxico, donde ciertos periodistas y políticos no tienen ningún tipo de respeto por los hechos probados, hasta extremos que harían enloquecer a cualquier algoritmo. Por ejemplo, hay cargos oficiales que niegan sin inmutarse la existencia de cargas policiales contra gente indefensa, espectáculo que vio el mundo entero. Y también hay medios que convierten sonoras caceroladas de protesta en amistosas señales de bienvenida.

02/03/2018 - lavanguardia