"Marco Pannella, el león de la libertad", Pablo R. Suanzes

foto de Rafa Villaró.Marco Pannella estuvo en todas las grandes batallas de los últimos 60 años, y en casi todas estuvo en el lado correcto. Periodista, polemista, incansable luchador por los Derechos Humanos, político y fundador del Partido Radical (1976), Pannella murió la semana pasada a los 86 años víctima del cigarro al que siempre estuvo pegado, dejando un legado único en la historia contemporánea de Italia. Uno que nunca le fue reconocido ni dentro ni fuera tal y como merecía, según lamentó Emma Bonino, su amiga, discípula y delfín.

Para Pannella la vida era compromiso y lucha constante. Fue quizás el último revolucionario, el último radical verdadero del establishment italiano. Pero en un país como el suyo, donde la sombra de Silvio Berlusconi llega a todas partes y donde es imposible bajar a la arena y no acabar enfangado, al final él no fue una excepción.

Giacinto Marco Pannella nació en Teranto, en la montañosa región de los Abruzos en 1930, con el nombre de un tío sacerdote, un personaje atípico y excepcional en una familia y una región agraria y conservadora. Un cura que fue el que acogió y dio una oportunidad a su padre y a la joven francesa, de pelo corto y que no hablaba una palabra de italiano, cuando volvieron a casa. Por eso él fue toda la vida un convencido anticlerical, pero contra el clero de la política y no de la Iglesia, a pesar de que contra ella y su influencia mantuvo algunas de sus más apasionadas refriegas.

El joven Pannella se licenció en Derecho en Urbino pero ya entonces la vida pública había eclipsado a la privada. Fue representante de estudiantes y enlace con la Unión Goliárdica Italiana. En 1955 estuvo entre los fundadores del Partido Radical de los Liberales y los Demócratas. Entre el 59 y el 63 fue corresponsal de Il Giorno en París. En 1976 entro por primera vez en el Parlamento, y durante tres décadas defendió su visión federalista en el Parlamento Europeo.

Su espíritu siempre fue internacional y eso se reflejó en su política. Abierta, dialogante, transnacional. Su compromiso no se limitó a su tierra sino que le llevó por toda Europa en manifestaciones, huelgas, protestas. Jugándose el tipo en la antigua Yugoslavia o más allá del Telón de Acero.

Pannella fue el gran guerrillero de los derechos civiles y como Sísifo arrastró la piedra de la modernización en un sistema cerrado y clientelar donde cada paso hacia adelante casi conlleva tres hacia detrás y dos en diagonal. Luchó a favor del divorcio o el aborto y contra todo pronóstico logró introducirlos en Italia. Peleó porr los derechos de los homosexuales y la libertad de expresión. Por la fecundación asistida o la investigación con células madre, batallas la las que se dedicaría sin descanso, persumiendo no de coger jamás vacaciones, con todas sus armas y fuerzas.

Combatió como nadie contra la guerra, la pena de muerte, el hambre en el mundo o el nacionalismo. Contra la energía nuclear o Milosevic. Precursor de la despenalización de las drogas, fue incluso arrestado por repartir marihuana en un acto público. No dudó en usar su cuerpo como arma política, con huelgas de hambre y sed, y abogando en toda circunstancia por la no violencia y la desobediencia civil. Denunciando la legislación de emergencia en los años de plomo y las derivas autoritarias.

Fue europeista convencido y convincente, y uno de los que mejor comprendió el poder de la imagen y el impacto de la rebeldía, la potencia del mensaje cuando un hombre mayor, elegantemente vestido, es esposado y arrastrado por la Policía. Pannella no dudó en usar el show para llamar la atención en las causas que defendía, o en las infinitas luchas internas de la política italiana. Y se volvió esclavo de su personaje y de esa fama que le empujo tantas veces a llamar la atención para seguir siendo mencionado. A clamar por figurar.

Pannella logró ser un referente, una autoridad, aunque en el mejor resultado de la historia apenas pasó del 8% en las urnas hace un cuarto de siglo. Entendió y quiso plasmar en su partido o en la inimitable Radio Radical el espíritu de la tolerancia. La teoría de que es posible tener ideas y convicciones fuertes y que son perfectamente compatibles con escuchar lo que detestamos y dar voz, espacio y respeto al adversario. Que la política, la convivencia, no es tolerar únicamente lo que podemos soportar. Y que los sacrificios son necesarios.

Pannella fue un provocador nato y convencido, orgulloso de tener en sus filas a Cicciolina o a Toni Negri, profesor condenado e inspirador de la izquierda, en España o Italia. Capaz de alinearse con la derecha o con la izquierda. De colarse en Bulgaria para denunciar la invasión de Checoslovaquia en el patio trasero de Moscú y de pedir el fin de la Guerra en Vietnam o de la OTAN.

Decía Pannella en sus últimos meses que "la muerte es una ausencia que se va haciendo presencia". Italia llora hoy un gigante en época de enanos que no tienen siquiera hombros a los que subirse. Llora al dirigente que no hubiera permitido impunidad política en el trato a los refugiados y estuvo enfrente de Togliatti, De Gasperi o Craxi. Batiéndose con Einaudi, Berlinguer o Moro. Llora al único líder europeo que acudió al entierro de Anna Politkóvskaya. Llora Italia y debería llorar toda Europa, "al león de la libertad", al último gran radical.

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Marco Pannella, político y luchador por los derechos civiles, nació el 2 de mayo de 1930 en Teramo (Italia) y murió el 19 de mayo de 2016 en Roma.

http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/el-mundo-de-ayer/2016/05/27/el-ultimo-gran-radical.html