Bolivia reclama a Chile en La Haya

Paposo existe y dos mujeres lo barren cada día. Este minúsculo enclave pesquero de 300 habitantes está en medio de la nada. A orillas del desierto más seco del mundo y el Pacífico. La camanchaca se desvanece y deja ver a Celinda y María intentando levantar del suelo de tierra cualquier cosa que no sea polvo.

Frente al océano, a pocos metros de la explanada solitaria que peinan con sus escobas, está el monolito que los chilenos desearían que no existiera, especialmente este año. Semiabandonada junto a un mástil sin enseña, una placa de madera se alza entre las rocas sobre una pequeña y sencilla base blanca. "Antiguo límite Chile-Bolivia 1879", se lee bajo las banderitas pintadas de ambos países. Cerca, otra placa, metálica y más moderna, alerta de que nos encontramos en una zona con riesgo de tsunami.

El maremoto está llegando a La Haya. Es el contencioso territorial más latente de Latinoamérica, junto al de las Malvinas. Bolivia reclama un acceso soberano al mar desde que perdió toda su costa en la guerra del Pacífico (1879-1883) y por fin ha presentado una demanda contra Chile ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ). La guerra incluyó a Perú, aliado de Bolivia, que también vio menguar su litoral.

"Cómo vamos a querer que nos quiten lo que nos da la vida", exclama Celinda Morales. "Nosotros lo ganamos con sangre, nos pertenece a nosotros, y ellos no tienen por qué estar reclamando", agrega María Almendares. Las dos barrenderas, de rasgos indígenas y nacidas en la localidad, como sus antepasados, no tienen dudas: Paposo es Chile. Su posición coincide con la opinión casi unánime de los chilenos que, con excepción de algunas voces de extrema izquierda, no está de acuerdo con devolver un trozo de mar.

En el país vecino las posturas son diametralmente opuestas y mañana el presidente boliviano, Evo Morales, lo expresará como nunca durante la conmemoración del día del Mar, fiesta nacionalista que anualmente sirve para mantener las espadas en alto y que este año tendrá La Haya en el horizonte. El primer asalto será del 4 al 8 de mayo, cuando está fijada una vista preliminar.

Aunque en uno de sus inflamados discursos Morales llegó a reclamar la devolución de Taltal -municipio 50 kilómetros más al sur, al que pertenece Paposo-, La Paz no sueña con volver a controlar los 400 kilómetros de litoral ni los 120.000 kilómetros cuadrados de terreno perdidos. La demanda boliviana es más moderada, pero igual de inadmisible para Chile porque supondría renunciar a territorio soberano.

Si bien la reclamación marítima centra las relaciones entre ambos países desde la guerra, la continuidad de Morales desde el 2006 ha supuesto un impulso como política de Estado. En enero del 2013, tres meses antes de presentar la demanda, Morales mantuvo un tenso debate en Santiago con el entonces mandatario chileno, Sebastián Piñera, en la cumbre de la Celac. "Bolivia el año 1825 nace con salida al mar, lamentablemente se ha perdido la salida al mar de manera injusta e impuesta y con el tratado incumplido", dijo Morales, remarcando que se produjo "por la fuerza de la fuerza y con ayuda externa". En la asamblea general de la OEA del 2012, en Cochabamba, Morales había sido tajante: "Bolivia jamás renunció, jamás renunciará al retorno al mar con soberanía, y saludamos la solidaridad de casi todos los países y los movimientos sociales de Latinoamérica y del mundo, porque ni guerras ni invasiones otorgan derechos, es un principio universal".

El tratado de Paz y Amistad al que se refería Morales fue firmado en 1904. A cambio de la cesión absoluta y perpetua de los territorios ocupados, Chile se comprometió a permitir el libre tránsito de las mercancías bolivianas, permitiendo su salida por los puertos ya chilenos, y a la construcción de una línea férrea entre Arica -ganada a Perú- y La Paz, materializada en 1913. Bolivia gestiona zonas francas propias con potestad aduanera, fijando aranceles, en los puertos de Arica y Antofagasta, pero Morales se queja del incumplimiento del tratado.

No obstante, la estrategia legal de Bolivia no pasa aún por denunciar el acuerdo, aunque se reserva esa carta. "No estamos demandando en La Haya el incumplimiento del tratado, aunque ese incumplimiento existe y Bolivia está en condiciones de abrir otro proceso", explica a La Vanguardia desde Santa Cruz de la Sierra el politólogo y ministro de Autonomías boliviano, Hugo Siles.

La Paz simplemente pide al tribunal que reconozca los derechos de Bolivia y obligue a Chile a negociar una salida soberana al mar. "No estamos disputando un territorio, se trata de una disputa para que Chile se siente a negociar", dice Siles, aclarando que la demanda se basa en las "doce o trece veces que Santiago ofreció soluciones alternativas".

Una de esas ocasiones perdidas ocurrió cuando los militares gobernaban ambos países. Los dictadores Augusto Pinochet y Hugo Banzer se fundieron en 1975 en el Abrazo de Charaña, tras una negociación secreta donde Chile ofreció a Bolivia una franja soberana de tierra con salida marítima entre Arica y la frontera peruana. Es la única solución viable de devolución territorial a Bolivia porque otra opción partiría en dos el mapa chileno. Sin embargo, en virtud de los acuerdos entre Chile y Perú tras la guerra, Santiago no puede entregar a Bolivia tierras que fueron peruanas sin el consentimiento de Lima. Perú, también bajo dictadura, se negó, y Banzer rompió en 1978 las relaciones diplomáticas con Chile, que hoy se mantienen interrumpidas, aunque hay intercambio consular.

Por su parte, la defensa del Gobierno de Michelle Bachelet pasa por dilatar el proceso y considera que el TIJ carece de jurisdicción. Chile cree que el contencioso quedó zanjado hace un siglo. "Se trata de un claro intento de modificar el tratado de 1904", explica a La Vanguardia desde Santiago Felipe Bulnes, exministro y representante chileno ante el tribunal.

"Chile jamás ha negociado con Bolivia bajo la idea de que si las negociaciones no resultan, nuestro país igualmente queda obligado en virtud de esas conversaciones fallidas", indica Bulnes, admitiendo que si bien pudo haber ofertas en el pasado, nunca llegaron a buen puerto. "Qué país podría sentirse animado a considerar una negociación con el otro, si el sentarse a conversar puede implicar que el día de mañana se lo pretenda dejar obligado por aquello que se discutió pero no prosperó", alega Bulnes, acusando a Bolivia de "tergiversar completamente" anteriores diálogos.

Además, es tajante al afirmar que "no está en la agenda de nuestro país formular ninguna oferta a Bolivia". Aunque objete la jurisdicción para resolver la controversia, Bulnes asegura que, si finalmente el TIJ se declara competente, Chile respetará la sentencia como sucedió el año pasado cuando La Haya falló a favor de Perú, que ganó 50.000 kilómetros cuadrados de aguas territoriales ricas en pesca, en un contencioso que también había quedado sin resolver tras la guerra, cuando tropas chilenas llegaron a ocupar Lima durante dos años.

El conflicto también es conocido como la guerra del guano o del salitre. Los excrementos de aves, usados como abono, abundan en la costa del desierto de Atacama, de donde también se extraía el nitrato de Chile. Santiago invadió Bolivia desembarcando en Antofagasta, la ciudad más grande de la región, para defender a las empresas chilenas del salitre, muchas de las cuales acabarían controladas por británicos. El antiguo territorio boliviano concentra la mayor parte de los recursos minerales de Chile, sobre todo el cobre, del que es líder mundial y posee Chuquicamata, la mina cuprífera a cielo abierto más grande del mundo.

Mientras Bolivia calcula que perder esas riquezas supuso mermar un punto anual de su PIB desde la guerra, Chile aduce que gasta cien millones de dólares al año para financiar los beneficios que reconoce a La Paz en virtud del tratado de amistad de 1904.

De Paposo a Antofagasta hay 170 kilómetros por una desértica y serpenteante carretera costera desde la cual un desvío conduce al Observatorio Europeo Austral del cerro Paranal. Una gruesa capa de guano recubre Punta Angamos, un peñasco al norte de Antofagasta frente al que la Armada chilena capturó el Huáscar, buque peruano conservado aún hoy por Chile como botín. Una gran boya repleta de lobos marinos señala el punto del combate naval. Chuquicamata, Paranal, Antofagasta, el cobre, el guano o los lobos marinos podrían hoy ser bolivianos... pero son chilenos.

22-III-15, R. Mur, lavanguardia