entrevista a Hans-Gert Pöttering, presidente del Parlamento Europeo

Hans-Gert Pöttering, presidente del Parlamento Europeo. Tengo 63 años, suficientes para recordar la posguerra y saber cuánto peor vivíamos los ciudadanos sin la Unión Europea. Necesitamos buenos profesores de historia que lo expliquen. Voy a ser el diputado más veterano de la Eurocámara. Sin el euro ahora estaríamos peor.

¿Todavía se envía a los políticos acabados al Parlamento Europeo?

Cuando yo acepté irme al Europarlamento en 1979, los partidos sólo presentaban en las listas europeas a viejas glorias de la política nacional. Un diario alemán tituló: "Si tienes un abuelo, ¡mándalo a Europa!".

¿Han cambiado las cosas?

A mí me ofrecieron un cargo en la política alemana, pero preferí la europea, pese a que entonces sólo tenía 37 años y si, ahora en julio, soy reelegido, seré el único eurodiputado que estuvo en la fundación del Parlamento Europeo. Llevo más de 30 años de eurodiputado y nunca me he arrepentido.

¿Por qué quiso irse a Bruselas?

Mi padre fue soldado de la Wermacht y hoy sabemos que murió en marzo de 1945 en la frontera germano-polaca; yo nací en septiembre. Entonces aún esperábamos que volviera y pasé mi infancia esperándolo. Fui al Europarlamento por la esencia de la Unión Europea, que es la paz entre los pueblos.

No es poco.

Por eso volví a emocionarme el día de la apertura de la frontera de Alemania con Polonia, donde murió mi padre, y con Chequia, cuando ingresaron en la UE.

Pero la política europea no apasiona.

Me preocupa más que sea útil que apasionante. Los europeos seguimos siendo muy diferentes, pero la fuerza de nuestra unión emana precisamente de nuestra diversidad.

¿Bruselas debe mandar más o menos?

 Lo que pueda solucionarse a nivel local, que lo solucione el gobierno local; y lo que necesita una administración regional, pues el gobierno regional, y lo que pueda solucionar el estado que no lo legisle Bruselas. Es el principio de subsidiariedad en el que creo.

Por ejemplo...

Bruselas no debe legislar sobre si se fuma en los bares o no, pero es el único nivel de gobierno que puede regular con garantías para el ciudadano el mercado europeo de la energía; coordinar las políticas contra la recesión económica o el cambio climático.

¿Por qué?

Vamos a ver: ¿quién si no es la Unión Europea puede negociar de tú a tú con Rusia sobre el abastecimiento de energía a Europa? La subsidiariedad crea más valor para el ciudadano que cualquier otro principio de asignación de competencias.

La UE no tiene diplomáticos.

El tratado de Lisboa prevé que tengamos un servicio diplomático europeo. Y sólo a ese nivel europeo podemos enfrentarnos con garantías a los problemas globales como esta recesión que todos los demás niveles de gobierno sólo pueden capear.

Hay quien cree que el euro es el problema y otros la solución.

Sin el euro, estaríamos mucho peor. Los países del euro hemos transformado nuestra anterior soberanía monetaria individual en una compartida que en realidad nos hace a todos más estables y soberanos para beneficio del ciudadano. Sin euro, ahora Europa sería - como fue antaño-un descontrol de devaluaciones y apreciaciones de divisas. Y precisamente lo que legislaremos ahora es la creación de un regulador bancario.

¿Cuál ha sido su peor momento?

Cuando votamos la Carta de los Derechos en diciembre del 2007, la sesentena de diputados euroescépticos montaron una bronca tremenda. Yo les pedí en inglés que se atuvieran al reglamento y ya después simplemente en mi alemán que fueran educados.

Es la salsa de los parlamentos.

Creo que obtuvieron lo contrario de lo que buscaban: su conducta me reafirmó todavía más en mis convicciones europeístas.

Hay candidatos a eurodiputado que pidieron el no a la Constitución europea.

Están en su derecho a ser europarlamentarios y el ciudadano a votarlos: esa disensión y nuestra capacidad de asumirla nos hace más fuertes como europeos.

¿El mejor momento parlamentario?

Fue espectacular el toma y daca entre Daniel Cohn-Bendit...

Brillante invitado de La Contra.

... y Sarkozy, cuyas dotes oratorias nos sorprendieron a todos entonces. Cohn-Bendit habla siempre sin guión previo ni papel, hilvanando, ameno y efectivo, su discurso sobre la marcha.

¿En Bruselas hacen tantos novillos como en el Parlamento español y el catalán?

En las votaciones la presencia de los diputados es masiva, pero me gustaría que participaran más en los debates.

¿Qué país se interesa más por los debates del Europarlamento?

Luxemburgo, sin duda.

¿Por qué debo yo perder un par de horas votando para el Europarlamento?

Los europeos más jóvenes ya han olvidado lo que era la Europa de las guerras recurrentes y después la vieja Europa de la desconfianza de los muros y fronteras, y hasta hace poco de los continuos y onerosos cambios de moneda. Por eso nos hacen mucha falta los buenos profesores de historia que expliquen lo que fuimos y cuánto ha mejorado nuestras vidas tener esta Unión.

¿Y sólo por eso irán a votar quienes sí lo recuerdan?

Quienes han vivido aquella Europa tan dividida tienen de nuevo la oportunidad de decir si quieren más o menos Europa y si la quieren más centralizada o más federal. Todos tienen su sitio en la UE, incluso los que están contra ella.

Tengo ante mí al más veterano de los eurodiputados y es exactamente como la UE: está más pendiente de no meter la pata que de acertar. Aun así se equivoca -yo también- al citar una cifra económica tras zafarse de un aluvión de preguntas sobre el catalán. Le asisten en las respuestas dos asesores (¡jolín!: a la próxima yo también me los traigo). Como la UE, Pöttering no quiere líos y orilla con frialdad tecnocrática en un inglés sin nación los debates soberanos que acaloran a los nacionales en sus propias lenguas. Es Europa y avanza inexorable hacia una Unión con lógica, pero sin entusiasmo, esquivando los cadáveres de apasionados referéndums que la negaron sin saber detenerla.

29-I-09, Lluís Amiguet, lacontra/lavanguardia