Afganistán: editar el Corán, un peligro de muerte

"Qué lo cuelguen!", han llegado a exigir en manifestación grupos de estudiantes afganos. El objeto de su ira es un periodista, Ahmed Gus Zalmai, y su delito, haber difundido una traducción del Corán no canónica. Un tribunal decidirá mañana si lo condena a muerte junto a un imán.

Todo empezó en septiembre del 2007, cuando Zalmai, portavoz del fiscal general, llevó para imprimir 6.000 ejemplares de una traducción del Corán al darí - idioma dominante en Afganistán, junto al pastún, lengua de los talibanes-.Al parecer lo hizo a instancias de un imán amigo, Qari Mushtaq, que luego se retractó, lo que no evitó su encarcelamiento - junto al editor-.Zalmai y Mushtaq fueron sentenciados a 20 años en el 2008 y mañana se sustanciarán los recursos de la acusación y la defensa. El Consejo Islámico dictaminó que la traducción intentaba reemplazar el genuino Corán y tachó de infiel a Zalmai. Este intentó huir a Pakistán, pero acabó en la cárcel junto a los tres hombres que lo auxiliaron. Para más inri, la traducción al darí se hizo al parecer a partir de una versión norteamericana, lo que llevó a hablar de "conspiración sionista". El islam sólo reconoce el original árabe como palabra de Dios. La Iglesia sólo autorizó el latín como lengua de la misa hasta los años 60. No obstante, más de la mitad de los musulmanes no entienden el árabe, por lo que se permiten traducciones anexas al original. Sin embargo, la traducción llevada a imprenta por Zalmai no tenía los versículos en árabe y por ello fue acusado de hereje.

Los libros de origen norteamericano no son una novedad en la región desde la invasión soviética. La Universidad de Nebraska fue la encargada de talibanizar - primero-y destalibanizar - después-los libros de texto pastunes a ambos lados de la frontera. Pero el talibanismo sin talibanes sigue enquistado. Un hombre fue condenado a muerte por apóstata, por convertirse al cristianismo.

El presidente Hamid Karzai sólo pudo amnistiarlo aduciendo que se había vuelto loco. Los tribunales afganos pueden recurrir a la charia cuando no existe legislación civil. Y en materia religiosa, el miedo lleva a los jueces a inhibirse. A Zalmai le costó seis meses encontrar un abogado y en la vista ha llegado a cantar versículos coránicos para demostrar su fe. La manipulación del celo religioso no es ajena a la corrupción que azota el país, relacionada con la ayuda internacional y con la producción de heroína. El mismo hermano del presidente está en el ojo del huracán. Por lo que amedrentar a la prensa y la justicia es prioritario para garantizar impunidades. Zalmai no es un periodista cualquiera. En los años del Afganistán soviético era un conocido presentador de programas de debate. Volvió del exilio en Holanda a instancias de Karzai y había presidido la asociación de periodistas. Tenía todos los números para convertirse en un enemigo que batir.

7-II-09, J.J. Baños, lavanguardia