trascendental Afganistán/Pakistán: a peor y sin enmendar

La situación en Afganistán "se ha deteriorado considerablemente" desde el 2007, ha dicho el general David Petraeus, jefe del Comando Central del Ejército de Estados Unidos, el militar número uno del Pentágono para Iraq y Afganistán. "Va a ser mucho más duro que Iraq, nunca había visto algo parecido al desorden que hemos heredado aquí", dice el recién nombrado Richard Holbrooke, enviado especial del presidente Obama para Afganistán y Pakistán.

Al entrar la guerra en su octavo año, todo va peor. Aumenta el número de distritos con actividad talibán, o que no se sabe quién controla, aumenta la producción de opio, aumentan los ataques y atentados rebeldes - contra las fuerzas extranjeras, contra la policía local y contra la población civil-,y aumentan los ataques de las tropas occidentales, que matan indiscriminadamente desde aviones y helicópteros a decenas de civiles inocentes cada mes. Tan flagrante es el empeoramiento, que hasta se ha reconocido en esta Conferencia de Seguridad de Munich, un cónclave bastante belicista de políticos, militares y asesores que ayer concluyó su reunión anual...

Pakistán siempre fue inseparable del avispero afgano. En la época soviética era refugio y retaguardia de la resistencia. Bin Laden tenía oficina en Peshawar, financiada por norteamericanos, saudíes y pakistaníes. Los talibanes de entonces, los "luchadores por la libertad" de Ronald Reagan, eran sostenidos por todos ellos. Ahora, con treinta años acumulados de desastre occidental - la invasión soviética comenzó en 1979 y este "Occidente" incluye a laURSS-,la situación es mucho más grave. Pakistán es un Estado en ruinas con bomba nuclear. India, otra potencia nuclear y enemiga jurada de Pakistán, sufre las consecuencias.

El general Petraeus va a incrementar en 30.000 soldados el actual ejército de 55.000 (eran 36.000 a principios del 2007). Además, se negociará con los talibanes moderados y se explorarán todo tipo de vías civiles. El presidente Karzai, una figura a la baja, cuyo régimen trafica con opio como sus adversarios, está de acuerdo con Petraeus -su función consiste precisamente en ello-y dice que "sin algún tipo de reconciliación (con los talibán) no hay progreso posible". El general Petraeus quiere más soldados, especialmente de operaciones especiales, más helicópteros de ataque, más aviones, más ingenieros y más asesores, pero los europeos no están por la labor. Algunos piensan retirar sus contingentes pronto. Otros, entre ellos españoles y alemanes, no tienen intención de incrementar su contribución a lo que, en el fondo, consideran un inútil despropósito, aunque no se atrevan a decirlo. Con treinta años de historia a sus espaldas, el desastre occidental en Afganistán dio lugar a la guerrilla fundamentalista en la primera década. Bin Laden fue resultado de la segunda. Hay que preguntarse qué saldrá de esta tercera década de bombardeo, ahora extendida, además, al Pakistán nuclear.

Para el Pentágono, y para la opinión pública norteamericana, incrementar el frente del Hindukush podría ser una compensación por la retirada en Iraq, pero tanto Estados Unidos como sus aliados europeos están agravando más las cosas allá. ¿Por qué? "Confusión estratégica, inercia institucional y diversos intereses propios ofrecen el grueso de la respuesta", dice Richard Tanter, un experto del Royal Melbourne Institute of Technology. "A menos que la política de la coalición occidental cambie, la supervivencia de Pakistán será amenazada, y ese es un asunto que India no puede ignorar", dice Tanter. "La supervivencia de Pakistán depende de un cambio de rumbo en Afganistán", considera.

"Si en lugar de bombardear con bombas les hubiéramos bombardeado con máquinas de coser y hubiéramos organizado su sistema de enseñanza y sanidad", no habríamos llegado a esta situación, decía un militar soviético en 1988, nueve años después de haberse metido. Entonces, el problema del Estado Mayor soviético también era la frontera con Pakistán. Sellarla, para evitar la entrada de armas y contingentes de la resistencia pagados por Occidente, suponía destacar 600.000 soldados, se decía. Ahora los occidentales se preguntan lo que debían haberse preguntado en el 2001: si la guerra era lo adecuado para que Afganistán dejase de ser refugio de activismo armado antioccidental. El problema es Pakistán, dicen también, y la cifra de soldados que citan es de 85.000, hasta el siguiente incremento. O hasta la retirada, como en Iraq.

9-II-09, R. Poch, lavanguardia